Recientemente ha salido a la luz un descubrimiento que puede cambiar el pronóstico de la esclerosis múltiple: sabemos que probablemente esté causada por el virus de Epstein-Barr. Pero ¿sabemos por qué es esto importante?

 

¿Qué es el virus de Epstein-Barr?

El virus de Epstein-Barr pertenece a la familia Herpesviridae. Sí, esa a la que pertenecen también el virus del herpes simple (el que causa el herpes de la boca) y el virus varicela-zóster (el que da causa la varicela en los niños y el herpes zóster en los adultos).

Estos virus tienen varias cosas en común. La primera es que son virus muy extendidos, es decir, que circulan entre nosotros e infectan a un montón de gente todos los años, aunque la mayoría de las veces las infecciones son leves y se resuelven solas. La segunda es que tienen tropismo por el sistema nervioso, es decir, que, cuando el cuerpo consigue eliminarlos y que dejen de causar la infección activa, se encierran en los ganglios nerviosos, donde pueden durar años. Este fenómeno lo habían estudiado ya para el virus del herpes simple (todos sabemos que es recurrente, y que puede volver a dar la infección en cualquier momento) y con el virus varicela zóster (que, años después de la varicela, puede resurgir como herpes zóster).

 

¿Qué puede causar?

La enfermedad más frecuente por el virus Epstein-Barr es la mononucleosis infecciosa, conocida como “enfermedad del beso” porque se transmite por la saliva. Es una enfermedad que se da sobre todo en la infancia y en la adolescencia y causa fiebre, cansancio, dolor de garganta, dolor de tripa, adenopatías (ganglios aumentados de tamaño, sobre todo en el cuello), aumento de tamaño (temporal) del hígado y el bazo, y, a veces, exantema.

¿Y después? En principio, la infección dura entre 4 y 6 semanas, pero el virus se puede quedar agazapado y causar otras enfermedades a largo plazo. Las más conocidas son el linfoma de Burkitt y el carcinoma nasofaríngeo, aunque también está relacionado con el linfoma de Hodgkin, la diabetes mellitus tipo I, la enfermedad celiaca y, como hemos descubierto hace muy poco, con la esclerosis múltiple.

 

¿Qué es la esclerosis múltiple?

La esclerosis múltiple es una enfermedad del cerebro y de los nervios periféricos, más frecuente en mujeres y que suele debutar entre los 15 y los 35 años. Se produce por inflamación de los nervios, que causa daño en la vaina de mielina (la capa que recubre a los nervios, es algo así como el plástico que cubre a los cables para que transmitan bien la corriente), aunque hasta ahora no se conocía bien la causa. Existen varias formas, aunque la más frecuente es la recurrente-recidivante, que da brotes con clínica neurológica (parálisis, ceguera, diplopía, que es ver doble, trastornos del habla…) y también otros síntomas como fatiga, depresión, dolor, problemas de concentración…

Actualmente, en España, unas 55.000 personas tienen esclerosis múltiple, la mayoría mujeres, y es la segunda causa de discapacidad entre los jóvenes.

 

¿Qué podemos hacer al respecto?

Si has leído hasta aquí, te habrás dado cuenta de que tener una enfermedad que causa brotes limitantes, de los que no sabes ni cuándo van a ocurrir ni cuánto van a dudar, no es algo que le apetezca a nadie. Hasta ahora, los tratamientos disponibles se basaban en controlar la inflamación, muchas veces con inmunosupresores o fármacos parecidos, sin tener un tratamiento que pudiera ser curativo.

Sin embargo, sabiendo la causa, se puede tratar la causa directamente e intentar evitar la progresión. Podría incluso realizarse un tratamiento curativo en las primeras fases de la enfermedad, que hiciera que los brotes desaparecieran por completo, e incluso que se recuperara la mielina de los nervios.

Las posibilidades son muchas, ahora que hemos descubierto la causa. Queda seguir investigando para que los fármacos antivirales eficaces lleguen pronto y cambien la vida de muchas personas.

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