José Antonio Roca García | Piloto del helicóptero del 112 en Aragón.

Nacido en Sabiñánigo (Huesca), tiene 48 años y lleva pilotando helicópteros desde 1991.
Está casado y tiene dos hijos de 5 y 9 años. El tiempo que no pasa en el helicóptero
lo dedica a ellos y a su gran afición: las rutas de motos.

Estamos ante una persona de altos vuelos…

Sí…desde hace muchos años. Se me pasa el tiempo volando eso sí (risas).

¿De dónde nace esta pasión por surcar los cielos?

Pues es curioso, pero yo creo que desde muy pequeño. Mi madre siempre me lo cuenta,
yo tenía mucho interés en las máquinas que volaban. Cerca de casa de mis abuelos había
un cuartel donde aterrizaban helicópteros. Yo me volvía loco hasta el punto de levantarme
de la mesa mientras estábamos comiendo e irme corriendo a verlos aterrizar, es una cosa
que tenía yo ahí metida en las venas.

Así que coger cada día los mandos del helicóptero es un sueño hecho realidad…

Sí, sí. O sea, yo puedo decir que estoy trabajando en una cosa vocacional, yo he querido
ser piloto desde que tengo uso de razón, y más piloto de helicóptero concretamente.

¿Qué siente al saber que cuando vuela, todos los niños (y no tan niños) se quedan
buen rato mirando fijamente su helicóptero?

El helicóptero tiene un efecto de atracción curioso. Es como un engendro que nadie sabe
por qué está volando, y llama mucho la atención el ver semejante cosa con tanto ruido,
con tanto movimiento, con tantos elementos que tiene móviles. Es como un tiovivo
(risas).

De pequeño me gustaba mucho jugar con un helicóptero teledirigido… Imagino que
manejar el del 112 será parecido.

Bueno a ver, tiene similitudes. Los helicópteros teledirigidos hacen cosas muy raras
(risas), que no se pueden hacer con los de verdad. Al final, es como conducir un coche,
es cuestión de saber los controles que tienes que manejar y la función que tiene cada uno
de ellos, y luego aplicarlo.

¿Es un trabajo arriesgado?

Hay unos límites en la operación que tienen que estar muy claros y muy definidos, y no
pasarte de ellos. Si no, puedes entrar en peligro. No solo tu vida, también la de la gente
que va contigo. Confían en ti, y tienes sus vidas en tus manos, es una responsabilidad.

Vamos, que no se puede despistar ni un segundo.

Hombre a ver, los helicópteros son muy modernos, tienen unos sistemas de navegación y
de control muy potentes que te permiten que no sea un vuelo tenso. Tú sueltas los mandos
y no pasa nada, tiene sistemas de navegación que con unos botoncitos te llevan a donde
tú quieres.

¿Entonces tienen piloto automático como los aviones?

Exacto. Prácticamente es como un avión comercial, pero a pequeña escala.

Todos recordamos las imágenes del famoso helicóptero de Rajoy…y alguno que otro
más… ¿Ha estado alguna vez cerca de tener un percance mayor?

He tenido accidentes yo. Gracias a Dios han sido sin víctimas. Pero es como todo en la
vida, si de un accidente, un incidente, sacas conclusiones positivas y obtienes un
aprendizaje, al final eso te sirve para el futuro, para tu carrera.

No podrá negar que usted juega con riesgo cada día.

Sí, pero son riesgos conocidos, son riesgos estudiados, son riesgos entrenados y acotados.
Pero evidentemente, como la vida misma, hay cosas que no se pueden controlar.

Además, aquí… el viento y la niebla suelen hacer de las suyas.

Es que Aragón es una comunidad un poco complicada, porque tiene unos fenómenos que
son muy marcados. Sí que es cierto que son ciclos muy repetitivos cada año, y tenemos
nuestra época de nieblas, que no nos la quita nadie, el cierzo, que esto es marca de la casa.
Y luego bueno, pues en verano tienes las tormentas.

Para el helicóptero, cualquier sitio un poco despejado puede ser una pista de
aterrizaje.

Sí, podemos meter el helicóptero prácticamente en cualquier lado, por meterlo lo metería
en la terraza de mi casa (risas). Pero claro, la cosa es que se deba, siempre hay que
mantener unos márgenes de seguridad. A veces no te queda más remedio que meterte en
sitios complicados. Yo he tenido que aterrizar en una pista de tenis, por ejemplo, para
sacar a una persona de un pueblo, porque no había otro sitio.

Imagino que habrá casos difíciles de olvidar.

Sí, sí. Aquí está claro que estás viviendo emociones muy fuertes todos los días. Si sales a
volar es porque hay alguna desgracia. A mí personalmente lo que más me afecta es el
entorno. La persona que está viendo sufrir a un ser querido o que se acaba de enterar de
que ha habido un accidente de tráfico.

Es duro.

Es muy duro ver cómo llega gente a ver que un familiar suyo acaba de fallecer, y eso lo
he visto con niños, por ejemplo. Cuando hay niños de por medio es lo más duro. Hay un
caso que tengo clavado en el alma, de un niño de tres años que se cayó en una piscina y
se ahogó. Cuando vinieron los padres aquella fue una cosa indescriptible. Entonces mi
hija tenía la edad aproximada de este niño y yo no pude evitar llorar, fue una cosa
insoportable; muy, muy doloroso.

Pero también hará feliz a mucha gente… Para muchos, ustedes son una suerte de
ángeles voladores.

Hay situaciones muy bonitas. Hemos tenido ya varios nacimientos y es muy
reconfortante. Dentro de lo duro que es esto, siempre te quedas con la satisfacción de que
has ayudado a la gente, a que el mal que está sufriendo el paciente sea menor.

¿Surcará los cielos por muchos años más?

Espero que sí (risas). Hombre, ya empiezo a tener mis añitos, hasta los 60 por lo menos
espero estar aquí. Por ganas no será, yo tengo muchas.

 

Todo tiene un comienzo

Para cumplir su sueño de manejar helicópteros, se hizo piloto del Ejército del Aire. Estuvo
destinado en la base de Son Sant Joan (Mallorca) durante 12 años, donde trabajó en el
SAR (Servicio Aéreo de Rescate). Gracias a su trabajo como militar, pudo descubrir una
nueva manera de ayudar a la gente, participando en misiones de rescate en el
Mediterráneo. Aunque muchas veces la función de los ejércitos esté en entredicho, Roca
defiende firmemente su vocación de servicio a los ciudadanos. En 2004 regresó a su
Aragón natal y se puso a los mandos del helicóptero del 112, trabajo que sigue haciendo
actualmente.

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