La historia de la Península Ibérica a través del genoma

Hace 8.000 años, la población de la Península Ibérica era escasa.  Las pequeñas comunidades de cazadores-recolectores eran nómadas y realizaban asentamientos estacionales. Es en este momento en el que se ha identificado la primera de las ocho migraciones que han modelado el genoma de los actuales pobladores. Desde el Mesolítico hasta la Edad Media, este estudio analiza el genoma de 271 restos humanos de diversos yacimientos. Además, los coteja con los análisis genómicos de otros estudios: 1.107 de personas que vivieron en otras épocas y 2.862 de personas actuales.

Mil años después de esta primera migración, se produce la segunda entrada masiva de ADN. En este caso se trata de la entrada en la península de pueblos Neolíticos de Anatolia (actual Turquía). Estos  ya habían adoptado la agricultura y la ganadería. Lo que supuso para ellos un enorme crecimiento demográfico que impulsó la emigración hacia nuestras tierras. Tiempo después, otra migración produjo un incremento de la población de cazadores-recolectores de cultura Mesolítica.

La desaparición del Y ibérico

Llegados a este punto nos encontramos con uno de los hallazgos más destacados del estudio. Hace 4.000 años se produjo una nueva entrada de individuos procedentes de la estepa rusa. Los llamados caballeros de la estepa barrieron la herencia genética de los hombres de Iberia. Concretamente, desaparece el cromosoma Y de los íberos de entonces en favor del cromosoma Y del hombre estepario. No hay pruebas de que en este cruce de las mujeres iberas con los hombres esteparios se usase la violencia, aunque sí se han advertido signo de aculturación.

Un ejemplo de esto es hallazgo de una pareja en el yacimiento de Castillejo del Bonete (Ciudad Real). Él procedía de tierra adentro, de la estepa rusa, ella de la costa de la Península Ibérica. Habían sido enterrados juntos en un lugar sagrado, lo que indicaría que ocupaban un lugar importante en su comunidad. A día de hoy, el 20% del genoma de españoles y portugueses es genoma estepario.

Representación esquemática de los eventos documentados en el estudio (tomada de Iñigo Olalde et al.)

 

 

Eventos posteriores

La siguiente migración ocurrió mil años después, procedente del norte y centro de Europa. Históricamente, este evento coincide con la llegada a la península de la cultura de los campos de urnas. En esta se incineraba y preservaba a los muertos en urnas enterradas en necrópolis. Las tres migraciones siguientes se sitúan ya en periodo histórico. Una entrada de ADN del este del mediterráneo (Grecia) hace 2.600 años. Una primera entrada de ADN norteafricano durante el Imperio Romano y, finalmente, la segunda entrada de ADN correspondiente a la época musulmana.

Particularidades de Vascos y Andaluces

Este se constituye como el estudio más exhaustivo de reconstrucción histórica, basada en el ADN, realizado hasta la fecha. Arroja luz además sobre otras dos cuestiones. La primeraes el origen de la población del País Vasco.Fijando el de esta población en la Edad de Hierrro. Esta población tiene la particularidad de desarrollarse con escasa aportación genética foránea. Este casi-aislamiento genético es una excepción que nos lleva, por contraposición, a la segunda cuestión. La andaluza presenta una menor herencia norteafricana de lo esperado. Algo que los investigadores relacionan históricamente con la expulsión de los moriscos y la repoblación del sur peninsular con familias del norte.

Copérnico, Darwin y la genética

Los seres humanos somos genéticamente idénticos en un 99,9% de nuestro genoma. El 0,1% de diferencia es, además, la diferencia típica intraespecie. Es decir, dos humanos se diferencian genéticamente entre sí en el mismo porcentaje que lo hacen dos gorriones.

Hace unas semanas conmemorábamos el aniversario del nacimiento de Charles Darwin. Juan Ignacio Pérez, coordinador de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU, escribía un artículo señalando la influencia de la teoría de la evolución más allá del ámbito de las ciencias naturales. Retomando sus palabras, Copérnico y su modelo heliocéntrico nos apartaron del centro del universo y equipararon nuestro planeta con el resto de los que orbitan alrededor de nuestro Sol. Darwin y su teoría de la evolución por selección natural nos apartaron del centro y cumbre de la creación. Nos equiparaba, por tanto, al resto de los seres vivos estableciendo un antepasado común.

Estudios genéticos como este también pueden llevarnos a reflexionar sobre la insignificancia de las diferencias entre grupos y el, ya desmontado, concepto de raza. La realidad es que, con solo remontarnos 75 generaciones, tendríamos la información necesaria para poder afirmar que estamos emparentados con el total de la humanidad.

 

 

 

 

imagen de portada: freepik

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