El 8 de noviembre del año 2016 Trump fue el ganador de las elecciones presidenciales en Estados Unidos.

Este resultado fue disruptivo y pocas encuestas anticipaban la victoria basándose en cuestiones obvias y objetivas como era su programa electoral con propuestas (las cuales actualmente está cumpliendo) como “América First” con proteccionismo, construcción de un muro financiado por México, deportación de inmigrantes, retirada del Acuerdo de París en relación con el cambio climático, etc.

Es lógico pensar que tras el triunfo de esta personalidad mediática y político el mercado reaccionaría de manera racional, castigando la economía estadounidense.

¿Cómo reaccionó el mercado? Justo a la inversa de lo esperado tanto mundialmente como nacionalmente en territorio americano: el dólar americano (USD) se fortaleció más del 6%, llegando a niveles mínimos versus el Euro en 16 años (el tipo de cambio era de 1.03897).

Esta situación eufórica vino acompañada por la situación en verde de los principales índices bursátiles del parqué estadounidense cuyo máximo exponente era el índice Dow Jones que por primera vez en la historia norteamericana bursátil rebasaba los 20.000 puntos.

Intentando buscar la objetividad entre tanta euforia; ¿cómo podemos justificar la reacción bursátil, así como la apreciación del dólar tras las elecciones?

Cualquier persona, ya sea académico, “business” o transeúnte en cualquier calle del mundo hubiera vislumbrado con cierta seguridad los efectos económicos negativos que vendrían tras la victoria del presidente republicano. Los mensajes de Trump cada vez eran mucho más contundentes en relación con el cierre de la economía norteamericana al mundo, el futuro daño que ese proteccionismo defendido tendría en la balanza comercial, así como una mayor deuda que contraería la economía norteamericana. La razón de los efectos positivos en la economía tras su victoria se resume en el dicho “cuando uno ve un peligro otro ve una oportunidad”. Este fue el caso de los inversores que vieron de forma positiva el plan de inversión del señor Trump en infraestructuras añadiéndole el proyecto de la reforma fiscal.

Este hecho nos induce a pensar que, por muchas estimaciones racionales, por muchos datos y manejo de ellos con la disrupción del famoso concepto “Big Data”, el ser humano tiende a ser mucho más irracional que racional y por tanto las expectativas entraron en el juego tras la victoria del nuevo presidente de los Estados Unidos.

Tras el nombramiento de Trump como presidente los inversores se comenzaban a preguntar cuándo y cómo se llevarían a cabo las tan ansiadas promesas electorales. A pesar del inicial desconocimiento los inversores siguieron apostando por un dólar que se mantenía fuerte.

Tras los primeros seis meses de gobierno de Trump podemos destacar la falta de práctica en sus promesas con una reforma fiscal poco detallada, tensiones proteccionistas que afectan a las relaciones de EE. UU. con China y Japón o los incipientes riesgos con Corea del Norte. Ni que decir de su plan de infraestructuras el cual era literalmente inexistente de manera práctica.

Tras esos seis meses, un colectivo del total de los inversores que inicialmente eran optimistas cambiaron su optimismo por la cautela y la prevención. Esta situación provocó la cautela de los inversores que se traduje en términos de divisa como una salida de flujos denominados en dólar norteamericano hacia otras divisas con menores riesgos políticos y económicos de sus países origen como son el Yen (divisa refugio por excelencia) o el Euro tras las elecciones en Francia y Holanda que otorgaron la victoria a partidos políticos que dan estabilidad política en sus países y al conjunto del proyecto de la Unión Europea.

Ante este escenario, el tipo de cambio euro – dólar se alejó del 1.100 teniendo una cotización del tipo de cambio en el segundo semestre del año pasado en torno al 1.135 – 1.200.

A pesar de ello, esta prudencia no se aplicó en términos bursátiles puesto que se continuaba con la corriente alcista en el mercado originaria de la euforia tras la victoria del presidente Trump. Janet Yellen, previamente a que dejase su puesto en la Reserva Federal (FED) subrayó que “Las valoraciones de algunos activos parecen altas si se usan algunas medidas de medición tradicionales”.

El ratio del PER es una de esas medidas de medición principales. Su interpretación es simple: precio de la acción de la empresa dividido por el beneficio por acción anualizado; es decir, se estudia si una inversión es cara o no en relación con el coste – beneficio de esta.

Con todo ello podríamos pensar: ¿estamos acercándonos a una recesión nueva?

Lo que sabemos hasta ahora es que tanto la FED como el BCE han mostrado dudas en algunas valoraciones de ciertos activos norteamericanos sobre todo en relación con los índices bursátiles y respecto a la divisa.

El efecto Trump en primera instancia propició un fortalecimiento del dólar y posteriormente las decepciones y las cautelas de los inversores que acudieron al yen y al euro como un valor de refugio. En el caso del euro, los inversores observaron con optimismo (una vez más haciendo gala de su escasa racionalidad en ciertos escenarios) los datos de crecimiento europeo con la situación de un posible nuevo ciclo expansivo económico.

Tras todo lo expuesto en relación con las expectativas y las características irracionales que presenta el mercado debido a su fuerte componente humano conviene determinar que consideraciones deberíamos de tener en cuenta durante este año para posicionarnos en el euro – dólar. Por tanto, habrá que enumerar los factores actuales en torno al dólar y los factores en torno al euro:

Euro:

  • Posible retirada de los estímulos por parte del BCE
  • Un estrechamiento en las rentabilidades de los bonos de Alemania y de EE.UU. a 10 años.
  • Estudio de la inflación subyacente la cual está aún lejos del objetivo de la tasa de inflación del 2% del BCE.

Dólar:

  • Evolución del ciclo económico: desde el 2018, los datos publicados nos muestran una clara aceleración del ciclo en USA. Existen muestras de que el dato de inflación evoluciona al alza lo cual incide en un incremento de los salarios por hora trabajada cumpliendo así los objetivos de la Fed.
  • Política fiscal expansiva y proteccionista: la iniciativa fiscal llevada a cabo por el presidente Trump fomentará una mayor inversión de las empresas. Incluso Warren Buffet se ha posicionado de forma positiva ante esta política fiscal.
  • Gradualidad de la FED (reserva federal: Según las previsiones de la FED en diciembre, el ritmo de subidas de tipos de interés serían tres durante 2018.
    ¿Será Powell igual de previsible que su predecesora, Janet Yellen?

Tras haber leído este artículo, comprobamos como la ley de oferta y demanda se queda algo obsoleta en los mercados financieros. Existe un importante componente de irracionalidad dentro del mercado a pesar de todas las novedades de Big Data aplicadas al mismo. Como inversores individuales debemos de tener una mayor responsabilidad en estos tiempos para poder leer entre líneas esos componentes emocionales que determinan ciertos comportamientos del mercado. En definitiva, el mercado “puts a spell on you” como guiño a Jay Hawkins, aunque las versiones de esta mítica canción interpretadas por Annie Lexox o Nina Simone son también recomendables mientras operas en bolsa. Feliz semana.

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