Y para concluir esta serie, en el artículo que puede leer a continuación analizaremos el funcionamiento del sector del gas. Como veíamos en la tercera entrega de esta serie, el gas es extraído en los países donde existen yacimientos de dicho recurso y exportado a los países de consumo, como España.

El transporte del gas natural se realiza en forma de GNL, es decir, en forma de gas natural licuado. Esta forma de transporte en forma líquida es una consecuencia de la gran distancia que existe entre los puntos de extracción de gas y los países de consumo. Al someterse a un proceso de licuación es posible transportar el mismo de forma líquida a través de buques metaneros y gaseoductos.

Una vez el gas llega al país de consumo, se vuelve a someter a un proceso de regasificación, es decir, el gas en forma líquida se devuelve a su estado gaseoso original apto para el consumo. En España, el gas recibido a través de los buques metaneros se almacena en grandes tanques de almacenamiento de GNL en las plantas de regasificación, antes de someterse a este proceso. También es almacenado de forma subterránea en depósitos “naturales”, es decir, capas bajo el subsuelo herméticas que permiten inyectar gas en el subsuelo y almacenarlo en esa ubicación a modo de “reserva”. Estos almacenes muchas veces se corresponden con antiguos yacimientos petrolíferos y de gas ya agotados. Probablemente, hayas oído hablar del almacén de gas “Castor”, que desencadenó una serie de movimientos sísmicos y que estaba dedicado a este fin. Los riesgos que plantean este tipo de instalaciones ha provocado polémica en su uso.

FUENTE: EMV-LEVANTE

La necesidad de plantear el almacenamiento de gas en estado gaseoso bajo el subsuelo surge como consecuencia de la necesidad de abastecer el consumo de gas en momento de “picos de demanda”, como en algunos días de invierno. En estas ocasiones, las plantas regasificadoras resultan insuficientes para abastecer al conjunto de la demanda, por lo que es necesario que existan estos “almacenes naturales”.

En España, los diferentes actores del sector, al igual que ocurría en el sector eléctrico, se dividen en productores, transportistas, distribuidores y comercializadores. El segundo y tercer grupo se distinguen por ser transportistas aquellos titulares de instalaciones de regasificación, almacenamiento y gaseoductos de transporte con una presión superior a 16 bares. Mientras tanto, los distribuidores llevan a cabo una labor de cercanía al ser los propietarios de las redes de distribución de gas de presión inferior o igual a 16 bares.

Las plantas de regasificación, al igual que la mayoría de la red de transporte, son propiedad de una empresa, Enagás. Esta sociedad cuenta con cerca de 11.000 km. de gasoductos por todo el territorio español, tres almacenamientos subterráneos ubicados en Serrablo (Huesca), Gaviota (Vizcaya) y Yela (Guadalajara), y cuatro plantas de regasificación: Barcelona, Huelva, Cartagena y Gijón. Además, es propietaria del 50% de la Planta de Regasificación de Bilbao, del 30% de la de Sagunto y del 100% de Gascan, sociedad que desarrolla el proyecto para la construcción de dos plantas de regasificación en Canarias.

FUENTE: ENAGÁS

Enagás actúa a modo de regulador del sistema, al igual que en el sector eléctrico lo hacía REE. Su función es velar porque el sistema funcione correctamente, y a cambio de llevar a cabo esta tarea además de la de regasificación y el transporte, recibe un pago por parte de los otros actores del sector que es repercutido al consumidor en su factura.

Y es que no es Enagás quien vende finalmente el gas a los consumidores, sino que esta actividad se produce a través de las comercializadoras. Estas empresas, tales como Naturgy, Endesa o Iberdrola. Adicionalmente, la factura que el consumidor recibe de estos comercializadores por el gas consumido incluye el pago de otros peajes como por el uso de la red de distribución local.

Aunque se podría profundizar mucho en la regulación del sector gasista en España, y en las incertidumbres y críticas que ha generado su funcionamiento y normativa, dado que la carácter divulgativo de esta serie hemos tratado de acercar al lector una imagen, una estampa de cómo a grandes rasgos funcionan los principales sectores energéticos en España. De la supervisión y mejora de los mismos pensando en la competencia interna y, sobre todo, en el consumidor final, nos va mucho como país en los próximos años.

 

ARTÍCULOS DE LA SERIE «LA ENERGÍA QUE NOS MUEVE»

I. EL SECTOR ELÉCTRICO

II. LA PRODUCCIÓN Y COMERCIALIZACIÓN Y COMERCIALIZACIÓN DE ELECTRICIDAD

III. EL MERCADO DE OIL&GAS

IV. EL MERCADO DEL GAS EN ESPAÑA

 

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