El arte siempre ha sido el punto culminante de la innovación. Constituye un indudable «espectador del paso del tiempo», viéndose reflejado, tanto en las etapas más clásicas, como en las más históricas vanguardias.

El concepto de belleza

La belleza siempre ha estado ligada a la rama filosófica de la estética. Durante miles de años, se ha considerado un criterio irrefutable para la creación artística y para la expresión íntima del ser humano.

Muchos intelectuales, a lo largo de la historia, han tratado de discernir el nexo que une a la naturaleza con las esferas de trascendencia que envuelven al arte. Filósofos como Friedrich Schiller citaron que «el encanto de la belleza estriba en su misterio».

El concepto de belleza puede resultar muy abstracto. En efecto, un pasaje musical, un cuadro, o, por ejemplo, una obra literaria, pueden poseerla o no dependiendo de la valoración personal que cada uno realice.

En esta línea, se ha litigado acerca de si se dispone o no de un sentido abstracto de la belleza. Es decir, de una clase de percepción subjetiva capaz de despertar en distintas personas la misma experiencia emocional.

La belleza en el cerebro

Para tratar de resolver esta cuestión, se ha de hacer referencia a la gran revolución que supuso en el siglo XX la Resonancia Magnética Funcional (RMF). Esta técnica de neuroimagen ha permitido determinar qué áreas del cerebro están activas mientras se procesan sensaciones, pensamientos o tareas.

Los estudios más avanzados de neurociencia han revelado que la belleza es tangible en el cerebro humano. Esto se ha corroborado gracias al descubrimiento de una región cerebral encargada de detectar la belleza en la pintura y en la música.

En su investigación, los cientificos Zeki y Tomohiro Ishizu encontraron que esta área se activaba frecuentemente en los sujetos que escuchaban una pieza musical u observaban una obra de arte que previamente habían atribuido como “bellas”. Antagónicamente, ninguna región cerebral era capaz de correlacionar con obras de arte previamente calificadas como “no bellas».

La región de la que se habla está ubicada en una área de la parte frontal del cerebro. Esta región, conocida como corteza orbitofrontal medial, forma parte del centro de placer y recompensa del cerebro. Por tanto, se activa cuando se percibe belleza en una obra de arte o en un pasaje musical.

Conclusiones

Estos resultados son sustancialmente sugestivos. Parecen sugerir que todas las obras de arte, independientemente de su naturaleza, son capaces de originar actividad cerebral en la misma región.

Esta investigación, revela que todos los sujetos activan la misma área del cerebro ante la belleza visual y auditiva. Esto parece aumentar la consistencia del nexo entre el arte y la ciencia.

¿Dónde se encuentran los límites entre el dualismo de lo objetivo y lo subjetivo en el mundo del arte?

 

Fuentes: Noticias de la Ciencia y La Casa de la Ética

https://noticiasdelaciencia.com/art/2057/la-parte-del-cerebro-que-percibe-la-belleza-en-el-arte

https://www.lacasadelaetica.com/textos/ishizu-y-zeki-la-belleza-esta-en-el-cerebro

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