En Occidente, las protestas de carácter ambiental copan titulares y se elevan como principal estandarte de la movilización social. Sin embargo, más allá de nuestras fronteras, la lucha por la democracia parece más viva que nunca.  Podemos localizar el inicio simbólico de estos movimientos ciudadanos masivos en 2011, cuando la denominada  Primavera Árabe irrumpió en países como Egipto, Túnez y Libia, que vivió el derrumbamiento del autoritario Muamar el Gadafi tras una guerra civil relámpago de apenas un año.

Mientras que en Europa el  primer ministro  Boris Johnson disuelve el parlamento gracias a una intervención de la monarquía, la ciudad de Estambul disfruta de un nuevo alcalde elegido democráticamente, Ekrem Imaglolu, miembro de la oposición al partido de Erdogan,  APK, que controla desde hace años prácticamente todo el territorio turco. En el mismo momento en el  que la extrema derecha italiana prohíbe el rescate de inmigrantes y trata de forzar unas elecciones, huyendo del consenso, en Hong Kong un grupo de estudiantes se levanta temprano para acudir a una manifestación más de las tantas que se han celebrado en los últimos 5 años para exigir una mayor independencia al férreo gobierno chino. La antigua colonia, que goza de un carácter administrativo especial dentro del gigante asiático, es hoy escenario de un conflicto que enfrenta al futuro con el pasado, a la ciudadanía contra la autoridad.

¿Qué es Hong Kong?

Hong Kong es un distrito de siete millones y medio de habitantes, localizado en el sudeste asiático, que se extiende a través de la península de los llamados Nuevos Territorios y de la península de Kowloon bañada por las aguas del mar de la china Meridional, donde descansa la isla de Hong Kong, principal núcleo político y financiero de la zona. Aunque dentro de China Hong Kong proyecta una imagen cosmopolita y moderna, lo cierto es que hasta el final de la Primera Guerra del Opio, que enfrentó a China con los intereses comerciales de la corona británica en 1842, Hong Kong no era más que un puerto más en la costa asiática, que con la firma del tratado de Nankín, que puso fin al conflicto chino-inglés, fue incorporado al decimonónico imperio colonial británico.

La fundación de la Ciudad de Victoria por parte de los ingleses, inaugura una nueva etapa en la región (cuyo nombre, puerto flagrante, procede de la alteración de la palabra china hēung gong), que rápidamente comenzó a occidentalizarse y a disfrutar de infraestructuras como el ferrocarril a principios del siglo XX, que llevaba funcionando en Inglaterra desde 1830. Apenas tres décadas después de la anexión de Hong Kong, otra potencia europea, Portugal, oficializaba en 1887 su posesión de la región de Macao, ocupada desde el siglo XVI.

Bandera de Hong Kong entre 1871 y 1876, durante su etapa como colonia británica. Fuente: Wikimedia Commons

A día de hoy, Hong Kong y Macao, que de nuevo forman parte de China, tienen la consideración de regiones administrativas especiales, con unas competencias de autogestión mayores que el resto de territorios del país, que les permiten desarrollar su propia legislatura y modelo político. Este estatus especial surge de la firma de los tratados de descolonización de ambos territorios. En el caso de Hong Kong, la Declaración Conjunta Sino-Británica de 1984 promovió el reingreso de Hong Kong en el gigante asiático en 1997, con la condición de que el territorio gozase de un carácter especial que le permitiera seguir desarrollando un modelo capitalista y democrático multipartidista. Desde entonces, Hong Kong ha disfrutado de una cierta independencia y ha desarrollado unas políticas paralelas a las del gobierno central, que practica un modelo que combina estrategias comunistas y capitalistas. Sin embargo, la Declaración también refleja que esta situación es temporal, pues Hong Kong perderá sus competencias en 2047, momento en el que se incorporará al resto de provincias chinas.

¿Qué problema hay?

El origen de las protestas que hoy sacuden la región reside en la intromisión, cada vez mayor, del gobierno central chino en el funcionamiento de Hong Kong, que podría estar vulnerando las clausulas de la Declaración Sino-Británica. Estas acciones del gobierno chino, y más concretamente, la ley de reforma electoral presentada por Pekín en agosto 2014, que coartaba la libre elección de candidatos al ofrecer una lista cerrada, desencadenaron el llamado Movimiento de los Paraguas, protagonizado y promovido por la organización Occupy Central, de fuerte componente estudiantil. El alcalde de Hong Kong en aquel momento, Leung Yung-Ching, tuvo que enfrentarse a una crisis en la que la actuación violenta de la policía (que no dudo en emplear gases lacrimógenos contra los manifestantes) deterioró su imagen para siempre. Finalizada su legislatura en 2017, el político chino decidió no presentarse a la reelección, hecho que llevó al mando de la administración a la actual dirigente Carrie Lam.

