Los ruidos de la calle

Los ojos de Isabel (Madrid, 1958) se esconden detrás de unas gafas de pasta. Para ella estos últimos años han transcurrido entre los ruidos de vivir en la calle y, más tarde, el dormir en varios centros de acogida y pensiones. Sus palabras son de agradecimiento. Al Samur Social que tantas noches la atendió, al resto de personas con las que coincidió en el camino, a su perro Jacko —que en la soledad de la calle le hizo compañía, y que ya no vive— y hasta a los jóvenes que, haciendo botellón, le prestaban atención y comida.

«Yo creo que sin mi perro no hubiese sobrevivido», sentencia con crudeza Isabel, después de explicar cómo fue para ella vivir tres años en la calle. Lo hace desde la tercera planta del centro de día de la Asociación Realidades, en Usera, Madrid. Aquí participa en diversos talleres. «Onda Realidades», un programa de radio en formato podcast elaborado y autogestionado por usuarios que acuden a la asociación, es un ejemplo. En él Isabel dice haber vuelto a sentirse «interesante». Dejando atrás el ruido de la calle por el de las ondas.

 

«El sinhogarismo rompe las costuras de un sistema que se asienta sobre obligaciones, pero que, sobre todo, se legitima con derechos»

 

Erradicar el sinhogarismo, objetivo para 2030

El Parlamento Europeo ha acordado recientemente el objetivo de que todos los estados miembros pongan fin al problema de las personas sin hogar en Europa de aquí a 2030. Raquel Sánchez, ministra de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana del Gobierno de España, ha reconocido a esta cabecera que «el sinhogarismo rompe las costuras de un sistema que se asienta sobre obligaciones, pero que, sobre todo, se legitima con derechos». Mientras habla hace referencias al derecho a la vivienda, a la seguridad, a la dignidad, a la igualdad, a la intimidad, a la educación o a la sanidad. «Carecer de hogar impide el ejercicio de todos estos derechos», concluye.

Por otra parte, desde el Ayuntamiento de Madrid declaran que se ha llevado a cabo «un enorme esfuerzo destinado a las personas sin hogar, impulsando modelos innovadores de atención al sinhogarismo; basándose en metodologías que ya han funcionado en otros países». Esto hace alusión al modelo de atención Housing First. Este utiliza la vivienda como punto de partida más que como objetivo final. Tratando de focalizarse de manera inmediata en que una persona se mantenga alojada satisfactoriamente en su propio hogar, formando parte de una comunidad.

Un hogar primero

En España este modelo de atención está siendo llevado a cabo por distintas asociaciones. Durante las últimas semanas, Housing First ha cobrado protagonismo al organizarse en Madrid la primera conferencia internacional sobre el modelo. A esta acudieron el 28 y 29 de marzo diversas personalidades del ámbito político y sociológico europeo, especialmente finlandés, debido a la percepción modélica que se tiene del país de Europa del norte. «Housing First es un eje central en la estrategia nacional para erradicar el sinhogarismo crónico en Finlandia. Hemos logrado una reducción notable en los niveles utilizando una combinación de enfoques», afirman desde la Y-Fundation. Finlandia es, hasta el momento, el único país de la Unión Europea donde el sinhogarismo ha decrecido.

La Y-Fundation se creó en 1985, cuando el número de personas sin hogar en Finlandia era «alarmantemente alta». Casi veinte mil personas pasaban las noches durmiendo en la calle, en escaleras y en los sofás de amigos y familiares. Al principio la fundación solo ofrecía casas a las personas que habían experimentado la falta de hogar: «Fue a mediados de la década de 2010 cuando decidimos ampliar nuestras actividades para también ofrecer apartamentos con un alquiler asequible a personas con bajos ingresos», explica Juha Kaakinen, su director ejecutivo. En la actualidad la fundación coopera activamente con otras organizaciones y municipios finlandeses para proporcionar a todos los habitantes del país «un hogar primero».

 

«Lo que buscamos es defender los derechos de las personas que están sin hogar. No se trata solo de que las personas cubran sus necesidades, sino también de que se integren en la sociedad»

Asociaciones con intervención social

Son varias las asociaciones que luchan para paliar esta situación de vulnerabilidad. FACIAM, Hogar Sí, Asociación Realidades, AIRES, Humanitatis o Provivienda son solo varios ejemplos de una larga lista. «La labor de las entidades y asociaciones con personas en una situación tan vulnerable es muy importante», comenta José Aniorte Rueda, quien trabajó veinte años en el sector de la atención a personas sin hogar y ahora es delegado el Área de Gobierno de Familias, Igualdad y Bienestar Social del Ayuntamiento de Madrid.

