Muchas expectativas estaban puestas en la COP26, la conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático de 2021, pero no todas han sido cumplidas. Considerada por algunos el evento más relevante del año, la COP26 se cerró el pasado 13 de noviembre con la aprobación del documento final. Los trabajos que llevaron a este documento tuvieron lugar en Glasgow (Escocia) y reunieron a los representantes de 197 países, unidos por el objetivo de luchar contra el cambio climático. Sin embargo, las diferentes perspectivas y necesidades de los países complicaron las negociaciones, con un resultado final de sabor agridulce. 

Las premisas de la cumbre sobre el cambio climático

La 26.ª cumbre sobre el cambio climático, presidida por el ex secretario de Estado británico Alok Sharma, fue precedida por un trabajo preparatorio en Milán. En septiembre, la ciudad italiana acogió a los ministros de medioambiente para debatir algunos temas clave de la COP26, pero también a los jóvenes activistas. De hecho, el mitin principal fue el panel Youth4Climate, en que los jóvenes delegados se reunieron para adelantar propuestas a los líderes mundiales. Al evento asistió también Greta Thunberg, activista sueca conocida por su determinación en la lucha contra el cambio climático. En su intervención, ella criticó duramente a las clases dirigentes, definiendo todas sus promesas un “blah, blah, blah”. Los líderes mundiales trataron de responder a estas acusaciones en sus discursos en la COP26, pero la intervención más convincente fue otra. 

Con sus 95 años, el divulgador científico británico David Attenborough fascinó a los delegados nacionales con sus palabras pragmáticas e intensas: “A lo largo de mi vida he asistido a un terrible declive, pero en la vuestra tenéis que ser testigos de una extraordinaria recuperación”. Attenborough explicó que la civilización fue posible gracias a la estabilidad de la temperatura global, que ahora mismo está en riesgo. La industrialización ha aumentado de forma incontrolada las emisiones de CO2 y las consecuencias ya son visibles. Si antes era posible imaginar el impacto del cambio climático para alguna generación futura, hoy sabemos que los jóvenes de hoy son los que más sufrirán estas consecuencias. Con esta premisa empezaron los trabajos de la COP26, que en 14 días llevaron a la aprobación de un documento con luces y sombras. 

A un grado y medio del fin

El principal resultado del Glasgow Climate Pact fue el compromiso de mantener el aumento de la temperatura por debajo de 1,5°C. Los 197 países reconocieron la naturaleza humana y los efectos negativos del calentamiento global, que ya ha alcanzado 1,1°C respecto a la era preindustrial. Si antes el límite máximo había sido identificado en los 2°C, ahora la voluntad es de no superar el grado y medio para reducir el impacto del cambio climático. Por un lado, este compromiso es revolucionario ya que reconoce que el ser humano es responsable del calentamiento global y propone un objetivo común. Por otro lado, hay una falta de claridad en las medidas que los países tomarán para alcanzar este propósito y evitar escenarios peores. 

La primera acción necesaria para frenar el aumento de la temperatura global es la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. La urgencia de esta intervención ha llevado a los líderes a fijar objetivos a corto plazo: 

  • antes de la próxima cumbre climática, que se celebrará en Egipto en 2022, los países tendrán que implementar medidas de reducción de las emisiones;  
  • 2030 es la fecha límite para alcanzar una disminución del 45% de las emisiones de CO2 con respecto a 2010;
  • dentro de 2050 habrá que lograr la meta de emisiones netas cero (“neutralidad de carbono”).

Sin embargo, no todos los países han confirmado estos plazos. China e India, entre los principales responsables de las emisiones globales, anunciaron durante la cumbre su intención de posponer el objetivo de neutralidad de carbono: China no lo logrará antes de 2060, mientras que India esperará hasta 2070. 

Colaboraciones y tensiones en la COP26

Otro resultado significativo de la COP26 es el fortalecimiento de la cooperación entre los países más ricos y los en desarrollo, que suelen ser también los más afectados por el cambio climático. En el Pacto de Glasgow, los países ricos renuevan su promesa de enviar 100 billones de dólares por año a los países más pobres para hacer frente a la crisis climática. En realidad, este acuerdo ya existía, pero los países en desarrollo siguen esperando los importes prometidos. De igual manera, no está claro cómo se supervisará la entrega de este dinero a partir de ahora. Por otra parte, un avance concreto es la creación del fondo Loss and damage («pérdida y daño») para los mismos países más pobres. En este caso, el dinero se destina a compensar los daños ya causados por el cambio climático. 

El último logro del Pacto de Glasgow concierne el abandono del carbón y los otros combustibles fósiles. La combustión de estos materiales es reconocida como causa primaria del cambio climático, así que la transición ecológica tendrá que incluir también su superación. Otra vez, los que se opusieron a un compromiso radical fueron China e India. En particular, India pidió la sustitución del compromiso de “eliminación” del carbón por un compromiso de simple “reducción”, ya que es un gran productor y consumidor de este material. Los países más afectados por el cambio climático intentaron oponerse a esta modificación, pero el presidente Sharma les invitó a aprobar el texto: “Pido disculpas por el desarrollo de este proceso. Entiendo la decepción, pero es vital tutelar este paquete” dijo con voz quebrada al final de las negociaciones. 

Las reacciones al Pacto de Glasgow

La acogida del documento final de Glasgow fue variable en función de los actores implicados. La activista Greta Thunberg comentó el resultado de la cumbre tal y como había opinado sobre su inicio: “La COP26 se acabó. Aquí hay un breve resumen: Blah, blah blah”. Muy diferente fue la reacción del vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans: “Por supuesto hubiera sido mejor no hacer la modificación final, pero aun así hemos dado un paso hacia la eliminación del carbón. Es como pasar del oro de 24 kilates al de 18: sigue siendo oro”. Pero el mejor balance lo ofreció el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres: “El resultado de la COP26 es un compromiso que refleja los intereses, las contradicciones y el estado de la voluntad política en el mundo actual. Es un paso importante, pero no es suficiente. Es tiempo de pasar al modo de emergencia”.

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