Kidlat Tahimik (1942), artista y cineasta filipino, critica los procesos coloniales que afectaron a su archipiélago por medio de una instalación de esculturas de madera y mimbre agrupados en tres épocas diferenciadas. Parte de la conquista de España en 1521, se centra en la Exposición General de Filipinas de 1887 y finaliza en la actualidad, en 2021, con la presencia de Hollywood.

“Probablemente lo más destacado es que esta instalación artística ha permitido que un filipino se exprese por primera vez en el Parque del Retiro”, señala la historiadora de arte Celia Gómez. Y explica: “Su propuesta quiere visibilizar y poner de relieve cómo los imperialismos modifican y empeoran las vidas de los nativos, eliminando y sustituyendo sus diferentes culturas por la dominante«. Por ello, expone claramente que el imperialismo no es sólo cosa del pasado, sino que ha continuado siendo el sistema que rige el mundo.

Hace 500 años: la conquista de 1521

Magallanes y Malaca, esclavo e intérprete de comunicación con los indígenas filipinos. Obra de Kidlat Tahamik.
Magallanes y Malaca

En 1521 Fernando de Magallanes llegó a la isla de Cebú, Filipinas. Tahimik representa este hecho histórico con un gran galeón en el que muestra al invasor (guiado por el intérprete Enrique de Malaca) siendo vencido por los nativos tras su desembarco, resignificando la narrativa histórica como una pequeña victoria anticolonial. Representa, a su vez, artesanías realizadas por la población local y las enfermedades que los occidentales llevaron a sus tierras.

La colonización de Filipinas se llevó a cabo en 1564, por Miguel López de Legazpi. Y fue colonia española hasta finales del siglo XIX, cuando Estados Unidos venció en la batalla de Cavite. En el Tratado de París de 1898, el reino español perdió las ultimas colonias de ultramar (Cuba, Puerto Rico y Filipinas); esto supuso el fin de la presencia hispana en estos territorios.

La Exposición y el zoo humano de 1887

En la década de 1880, el zoólogo y director de circo Carl Hagenbeck (1844-1913, Alemania) decidió exhibir seres humanos por Europa. A partir de esa fecha, se normalizaron las exhibiciones etnológicas (se convirtieron en empresas altamente rentables) y se produjeron “como una de las expresiones del imperialismo”. Gómez aclara que “los argumentos para mostrar estos zoos humanos se basaban en el ‘interés científico’”, pero que “detrás de estas acciones para conocer y mostrar a lo que en la época diferenciaban como ‘al otro’, se esconde la ideología imperialista y civilizadora de las potencias coloniales, que son capaces de deshumanizar a personas y reducirlas a objetos de exposición”.

Solamente una década antes de que España perdiese las colonias de ultramar, la reina María Cristina inauguró la Exposición General de Filipinas (1887). Con la intención de presentar el archipiélago que dependía del reino español, se mostraron ejemplos de flora y fauna autóctonos. También expusieron cuarenta personas, de los cuales cuatro de ellos fallecieron.

La historiadora del arte expone que la muerte de una filipina nativa poco después de llegar a Madrid inspiró a Evaristo Aguirre para escribir un soneto en España y Filipinas (publicado el 28 de mayo de 1887). Se tituló “A Basalia”, y su primera estrofa decía: “¡Descansa en paz! Y libre ya de daño / Vuele tu espíritu a la patria pía. / Hija del pueblo que, en ruda porfía / Indómito resiste el yugo extraño”.

La opinión pública y la exhibición etnológica

Las reacciones que generó dicha exposición en su momento fueron variadas. Celia Gómez muestra que el periodista Graciano López Jaena criticó el proyecto por no ser lo suficientemente representativo. El político Juan Álvarez Guerra denunció el “realismo pornográfico”.

Además, la Crónica de la Exposición registró opiniones que describían que la sala resultaba bella y que asimismo revelaba “el gusto indígena” en la que fueron expuestos 40 filipinos que no fueron considerados personas en este zoo de humanos. Y en El Eco Nacional se publicó: “Torpe y grosera idolatría entre los igorrotes. Estos hombres, que, por su modo de vivir, más parecen fieras del bosque que seres racionales”.

La crítica más relevante vino de parte de José Rizal, considerado héroe de la independencia filipina. El “trato humillante que se les estaba dando a los filipinos” le sirvió de inspiración para escribir dos novelas: Noli me tangere y El Filibusterismo. Éstas se prohibieron en el archipiélago por exponer los abusos y corrupción del clero español.

No obstante, la exposición tuvo buena acogida en la sociedad del momento, asegura Gómez: “Por ejemplo, el periódico La Ilustración Española y Americana escribió críticas favorables, incorporando descripciones, grabados y dibujos de la misma”.

Neocolonialismo: Hollywood y la propaganda occidental

Kidlat Tahimik establece un lenguaje artístico para mostrar el paralelismo entre ambos imperialismos –español y estadounidense–, sostiene Celia Gómez. De ahí que el artista asemeje 1521 y 2021. Tahimik “critica duramente la globalización y el sistema capitalista que han impuesto la cultura estadounidense, concretamente la de Hollywood. El artista muestra las consecuencias del imperialismo en la vida cotidiana a través de las producciones culturales como un nuevo caballo de Troya que se introduce silenciosamente para destruir el interior de la sociedad. Frente a ese caballo, se representa a la sociedad filipina, sin armas para defenderse. Así, el capitalismo da lugar a este nuevo neocolonialismo económico y cultural que subyuga al grueso de la sociedad”, detalla la historiadora.

Obra del artista filipino Kidlat Tahimik que representa a las deidades indígenas
Obra del artista filipino Kidlat Tahimik que representa a las deidades indígenas

El objetivo de Kidlat Tahimik es que sobrevivan las costumbres nativas. Por ello, sobrevolando los tres escenarios hay un anillo celestial de deidades filipinas que observan las batallas. Esta estructura representa el foro público de las aldeas, lugar de transmisión oral de las tradiciones.

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