Hablar de la gestión del dinero en la infancia genera controversia. Enseñarla en los colegios aún más. Sin embargo, el dinero y la crisis son reales. Entonces, ¿cómo darle el valor que le corresponde? Es más, ¿es lo mismo dinero que pobreza?

Aprender el valor de lo material e inmaterial forma parte del desarrollo. El dinero es un concepto abstracto, incluso menos tangible con el uso del pago en línea, por lo que su asimilación se torna más complicada. No obstante, puede hacerse de forma progresiva por edad. Aunque según parece, no se está llevando a cabo de la mejor forma.

Así pues, el informe «Adolescentes 2013: hacia una correcta formación y autonomía en el consumo», realizado por el equipo de investigación de la Cátedra Keepunto-UCM, establece que los jóvenes no disponen de una asignación económica para sus gastos. Por lo tanto, no llevan un control de los mismos, percibiendo un menor desembolso del real.

Los resultados revelan que el 70% no dispone de unas tareas asignadas en el hogar, aun cuando el 62,1% disfruta de la paga mensual o semanal. Además, tampoco funcionaría como reforzador positivo, pues sólo el 51% de los padres piensa que las conductas inadecuadas la invalidarían. Aunque es el 30% quien realmente la suspende.

El resultado es la falta de control del gasto y de la llamada «cultura del esfuerzo», dinámica asumida desde la infancia. Respecto a ella, Mariano Fernández Enguita y Juana León Álamo afirman que el dinero está mal visto por los padres, lo que impide una educación financiera de calidad. Ya no sólo en casa, sino también en los centros escolares. Álamo ha llevado a cabo en 2016 el proyecto educativo Aprender Cuenta, en una población de 5 a 18 años, encontrándose y confirmando la oposición familiar ante tal enseñanza.

El resultado de mantener a la infancia al margen del control económico puede influir en su crecimiento personal. Del mismo modo, puede hacerlo en la toma de decisiones, elección y prioridades. No es sólo la evasión del engaño la finalidad de las enseñanzas económicas. También los recursos que se desarrollan en el proceso.

Después de ver lo que implica, podemos buscar una solución. Un acercamiento al control y valor del dinero en la infancia es el juego. La gamificación es una herramienta eficaz y, más clásica, la Economía de fichas. Es una técnica de modificación de conducta, con el establecimiento de metas a corto, medio y largo plazo. Según se vayan consiguiendo los propósitos se accede a otros más difíciles. Del mismo modo, si no se cumplen los requisitos, no se sumarán fichas y la recompensa se retrasará.

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Pues bien, con el dinero en la infancia puede aplicarse de la misma manera. El resultado es algo caro que se quiera conseguir. Los pasos intermedios son la forma de ganar y ahorrar ese dinero, como tareas domésticas y de superación personal. Al mismo tiempo se ejercita el locus interno y externo, es decir, la conciencia de las acciones controladas y las dependientes del medio. Esto último íntimamente relacionado con la pobreza y la percepción de la misma.

Susan Linn, psicóloga infantil, explica que los niños desarrollan el concepto de grupo de los 5 a los 8 años. Ésta sería la edad ideal para hablar con ellos sobre pobreza. La infancia necesita respuestas al motivo de estar sin techo, cómo ayudar y reforzar su zona de confort. Valorar la situación y fomentar la empatía, salvaguardando la autoestima y estabilidad emocional. Parece complejo. Sin embargo, se retroalimentarán mientras dispongan del apoyo tutelar de la «cultura del esfuerzo».

Con ello, se concluye que aprender a valorar el dinero y su uso no es un error, sino un bien necesario en la sociedad actual. Evita fraudes y ayuda a la autogestión. Eso no resta que el capital sea un utensilio para alcanzar el deseo y la felicidad asociada, no la felicidad en sí. Por tanto, el dinero está relacionado con la pobreza pero no es lo mismo: la pobreza supone un espectro más amplio que el económico.

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