El confinamiento y las restricciones por la crisis del coronavirus han hecho que el contacto a través de redes sociales se intensifique aún más, y con ello prácticas como el ghosting. Son muchos los jóvenes que utilizan Internet como medio para conocer a gente nueva y hacer amigos. Sin embargo, estas relaciones virtuales pueden conllevar problemas que en el contacto cara a cara no suelen aparecer.

El término ghosting es un extranjerismo coloquial que no es fácil de definir porque es una práctica poco precisa y su significado puede variar según la persona y la situación. Asimismo, la definición adoptada por el Cambridge Diccionary me parece muy acertada, ya que determina que el ghosting es una forma de terminar repentinamente una relación con alguien al detener toda comunicación con dicha persona. Aún así, cabe especificar que esta práctica suele darse en relaciones que se mantienen únicamente mediante redes sociales y que se han generado también en estas plataformas. Además, no consiste en dar una conversación por acabada, sino que implica ignorar a la otra persona y hacer como si no existiera, como si fuera un fantasma.

Esta práctica de desaparecer de la noche a la mañana de la vida de la otra persona suele ser más frecuente en aplicaciones para ligar

Ante el ghosting, gracias al testimonio de algunas personas que lo han hecho o que lo han sufrido, he podido constatar que hay dos grandes posiciones: una más crítica y otra más benevolente. Esta práctica de desaparecer de la noche a la mañana de la vida de la otra persona suele ser más frecuente en aplicaciones para ligar o conocer gente. Al estar conociendo a una persona desde cero no hay ningún compromiso fuerte y, por tanto, cuando alguna de las dos partes se deja de interesar por la otra, la solución más rápida es dejar de contestar a los mensajes y hacer como si no hubiese pasado nada.

Esta sería la posición benevolente, ya que la persona que hace ghosting no sentiría remordimiento porque al saber que no tiene ningún vínculo con la otra persona, daría por hecho que esta no lo pasaría mal y entendería que simplemente no ha habido conexión. No obstante, en una situación así, aunque la persona que sufre el ghosting puede llegar a entender que la otra haya desaparecido, ya que es un hábito común en este tipo de aplicaciones, no deja de ser un proceso que causa dolor.

Del mismo modo, la posición más crítica con el ghosting es aquella que condena el romper una relación más consolidada, ya sea de amistad o de amor. Así, esta praxis sí que genera una experiencia dolorosa en la persona que lo recibe y normalmente también causa un profundo sentimiento de culpa en quien lo hace. A pesar de ello, quien lo ha hecho considera que es más cómodo y práctico anular todo contacto con la otra persona que dar una explicación o pedir un distanciamiento. De esta forma, la víctima del ghosting puede llegar a sufrir una fuerte ansiedad y angustia al no entender por qué la otra persona ha dejado de hablarle de repente y sin decirle ningún motivo.

En la interacción por redes sociales predomina la deshumanización

Todo esto lleva a reflexionar sobre la transformación que las redes sociales están causando en nuestras relaciones interpersonales haciendo que la empatía y la inteligencia emocional sean dos grandes carencias. Al practicar ghosting, en muchas ocasiones, se muestra un profundo individualismo y una preferencia por mantener relaciones superficiales. Esto provoca que quien hace esta práctica se despreocupe por los sentimientos de la otra persona y deje de ser consciente de la repercusión que pueden tener sus actos. De este modo, si la relación se sustenta en el contacto en vivo, este tipo de acciones ya no son tan habituales, ya que, al estar con la otra persona, y poder mirarle a la cara, todo se humaniza. En cambio, en la interacción por redes sociales predomina la deshumanización y la persona con la que se habla deja de ser una persona y solo es un mensaje más.

Ahora cabe esperar y observar si el ghosting sigue afianzándose más, o si, de lo contrario, se cambia hacia una tendencia que no sea tan dañina.

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Un comentario en «Ghosting: los jóvenes dejan de lado la empatía»

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