«De conformidad con la Ley aprobada por las Cortes, vengo en sancionar:

Artículo primero.

Quedan amnistiados:

a) Todos Ios actos de intencionalidad política, cualquiera que fuese su resultado, tipificados como delitos y faltas realizados con anterioridad al día quince de diciembre de mil novecientos setenta y seis.»

 

Olvido y represión institucional

Aquel 15 de octubre de 1977 bastaron 47 palabras para sumir en el olvido años de vejaciones, dolor y odio. El olvido de todos aquellos que yacen en cunetas, en el más puro desdén y náufragos en leyes no consensuadas. Son las víctimas del franquismo, protagonistas del más oscuro episodio de la historia de España.

Cuenta aquella frase de Albert Camus que fue en España donde los hombres aprendieron que es posible tener razón y, aun así, sufrir la derrota, que la fuerza puede vencer al espíritu, y que hay momentos en que el coraje no tiene recompensa. España hoy cuenta con más de 88.000 víctimas del franquismo que continúan sepultadas en fosas comunes, convirtiendo a nuestro país en el segundo con mas fallecidos en cunetas, después de Camboya.

El mapa del olvido recorre toda nuestra península, en total, 2.246 cunetas, de las que prácticamente la mitad se encuentran repartidas entre Aragón (594) y Andalucía (492). Tras estas dos comunidades están el Principado de Asturias (320), Castilla y León (187), Catalunya (151), Castilla-La Mancha (139), País Vasco (92), Valencia (85), Madrid (51), Extremadura y Galicia (46 en cada una), Navarra (16), Cantabria (7), La Rioja y Murcia (6 en cada una), Balears (4), Canarias (2) y Ceuta y Melilla (una fosa en cada ciudad autónoma).

Debemos tener en cuenta que España es la única democracia que no se ha puesto a investigar los crímenes de Estado una vez llegada la transición. En 1975, con el fallecimiento de Franco, las cunetas españolas contenían alrededor de 93.000 víctimas. Durante la transición fueron exhumados unos 1000 o 2000 cuerpos hasta el golpe de estado del 23 de febrero, y después solo conocemos la cifra de unos 6000 cuerpos exhumados desde el año 2000 hasta la actualidad.

 

AFP 2018 / Cesar Manso
AFP 2018 / Cesar Manso

Imposibilidad

Seguidamente podemos señalar  como las familias, debido a la Ley de Amnistía, se encuentran ante un alto grado de dificultad si se deciden a buscar a sus familiares y ofrecerles un entierro digno.

Esta ley impide que se puedan juzgar los crímenes del Franquismo y, por tanto, bloquea la exhumación de miles de cadáveres. A nivel de derecho internacional la Ley de Amnistía es ilegal, y se cataloga como delitos de des-humanidad, es decir, delitos que no prescriben. Europa también se convierte en cómplice por no imponerse al Gobierno español y ejecutar la Ley de Derechos de Deshumanización. Cualquier familia que decida emprender acciones legales deberá recurrir a la justicia internacional para proceder a la exhumación de su familiar. Esta es una lucha que se fragua en la más absoluta de las soledades, como hemos podido conocer gracias a Chon Mendieta, hija de Ascensión Mendieta y nieta de Timoteo Mendieta (víctima en manos del franquismo). Ellos, al igual que muchas familias, se tuvieron que sumar en 2012 como querellantes al proceso judicial que las víctimas habían abierto en Argentina amparándose en la jurisdicción internacional, la llamada querella argentina contra los crímenes del Franquismo. Timoteo fue hallado, gracias al tercer al 3 exhorto concedido por la justicia Argentina.

Las propias familias califican La ley de Memoria histórica como ¨insuficiente¨ y piensan que se debería volver a hacer la ley desde el principio, ¨ya todo lo que se hace respecto a las víctimas, odia a estas¨. Destacan la falta de agallas para dejar este tema zanjado. Y es que, aunque esta ley progresó y avanzó en la dignificación de las víctimas con los gobiernos socialistas, nunca fue llevada a la práctica con los gobiernos encabezados por el Partido Popular, ya que la Ley de Memoria Histórica era como si prácticamente no existiera, como si se hubiera derogado. En seis años el Gobierno Popular se ha destinado 0 euros a su financiación. ¨Esta es una forma de no derogarla, pero no financiarla¨ Este mecanismo supone en las familias un efecto de ¨olvido¨ institucional ante la imposibilidad de poder actuar.

Gracias a la hemeroteca podemos saber que el Partido Popular destinó durante sus mandatos de gobierno numerosas partidas presupuestarias en la repatriación de restos de miembros de la División Azul, así como en la financiación del Valle de los Caídos o la Fundación Francisco Franco. Con estas acciones se posiciona ideológicamente en un determinado bando a la hora de honrar y exhumar las víctimas del régimen, diferenciando en el trato tanto normativo como practico, respecto a estos.

Risas y humillaciones en la actualidad

En la actualidad podemos observar como diversos partidos utilizan en el lenguaje de sus mitines la chanza y la risa a costa de las víctimas y les sumergen en la más completa humillación: todos recordamos aquel ¨Los de izquierdas son unos carcas, todo el día con la fosa de no sé quién¨ de mano de Pablo Casado (líder del Partido Popular), o los constantes ataques de Vox a la Ley de Memoria Histórica, exigiendo su cese. No necesariamente tienen que ser entidades políticas, que en su mayoría lo son, sino también podemos observar como diversos medios de comunicación ofrecen patíbulo a franquistas que ensalzan la obra dictatorial de Francisco Franco y niegan a las víctimas en prime time o como conscientemente diversos diarios modifican las cifras de muertos o las alteran, de aquella manera que se envuelve una mentira, envolviéndola de medias verdades. En nuestro recorrido por el olvido, incluso podemos encontrar como numerosos pueblos se niegan a cambiar su callejero en virtud de la ley, y por este motivo encontramos calles en España, dedicadas al dictador Franco y sus esbirros o más significativamente  el propio nombre de un pueblo (Llanos del Caudillo, Ciudad Real)

En un país plural como España no cabe el odio ni la humillación y todas y cada una de las víctimas deberían regresar con sus familias y con ellas la dignidad perdida aquel día de 1977. Una guerra perdida, cuarenta años de violencia, agresividad y el más puro odio.

Para finalizar este artículo debemos indicar, que, en nuestro siglo, esta lucha ya casi se da por perdida, debido a la elevada edad de los familiares que se enfrentan a los procesos legales y la ardua batalla impuesta por las diversas instituciones. Por lo tanto, un reto de la generación venidera es abanderar la lucha por aquellos que lucharon por la más pura democracia y dieron su vida por ello. Es una cuestión de historia, de la intrahistoria de los derechos humanos y el bienestar de todos. La juventud debe concienciarse y sacarlos a todos de las cunetas, por su dignidad, la de su familia y la de nuestro país.

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