Desde hace unas semanas, los usuarios de Instagram —mayormente estudiantes— han sido testigos de la viralización de una cuenta que hace alusión a una «revolución estudiantil». La descripción de la cuenta, que ya tiene más de treinta mil seguidores, la conforman la frase «la revolución ha llegado» y una cita de Albert Einstein. Esta última, «es un milagro que la curiosidad sobreviva a la educación reglada», del célebre físico alemán, nos pone en contexto: se trata de un proyecto personal de dos estudiantes de bachillerato en el que ponen a crítica el sistema educativo.

Se tratan de Yomara y Sol, tienen dieciséis años, estudian primero de bachillerato y han accedido a hablar con Código Público. Son las caras no visibles de unas publicaciones que han sorprendido a la comunidad educativa. En ellas se han expuesto numerosas quejas al sistema educativo, además de las respectivas propuestas —para realizar una crítica siempre es necesario proponer algo a cambio—. Algunos de los argumentos generan un fuerte golpe: «tenemos a nuestra disposición un móvil donde podemos adquirir, en cinco minutos, una cantidad de aprendizaje equivalente a un día de instituto».

Podrían analizarse aquí varias cuestiones. Por ejemplo, el hecho de la utilización de las redes sociales como conductor de crítica social. O la recopilación de las quejas de una porción de los estudiantes para crear una especie de comunidad bajo la palabra «revolución». Esto es lo que han hecho, con gran disposición, Yomara y Sol. Aunque cayendo en algunos momentos en la demagogia, albergan en sí el talante necesario para poner el foco en una cuestión que no es para nada nueva: la necesidad de renovar la educación.

Una vez que este proyecto alcance una mayor visibilidad, intentaremos que llegue a representantes de las administraciones públicas para que traten de cambiar un sistema educativo que no representa a la mayoría de los estudiantes.

P: ¿Cómo nació «la revolución estudiantil»?

R: Al entrar a bachillerato, observé que los contenidos de este no causaban motivación ni en los estudiantes ni en mí misma [Sol], la mayoría no se sienten satisfechos con lo que se supone que estamos estudiando. Entonces, un día, estudiando la Revolución francesa en clase de historia, me di cuenta de que tenemos el poder de cambiar las cosas. Se lo propuse a mis compañeros, y Yomara, que es ahora la que trabaja en esto conmigo, se unió a organizar el movimiento.

P: ¿Por qué «revolución»?

R: Decidimos llamar al movimiento «revolución estudiantil» por eso mismo, porque nos inspiramos en la Revolución francesa y porque creemos que para cambiar el sistema educativo es necesario una revolución.

P: ¿Qué es necesario para que haya un cambio en el sistema educativo?

R: Como expresamos en nuestras publicaciones, creemos que se necesita una reforma en el propio sistema: tanto en las asignaturas, como en la forma de estudio y los objetivos.

P: ¿No tiene sentido el bachillerato?

R: Creemos que el bachillerato actual tiene un enfoque muy superficial, con el objetivo de ir descartando alumnos del sistema educativo superior. Son dos o más años que podrían basarse en aprender, y no es así del todo.

P: Afirman que el bachillerato es una serie de conocimientos sin una utilidad real. ¿Qué tipo de conocimientos defienden para una entrada posterior a la universidad?

R: Defendemos unos conocimientos que sean útiles. Nos referimos a la modificación de asignaturas y que esto conlleve un aprendizaje real y no tan solo la memorización, pues esta no se mantiene a largo plazo. Vivimos en una realidad distinta, disponemos de tecnología que podemos emplear en nuestro beneficio, pudiendo sustituir dicha memorización.

P: Dentro de las reformas de las asignaturas, mencionan la necesidad de que se promueva la lectura del «género juvenil» en lugar de «fragmentos de hace 300 años». ¿Si un alumno sale de bachillerato sin saber qué es, por ejemplo, «La Celestina», ¿cuándo la leerá?

R: A lo que nos referimos es que, a parte de «La Celestina», se lean y aprendan otras obras de interés actual, como la literatura juvenil, para promover el hábito de lectura entre los estudiantes. Una vez se haya adquirido este, será más fácil y atractivo entender sobre obras más clásicas.

P: Proponen asignaturas nuevas. ¿Quitarían alguna de las que actualmente se tienen?

R: Nosotras apostamos por la modificación de las asignaturas actuales, haciendo que estas aporten un aprendizaje real. Es posible que el aprendizaje englobe a varias materias. Por lo tanto, se podría dar el caso de la eliminación de alguna, pero no creemos que sea el elemento principal de este cambio.

P: ¿Por qué creen que es necesario que haya una asignatura que trate la «actualidad mundial»?

R: Porque, realmente, desconocemos la mayoría de los sucesos que ocurren en la actualidad. Aunque dispongamos de noticias, no contamos con recursos que nos proporcionen un criterio para interpretarlas.

P: También refieren una asignatura que trate la política desde un punto de vista «objetivo». ¿Por qué es necesario que se aprenda sobre política en el instituto? ¿No se podría convertir esto en una herramienta subjetiva de adoctrinamiento político por parte de los profesores?

R: Creemos que es necesario, ya que nuestra generación serán los futuros votantes. Por lo tanto, necesitamos obtener y aprender información objetiva acerca de la política para crear un criterio propio. Entendemos que, si esta materia se basa en unos objetivos pactados y objetivos, esto último no debería suceder, ya que se desarrollaría de una manera en la que sería fácil detectar cuando el docente se extralimita.

P: Para finalizar centrándonos nuevamente en el proyecto, hay algunos alumnos que no están de acuerdo en todo lo que exponen y lo hacen ver a través de los comentarios. ¿Qué hacen con este tipo de críticas?

R: Cuando nos dejan críticas constructivas, reflexionamos para que este movimiento globalice la opinión de la mayoría de los alumnos, como hacemos con las propuestas.

P: ¿Qué tienen pensando realizar después de que el proyecto haya tenido tal aceptación?

R: Una vez que este proyecto alcance la mayor visibilidad posible, intentaremos que, a través de los medios de comunicación, este proyecto llegue a representantes de las administraciones públicas para que traten de cambiar un sistema educativo que no representa a la mayoría de los estudiantes.

 

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