La capitalización de las luchas se ha convertido en una constante con las que las generaciones actuales conviven día a día. Movimientos y causas de todo tipo se ven infectadas por esta ola de apropiación por parte de empresas, bancos o incluso partidos políticos.

«No hay causa que no pueda convertirse en negocio»

El movimiento feminista se ha convertido en uno de los grandes focos de esta capitalización masiva y desmesurada. Empresas multinacionales de todo tipo han hecho negocio a costa de la apropiación de los símbolos o lemas que este tipo de  movimiento llevan como estandarte, creando productos que representen la causa y distribuyéndolos de forma masiva a consumidores de todo el mundo. En este ámbito, uno de los sectores más implicados es el de la moda, aunque no es el único. Partidos políticos de todas las ideologías también usan movimientos como el feminista a modo de maniobras políticas , para así relacionarlos con ciertas maniobras de blanqueo de imagen.

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Imagen, campaña primavera-verano Inditex 2018

El problema con la apropiación de este tipo de luchas ha llegado a tal punto  que se han creado términos específicos para referirse a este fenómeno en diferentes colectivos. De esta forma aparece el  término pinkwashing, que hace referencia a la apropiación de los símbolos propios de la comunidad LGTBI como si de una campaña de marketing se tratara.

Youtubers e influencias llevan dando su opinión sobre este tema desde hace bastante tiempo, añadiéndolo a su contenido. En particular, cabe destacar ciertos videos del youtuber gallego Sebas G. Mouret, que señala como es utilizado este movimiento por ciertas empresas y marcas como método de transmitir a sus posibles compradores o consumidores una imagen de empresa basada en la tolerancia y el respeto, a base de involucrarse de con el movimiento LGTBI. Aunque en realidad estas empresas no tengan ninguna intención de favorecer al colectivo.

Como un claro ejemplo de lo anterior, tenemos a la empresa multinacional  Burger King, que los días previos a la celebración del orgullo, viste sus logotipos y establecimiento con las banderas LGTBI, pero a la vez, es objeto de sucesos como los acontecidos en su establecimiento de la Plaza de los Cubos (Madrid) en el año 2014, en el que una pareja homosexual fue expulsada del local por darse un beso en publico.

Entidades de todo tipo se benefician de este tipo de causas, ya no se trataría simplemente de la marca de turno que quiere sacar un beneficio monetario a base de vender banderas LGTBI los días previos al orgullo, se trata de un problema mucho más importante, ya que este tipo de causas son apropiadas para las campañas políticas del político de turno o asociadas a la imagen de bancos y entidades que nada tienen que ver o que nada aportan a las causas.

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Imagen, campaña levis 2018

Este tipo de actuaciones por parte de las empresas dejan en claro su falta de compromiso con este tipo de movimientos y a su vez, dejan en baja estima el capital humano y social que pretenden defender a través de estas intervenciones.

Actualmente vivimos en un momento en el que la globalización y la capitalización son los principales agentes de control a nivel mundial. No importa el precio a pagar si a cambio se obtiene el beneficio necesario. La ética pasa a un segundo plano y solo cabe esperar que el consumidor no caiga en la trampa.

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