El pasado 15 de noviembre, un submarino de la Armada argentina desaparecía sin dejar aparente rastro. El ARA San Juan, nombre oficial del buque, viajaba con 44 tripulantes a bordo desde Ushuaia, punto austral del país, hacia el puerto de Mar de Plata, a 400 kilómetros al sur de Buenos Aires. El día siguiente, la Armada comunicaba que había perdido el contacto con la embarcación, afirmando que se trataba de un simple “problema de comunicación”.

Después de una semana de búsqueda, se hizo pública la detección de una explosión en el lugar de la desaparición, dos horas después del último contacto del submarino. A pesar de la ayuda que Argentina está recibiendo por parte de operativos de más de quince países, no se encuentra ningún rastro. El pasado jueves día 30 de noviembre, La Marina confirmó que seguirán buscando el navío, pero sin esperar encontrar supervivientes. «El Ministerio de Defensa y la Armada argentina informan que hoy jueves se declaró finalizado el caso SAR del submarino San Juan, cambiando la fase de búsqueda del mismo. El plan SAR tiene como misión el salvamento de personas, con el fin de preservar la vida humana”.

Más de 15 países se han sumado a la búsqueda del submarino.

A casi un mes de la desaparición, se han llegado a conocer detalles que podrían explicar qué pasó, pero no son suficiente para encontrar el buque. Además, se teme que el ARA San Juan haya caído hacia un lado de la plataforma continental argentina que puede llegar a los 3.000 metros de profundidad, lo que podría explicar la imposibilidad de encontrarlo.

Entretanto, el gobierno y la Marina argentina han recibido diversas críticas por la labor de comunicación que han ido realizando, pésima para muchos ciudadanos. Los familiares de los tripulantes también muestran su descontento, afirmando que se sabía de la explosión desde el principio y culpando a la Armada de enviar personal a navegar en un buque de 1985. “El jefe de mi hijo me confirmó que están todos muertos porque la explosión fue entre los 200 y 1.000 metros de profundidad hace una semana. Es básico, no hay mucha vuelta para darle. No hay ser humano que sobreviva a eso”, manifestaba el padre de una de las víctimas.

Dos empresas alemanas presuntamente involucradas

Otra cuestión conflictiva ha sido la implicación de dos empresas alemanas en la renovación de dicho submarino. La cadena alemana Tagesschau ha informado que dos empresas del mismo país podrían haber pagado sobornos para suministrar maquinaria del ARA San Juan. Según la noticia, las compañías Ferrostaal y EnerSys-Hawker, consiguieron un un contrato de más de 5 millones de euros para exportar 964 baterías. Y para ello, ambas habrían pagado sobornos. Según la presidenta de la comisión de Asuntos Exteriores del Parlamento argentino, Cornelia Schmidt-Liermann, “existe la sospecha de que hubo sobornos para poder participar en la reparación del San Juan y que firmas alemanas estuvieron involucradas en ello”, y además, estas baterías podrían no ser oficiales: “En la reparación, que incluyó el cambio de baterías, participaron firmas alemanas, pero existe la sospecha de que las baterías que fueron sustituidas no eran, en parte o en nada, de la calidad que debían haber sido. No sabemos de donde llegaron, si de Alemania o de otro país. Por eso queremos saber que técnicos estaban en el lugar y quien firmó diciendo: bueno, esto ya está reparado”.

Por su parte, Ferrostaal, una de las empresas involucradas, ha desmentido su posible responsabilidad en lo sucedido con el submarino, mientras que EnerSys-Hawker no se ha pronunciado sobre del caso.

Colocación de las baterías en el ARA San Juan durante las reparaciones de media vida que comenzaron en diciembre de 2008 en el CINAR (Complejo Industrial y Naval Argentino).

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