Debemos darles una oportunidad. Una oportunidad de verdad, para que se desarrollen como personas, para que demuestren al mundo cómo son en realidad. Cómo son cuando se les acoge, y no se les trata como a delincuentes. No debemos dejar que la palabra “MENAs” enmascare lo que realmente son: niños y adolescentes que necesitan urgentemente que alguien se ocupe de ellos.