La Asociación Realidades es una clara muestra. Se fundó en el año 1992 y actualmente se encuentra localizada tanto en la Comunidad de Madrid como en Andalucía. «Lo que buscamos es defender los derechos de las personas que están sin hogar. No se trata solo de que las personas cubran sus necesidades, sino también de que se integren en la sociedad», explica Fabiola Villamor, técnica de comunicación en la asociación.

Isabel elige un libro en el centro de día de la Asociación Realidades | JCRA
Isabel elige un libro en el centro de día de la Asociación Realidades | JCRA

Un altavoz a las realidades

Villamor subraya que para la Asociación Realidades el sinhogarismo no puede ser explicado desde una sola causa. Y que, por consecuencia, debe ser un problema que se trate desde varios ángulos. Es por ello por lo que disponen de servicio de empleo, alojamiento, atención psicológica y centro de día donde poder cubrir necesidades básicas. «Es muy difícil conseguir un empleo si no tienes donde ducharte, por lo que consideramos que todos son pequeños pasos hacia la integración».

En el servicio de empleo de la asociación se trabaja en itinerarios con personas en grave situación de exclusión social derivadas por servicios sociales. «Aquí se les hace una acogida, se les explica el programa, empiezan una serie de orientaciones individuales para su mejora de la empleabilidad, preparamos en talleres los procesos de reinserción laboral y trabajamos habilidades sociales», desglosa Cristina Álvarez de la Fuente, responsable de empleo. Realizan la intermediación gracias a una red de contactos con empresas a las que preparan candidatos que cumplen el perfil para que pasen distintos procesos de selección.

Pero dentro de la propia asociación destacan también áreas como el departamento de comunicación, cuyas iniciativas fomentan la participación de las personas sin hogar. El programa de radio anteriormente mencionado no es lo único: también existe el «Blog de Realidades», que recién ha cumplido once años, donde escriben todas las semanas acerca de cuestiones que ellos mismos han elegido previamente.

Sí a los hogares

«Existimos para que ninguna persona viva en la calle», comenta Gema Castilla, directora de la unidad de causa de Hogar Sí. Desde la fundación afirman tener claro que ese objetivo se puede cumplir. Su planteamiento está orientado a «soluciones basadas en vivienda con acompañamiento». Defienden que, aunque el modelo del acompañamiento a través de la vivienda parezca muy obvio, el sistema de atención tradicional al sinhogarismo está basado en soluciones temporales en centros como albergues. «Algo que nosotros creemos que gestiona el problema pero que no lo soluciona», sentencia Castilla, continuando la línea marcada por el modelo Housing First.

«Estamos convencidos, pero con dos condiciones», diserta Marian Juste, presidenta de Hogar Sí. «Una muy importante es la importancia de las alianzas. Esto solo es posible con la ayuda y la implicación de toda la sociedad». Actualmente cuentan con más de 350 viviendas bajo el modelo Housing First en once comunidades autónomas y están obteniendo «excelentes resultados» en todas las evaluaciones realizadas.

Un hombre sin hogar en la calle Gran Vía, Madrid | JCRA
Un hombre sin hogar en la calle Gran Vía, Madrid | JCRA

El sinhogarismo, en números

En la actualidad más de treinta mil personas se encuentran sin hogar en nuestro país. En la capital se vienen llevando a cabo recuentos nocturnos de personas sin hogar que están en la calle desde 2006; pero también contabilizan a aquellas que duermen en centros de acogida, asentamientos y o que viven temporalmente en viviendas habilitadas por asociaciones civiles y la Iglesia. El último recuento se produjo en diciembre de 2018 —por lo que no son datos actualizados— y ya transmitían cierta alarma: 2.998 eran las personas sin hogar en la ciudad de Madrid y 650 las que pernoctaban en sus calles, principalmente en el distrito Centro, donde duermen al raso el 42% de los sin techo.

Según fuentes del Ayuntamiento de la capital, ha habido un aumento significativo de personas jóvenes en situación de calle. En 2020 las personas atendidas con edad comprendida entre los 18 y los 21 años aumentaron un 228% respecto a 2019; y un 480% respecto a 2018. Es la cifra más alta jamás recogida. El INE, por su parte, afirma que en 2020 —en el seno de la emergencia sanitaria— se alojaron 17 772 personas al día de media en centros de atención a personas sin hogar.

A pesar de ello, el problema del sinhogarismo es normalmente abordado desde una sola perspectiva. Cuando realmente es un fenómeno complejo que tiene su raíz en la desigualdad económica, la exclusión social, la falta de acceso a derechos básicos y la invisibilidad de las personas que lo sufren. Convirtiéndose en algo transversal y coyuntural.

 

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