El asalto al capitolio del pasado 6 de enero hizo reflexionar a muchos periodistas sobre las causas de la extrema polarización que se vio reflejada en aquellos sucesos. A partir de ese día, hubo algunas voces que denunciaron la contribución de la prensa y los medios al aumento de la polarización. En España, al igual que Estados Unidos, los medios también son responsables de la división social y esto se puede ver plasmado en un formato muy frecuente en nuestra parrilla televisiva: las tertulias.

La mayoría de las tertulias de nuestro país se basan en comentar y discutir sobre temas de actualidad por parte de una cantera fiel de periodistas que tienden a la bronca, los debates con poco fundamento y la confrontación directa. Este tipo de tertuliano suele caer en la defensa acérrima de un pensamiento político concreto haciendo que ya se sepa que va a opinar sin ni siquiera haberlo escuchado. Del mismo modo, el programa está pensado para que se genere esta discusión y los propios colaboradores se llegan a colocar en dos bandos según lo que defienden, tal y como vemos en los parlamentos. Los políticos son un reflejo de nuestra sociedad y si el nivel de discusión en la política está por los suelos, en el periodismo también.

Yo entiendo las tertulias como un espacio de reflexión para poder tratar en profundidad los temas de la actualidad dejando de lado la mera confrontación y centrándose en el análisis de periodistas, que como expertos en la actualidad que trabajan a diario con la información, tienen mucho que aportar. Sin embargo, cada vez son más los tertulianos que parece que estén puestos por partidos políticos y que simplemente se centran en mostrar opiniones superficiales acompañadas de ataques al adversario político. Pero, desafortunadamente, esto es lo que más audiencia genera.

Estos programas mediante todo tipo de técnicas logran convertir la actualidad informativa en un espectáculo sin fin

El infoentretenimiento, donde podemos enmarcar la mayoría de las tertulias televisivas, se basa en la unión de contenido de entretenimiento con la información y es que la espectacularización periodística en los medios es una clara fuente o síntoma de la división social. Estos programas mediante todo tipo de técnicas logran convertir la actualidad informativa en un espectáculo sin fin. La utilización de música épica, el uso de multipantallas con señales en directo desde diferentes puntos y la aparición de letreros que van cambiando constantemente empujan al espectador a vivir la actualidad como si cada día fuese un día histórico, a vivir la última hora con la adrenalina de un paracaidista.

A todo esto, cabe sumar las discusiones entre los tertulianos que son la esencia de la teatralidad televisiva donde todos los temas deben generar conflicto directo entre los periodistas para enganchar al espectador. La audiencia está cada vez más acostumbrada a este contenido que antes solo veíamos en los programas del corazón y ahora lo está inundando todo. Así, los tertulianos que más vehementemente defienden sus posturas se están convirtiendo en todas unas estrellas televisivas que pueden llegar a opinar de cualquier tema. Estos programas aprovechan para acudir a de este tipo de periodistas y así asegurarse que, durante varias horas de directo y a un coste muy bajo, van a tener a un grupo de colaboradores dispuestos a opinar de lo que sea sacando toda su energía.

Espero que los espacios televisivos para el debate sin gritos, atropellamientos y exageraciones vuelva a tener un espacio digno en televisión

Algunos periodistas que participan en estas tertulias son conscientes de las consecuencias que puede tener este tipo de contenido en la esfera pública y defienden el rol del tertuliano. Algunos incluso rehúyen del uso de la palabra tertuliano, que consideran que tiene connotaciones negativas y prefieren denominarse analistas. Así, se quiere poner de valor el tertuliano como el experto en la actualidad que con su conocimiento y su contacto con las fuentes puede aportar información y reflexiones que complementan a la noticia. Sin embargo, el acelerado ritmo de estos programas, donde las intervenciones de los colaboradores a veces se reducen a escasos segundos, y la espectacularización de la información hacen que actualmente este propósito sea una ardua tarea.

Espero que los espacios televisivos para el debate sin gritos, atropellamientos y exageraciones vuelva a tener un espacio digno en televisión y que el periodismo pueda contribuir activamente a disminuir la tensión social mostrándose como ejemplo para la clase política.

 

 

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Un comentario en «Las tertulias, más leña para la polarización»

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