El grupo Occupy Central For Love And Peace fue fundado por Benny Tai-Yung, profesor de derecho en la universidad de Hong Kong, que debido a su actividad fue condenado por el gobierno chino, junto a otras siete personas cercanas al movimiento, a 15 meses de prisión, de los cuales cumplió tan solo cinco. La organización de Tai-Yung, desde aquellas primeras protestas ha llevado a cabo numerosas acciones pro-democracia, habitualmente actos simbólicos y sentadas que responden a una filosofía pacifista y actitud antiviolenta que, sin embargo, se ha diluido en los enfrentamientos más recientes.

Sentada organizada por Occupy Central en Hong Kong el 29 de septiembre de 2014

Los paraguas, herramientas de los manifestantes para protegerse de los gases lacrimógenos, se han convertido en el signo de las acciones de un grupo de mayoría estudiantil que ocupó el Parlamento en junio, que bloqueó el acceso al aeropuerto en febrero y  en agosto y que convoca periódicamente huelgas universitarias. Dentro del movimiento, que no posee ninguna jerarquía, destacan como los activistas Alex Chow Yong-kang, de 30 años, y Joshua Wong, de 22 años, que desde el principio han ofrecido una gran resistencia ante las autoridades. Aunque el papel de Yong-Kang como secretario general de la Federación de Estudiantes de Hong Kong ha sido de gran importancia, es el carismático Wong el que se alza como principal estandarte de la lucha contra el gobierno central.

La actividad política de Wong se inició en 2012, cuando con tan solo 15 años el joven consiguió reunir a 120.000 personas en un acto de protesta ante la sede del gobierno chino, que buscaba implantar una asignatura de valores patrióticos que, debido a la presiones ciudadanas, nunca vio la luz. Con tan solo 17 años, Wong participó de manera activa en las primeras protestas del Movimiento de los Paraguas. La revista Time reconoció la importancia de Wong en las movilizaciones hongkonesas hasta el punto de nominarle Persona del Año 2014, mérito que finalmente recibieron los luchadores contra el Ébola. En 2016, Wong dotó de una cierta organización al movimiento al fundar el partido político Demosisto, que defiende la autodeterminación de la ciudad de Kong. Con todo, Wong, considerado por China un abanderado de los intereses estadounidenses, no deja de ser una figura controvertida, al liderar un movimiento que parece introducirse cada vez más en una espiral de violencia. Tanto Chow como Wong han sido encarcelados varios meses por su actuación en las sentadas, marchas y manifestaciones. Sin embargo, los últimos acontecimientos han llevado a ambos jóvenes y a gran parte de la sociedad hongkonesa a inyectar de nuevo fuerza a una lucha que lleva sucediéndose años.

Figuras destacadas en el conflicto

Lo más actual

Aunque las protestas se han repetido de manera continua desde 2014, una polémica ley ha reavivado el conflicto entre la región y la capital. A principios de julio, el parlamento chino comenzó a debatir acerca de una ley que permitiría la extradición de ciudadanos acusados al continente para ser juzgados fuera de Hong Kong. La reacción de gran parte de la población, que temía por la independencia judicial de la zona, se materializó en nuevas manifestaciones y disturbios que llevaron al gobierno a aplazar esta ley sine die el día 15 de junio.Esta decisión no tuvo una buena acogida por parte de los opositores, que continuaron con las movilizaciones mientras esperaban que Lam confirmase totalmente la anulación de esta nueva ley.

El 4 de agosto, los hongkoneses progobierno, contrarios al movimiento de Wong, también tomaron las calles, mostrando su apoyo a la policía y al gobierno local, cansados de los enfrentamientos y los conflictos. El pasado 19 de agosto, mas de un millón y medio de paraguas pasearon por las calles de Hong Kong, en la primera movilización sin violencia en mucho tiempo. Cuando parecía que por fin la paz había vuelto a las calles de la antigua colonia, las amenazas del gobierno chocaron de nuevo con la inflexibilidad de los manifestantes, que tras tumbar definitivamente la ley de extradición el pasado 4 de septiembre, aún reclaman la amnistía de los detenidos en las manifestaciones, que se abra una investigación acerca de las acciones violentas de la policía y la dimisión de Lam, entre otras reformas democráticas.

Publicidad del maratón estudiantil convocado por Occupy Central. Fuente: WIkimedia Commons

El domingo 8 de agosto, los manifestantes trataron de llamar la atención de la comunidad internacional, y más concretamente de Estados Unidos, alzando su bandera de barras y estrellas. Sin una respuesta de Estados Unidos, China se reafirma en la versión que lleva ofreciendo desde el principio: las movilizaciones son parte de una estrategia de los estadounidenses para atacar la estabilidad del país.

Con todo, Estados Unidos y China siguen centrando sus esfuerzos en una guerra tecnológica y empresarial sin un futuro claro. Los países europeos tiemblan ante el Brexit, y en España se alza la sombra de unas posibles nuevas elecciones. Nadie tiene tiempo para un territorio que, desde hace años, se debate entre los paraguas y los gases lacrimógenos.

 

 

Este artículo surge del seguimiento de la actualidad en Hong Kong a través de varios medios, y se presenta como un resumen para entender las causas y el estado actual del conflicto con China.

 

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