El reinado del fútbol español en los últimos años, en cuanto a rendimiento, está fuera de toda duda. Así lo avalan las 3 Champions y 3 Europa League en las últimas 4 ediciones, y los recientes éxitos de nuestro combinado nacional –Eurocopa 2008 y 2012, y Mundial 2010–. Recientemente, en el mes de junio, hemos conocido otro éxito –no deportivo– de nuestro fútbol: según la consultora Brand Finance, el Real Madrid es en 2017 la marca más «poderosa» del mundo del fútbol, liderando la clasificación junto al FC Barcelona.

Sin embargo, el Manchester United continúa encabezando el ranking de las marcas más «valiosas». Y es que para Brand Finance, los «red devils» saben obtener mucha mayor rentabilidad de su marca, gracias a aspectos tales como el nuevo contrato millonario de derechos televisivos de la Premier League, mejores patrocinios y su alto nivel de penetración en mercados extranjeros, especialmente el asiático. En el top ten de valor de marca encontramos ¡otros 5 equipos ingleses!, que acompañan a nuestros dos representantes españoles (Real Madrid y FC Barcelona), además de un alemán (Bayern de Münich) y un francés (PSG).

De lo expuesto hasta ahora se deducen 2 conclusiones: el fútbol español se mantiene a la cabeza en cuanto al rendimiento sobre el césped, incluso aumenta su liderazgo; no obstante, no sabe exprimir su marca en términos económicos tanto como otras ligas, en especial la inglesa. Analicemos ambas conclusiones.

La segunda conclusión es clara en mi opinión. Fundamentalmente, debido a un contrato de derechos televisivos mucho menos lucrativo y al menor interés despertado en el mercado asiático –aun a pesar de los tan polémicos horarios a las 4 de la tarde–. Además, nuestra Liga ha permanecido en buena medida al margen de las transformaciones producidas en el fútbol moderno, pues a pesar de la entrada de «petrodólares» en el Málaga, Alavés o Racing de Santander, estos conatos no supusieron una desnaturalización de la competición como ha ocurrido en Inglaterra –Abramovich en el Chelsea y Bin Zayed en el Manchester City– y Francia –Al-Khelaifi en el PSG–.

Respecto a la primera conclusión, los resultados deportivos son incontestables y atraen a España a los mejores jugadores. Sin embargo, ¿es la Liga española la mejor? A pesar de la hegemonía demostrada en las competiciones europeas, la polaridad ejercida por Barça y Madrid en la última década (con permiso del Atlético) a nivel nacional, es tremendamente negativa para la competitividad de nuestra Liga. Se ha acentuado el dominio histórico de los dos grandes y atrás quedan sorpresas mayúsculas como el 3-2 que le endosó el Real Zaragoza al Real Madrid de los Galácticos en la final de la Copa del Rey de 2004 o el sufrimiento del todopoderoso FC Barcelona de Johan Cruyff para doblegar a un humilde Numancia en la Copa del Rey de 1996.

Veamos si esta desigualdad existe. Para ello, analicemos la diferencia de puntos conseguidos entre los 2 primeros clasificados y los 3 equipos descendidos en una serie histórica desde la temporada 2000-2001 hasta la 2016-2017. Tal y como se observa en el gráfico adjunto, en el comienzo de la serie el gap es muy estrecho: 34 puntos de diferencia. Este margen se va incrementando, especialmente a partir de la temporada 2009-2010, en la que entre culés y merengues alcanzaron la estratosférica cifra de 195 puntos. Finalmente, la Liga 2016-2017 ha destacado por lo barato que se vendió el descenso –32 puntos hubieran bastado para salvar la categoría–, lo que ha supuesto alcanzar el máximo gap de la serie: 110 puntos.

Se pone de manifiesto así la debilidad de la zona baja, al copar los equipos más potentes la mayor parte de los puntos. Ya en 2013 el bueno de Caparrós reflejó el sentir de los equipos modestos de la Liga al manifestar, después de que el Barça le endosara al Levante un 7-0, que «ya hemos salido del dentista, que pase el siguiente». En efecto, la clase media de la Liga está sufriendo el reparto de todo el pastel entre unos pocos.

Aunque dominar así en Europa es excepcional, la Liga debe hacer autocrítica y potenciar el nivel de los modestos de nuestro fútbol. Y es que las luces venden más que las sombras, pero a la postre, es la competitividad de nuestra Liga la que está en juego.

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