4 de mayo, ETA se disuelve, pero no se rinde. Esa es la lectura de los actos preparados por todo lo alto en la localidad vascofrancesa de Cambo-les-Bains, a 25 kilómetros de Bayona.

Un video grabado por ETA en Ginebra, bajo los auspicios de la Fundación Henri Dunant (que colaboró en las negociaciones entre el Gobierno de Rodríguez Zapatero y la banda asesina), en el que “oficializa” su desaparición, al haber cumplido su ciclo o misión histórica, y en el que reaparece el máximo dirigente de la banda, Josu Ternera, junto a otros dirigentes etarras.

Un acto por todo lo alto, grandioso: la presencia del Grupo Internacional de Contacto (GIC), que dirige Raymond Kendall en la escenificación del final de ETA asegura, entre otras cosas, la realización de un “encuentro internacional” de tipo publicitario que será “primordial” para avanzar hacia “una paz justa y duradera” en el País Vasco, en palabras del propio Kendall.

Un acto de propaganda con numerosos representantes institucionales, políticos, agentes sociales y personalidades internacionales.

Una banda que “lo siente”

El grupo terrorista reconoce “el daño causado” y se hace responsable del “daño provocado”, así como que se compadece con el “sufrimiento desmedido” del que ha tenido que ser testigo todo el territorio vasco.

ETA ha pedido “perdón”, se ha puesto de rodillas ante unas víctimas que, según aseguran “no tenían participación directa en el conflicto”

«Muertos, heridos, torturados, secuestrados o personas obligadas a huir al extranjero» es por lo que hoy ETA siente dolor. Una banda que sostiene fríamente que «nada de todo ello debió producirse jamás o no debió prolongarse tanto en el tiempo».

El dolor que no se rinde

ETA se rinde, pero ¿qué pasa con todo el daño causado que ha reconocido la banda en su comunicado? Un grupo que asegura “siente de veras” las 7,265 víctimas que fallecieron o fueron heridas en uno de sus atentados.

No existe una única manera de saber el número exacto de víctimas responsables de los actos de ETA y por ello, han salido a la luz diferentes versiones por parte de distintos organismos, universidades, asociaciones de víctimas e instancias judiciales, que oscilan en un rango de entre 829 a casi 870 víctimas.

Según los datos que ha hecho públicos el Ministerio de Interior, 864 asesinados, de los cuales cerca de un 40 por ciento de estas son considerados civiles. Algo, que, según las últimas declaraciones del grupo, no pretendían.

El historial de atentados, 300 heridas sin cerrar

Son innumerables los actos terroristas que caen sobre la cabeza de ETA. De hecho, hay mucha discrepancia sobre cuál debe considerarse el primer atentado de la banda terrorista, ya que algunas estadísticas se refieren a la niña de veintidós meses Begoña Urroz, muerta por la explosión de un artefacto incendiario en la consigna de la estación de ferrocarril de Amara (San Sebastián) el 27 de junio de 1960, aunque ETA siempre ha negado su relación con esta muerte.

Estas son algunos, que no representan ni la mitad de los atroces atentados cuya autoría recae sobre ETA:

7 de junio de 1968: en un control de tráfico en una carretera guipuzcoana tiene lugar el primer asesinato de ETA, aunque no su primer atentado: la víctima fue José Antonio Pardines, un guardia civil que controlaba el tráfico en la zona.

2 de agosto de 1968: el mismo año, tan solo unos meses después, tiene lugar lo que sí fue el primer atentado planeado y ejecutado por la banda: Melitón Manzanas, entonces jefe de la Brigada Social de San Sebastián, moría a las puertas de su casa, en Irún.

20 de diciembre de 1973: fue el segundo gran golpe de ETA. Unos meses después de haber sido nombrado presidente del Gobierno de España por el propio Francisco Franco, el almirante Luis Carrero Blanco se convertía en la primera persona en este cargo desde que se había iniciado la dictadura.

13 de septiembre de 1974: tuvo lugar en la cafetería Rolando de Madrid, muy cerca de la Dirección General de Seguridad (DGS) y era frecuentada por numerosos policías.

29 de julio de 1979: este día se registraron tres atentados con menos de 15 minutos de diferencia entre ellos. El primero, en el aeropuerto de Barajas (Madrid), el segundo y el tercero, ocurridos 14 minutos después en las estaciones de tren de Chamartín y de Atocha,.

14 de julio de 1986: el siguiente atentado tuvo lugar en la plaza de República Dominicana, también en la capital, y se convirtió en el tercero más sangriento perpetrado por ETA en su historia.

19 de julio de 1987: en esta fecha tuvo lugar el atentado más sangriento de la historia de la banda: con 21 muertos, cuatro de ellos niños, y 45 heridos, una potente bomba estalló en un centro comercial Hipercor de Barcelona.

11 de diciembre de 1987: el ‘comando Argala’ de Aragón aparcaba un vehículo poco después de las 6:00 de la mañana frente a la casa cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza.

29 de mayo de 1991: también en Cataluña, la banda terrorista hizo estallar un coche bomba introducido en una casa cuartel de Vic (Barcelona).

19 de abril de 1995: este día el entonces presidente del Partido Popular, José María Aznar, antes de convertirse en presidente del Gobierno, salía ileso de un atentado perpetrado por el ‘comando Madrid’.

17 de marzo de 2001: con otro vehículo cargado de explosivos, la banda terrorista perpetró este atentado en la localidad de Rosas (Girona), en el que falleció un ‘mosso d’esquadra’, convirtiéndose en la primera víctima de este cuerpo policial asesinada por ETA.

30 de diciembre de 2006: a primera hora de la mañana, el aeropuerto madrileño de Barajas era escenario del estallido de una furgoneta bomba ubicada en la terminal 4, provocando la muerte de dos personas.

El grupo no comete ningún atentado en suelo español desde 2009 —en 2010 un policía falleció durante un tiroteo en el marco de la detención de tres miembros de la banda en París (Francia)— y desde su fundación como Euskadi y Libertad (Euskadi Ta Askatasuna), en plena dictadura de Franco (1959), tardó casi una década en comenzar a actuar.

En definitiva, un episodio en la historia que no se olvidará por mucho que sus integrantes anuncien su caída, una banda que no va a pagar por los destrozos causados durante más de 50 años y que ahora empieza la verdadera cuenta atrás: la reivindicación de la ‘Alternativa KAS’, que nunca han abandonado los abertzales de izquierda.

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