Las mujeres ucranianas que huyen de la guerra se encuentran en la frontera polaca con “el aborto es asesinato”. Las víctimas de la guerra huyen de su país y los grupos antiaborto reparten papeles que señalan a las mujeres como asesinas. “Si una mujer puede matar a su hijo, ¿qué nos impide a mí o a ti matarnos entre nosotros?”. Es una cita de Teresa de Calcuta que viaja por la frontera. Este límite entre los dos países son 526 kilómetros de longitud donde refugiadas esperan para alejarse de las armas y las tropas.

El ejército ruso está siendo investigado por Liudmila Denisova, defensora del pueblo de Ucrania. Denisova denuncia que Rusia emplea las violaciones como arma de guerra. El organismo ha recibido cientos de casos de víctimas de violencia sexual. Los hospitales y organizaciones en el terreno –por falta de suministro– han contactado con activistas y grupos feministas para el envío de píldoras abortivas para las regiones que estuvieron ocupadas por soldados rusos.

Los problemas no terminan al huir de Ucrania. La respuesta de acogida a refugiados en este conflicto ha sorprendido. Ha chocado respecto de la actuación de la Unión Europea de cara a quienes han huido y huyen de otras guerras, de otros lugares del mundo. Las familias están siendo acogidas: las instituciones se han movilizado rápidamente. ¿Pero qué se encuentran las ucranianas después?

Países vecinos: ¿refugio para las mujeres ucranianas?

Más de cinco millones de ucranianos han huido de su nación en dos meses de guerra. Casi tres millones han llegado a Polonia, le sigue Rumanía con más de 800.000 personas; Rusia tiene 656.000 y Hungría acoge a más de 510.000 personas como consecuencia de la guerra. Como la ley marcial de Ucrania impide a los hombres mayores de edad (entre 18 y 60 años) abandonar el país, la mayoría de refugiados fuera del territorio ucraniano son mujeres y niños. Miles de estas mujeres están embarazadas, algunas de ellas buscan asesoramiento en materia de aborto. La guerra en Ucrania tiene consecuencias directas sobre la vulneración de los derechos reproductivos.

Restricciones de aborto polacas

El aborto está prácticamente prohibido en Polonia desde finales de 2020. La asistencia médica está permitida en casos de violación o riesgo grave de la salud, “pero éstas casi nunca se realizan”, asegura a Código Público la portavoz de la asociación Abortion Without Borders Mara Clarke. “Antes de la sentencia del Tribunal Constitucional de octubre de 2020, el Estado polaco practicaba entre 1.000 y 2.000 abortos al año. Más del 90% de ellos se realizaban en casos en los que el embarazo tenía un mal diagnóstico fetal”, explica Clarke. Por tanto, un porcentaje escaso –señala– tenían lugar como consecuencia de las excepciones que la legalidad polaca tiene en cuenta en la actualidad.

Incide, además, en que la “supuesta legalidad” para las embarazadas por violación “demuestra que las ‘cláusulas de excepción’” no funcionan. “El proceso para obtener (un aborto) por violación es increíblemente traumático”, expresa. La mujer debe denunciar la violación, abrir una investigación penal y obtener un certificado de la fiscalía que “pruebe” que fue violada.

Sí que es legal, apunta la activista, autogestionar tu propio aborto –con pastillas del día después– y proporcionar información. Este es parte del trabajo que hace su organización, con una línea de ayuda operativa cada día.

Polacas en el extranjero: destino Ucrania

“Aquellas que llaman para abortar son dirigidas a una organización fuera de Polonia que puede ayudar”, detalla Clarke. Las asociaciones proporcionan, a su vez, apoyo financiero y logístico para viajar al extranjero y abortar en clínicas. Ucrania era uno de los destinos para las mujeres polacas; sin embargo, la guerra ha terminado con esta vía. “La mayoría de las personas que se han puesto en contacto con nosotros hasta ahora han estado en una fase lo suficientemente temprana del embarazo como para acceder al aborto con píldoras en el lugar en el que se encuentran, pero sabemos que a medida que pase el tiempo muchas más mujeres tendrán que viajar al extranjero para someterse a abortos más tardíos y más costosos en clínicas”, lamenta la portavoz de Abortion Without Borders.

Las organizaciones en Polonia que ayudan a las personas afectadas por la ley de aborto son “muy pequeñas”, describe Mara Clarke. A veces están tan ocupadas, sostiene, que no cuentan las llamadas que reciben. “Sin embargo, sabemos que entre el 1 de marzo y el 19 de abril, 267 personas desplazadas por el conflicto en Ucrania se pusieron en contacto con nosotras para pedir ayuda”.

Rumanía y Hungría: diferencias entre la teoría y la práctica

Rumanía no ha endurecido su legislación, pero en la práctica es complicado el acceso a la interrupción voluntaria. La falta de medios públicos acusa el cierre de numerosas instituciones en los últimos años. La reticencia de los médicos ha aumentado: casi la mitad de los hospitales no practican abortos. Las razones citadas son religiosas y por la reprogramación quirúrgica que provocó la pandemia de la COVID-19.

Por su parte, el mandatario húngaro, Viktor Orbán, ha impulsado una reforma constitucional basada en valores cristianos que limita el aborto o criminaliza la homosexualidad. En los tres países, el peso de la iglesia y la religión dinamitan el aborto. La batalla con la que se encuentran las refugiadas embarazadas que han conseguido huir es el acceso a un aborto seguro.

Reacciones de la sociedad civil, el UE y ONU

Esta situación de vulnerabilidad ha sido criticada ante el Parlamento Europeo. El Grupo de los Verdes/Alianza Libre Europea ha solicitado información sobre la participación de las instituciones comunitarias. ¿Cómo garantizan los derechos sexuales y reproductivos? ¿Y el apoyo a las organizaciones que están en riesgo por ayudar a las víctimas? Falta, todavía, que las instituciones expliquen sus movimientos en esta materia.

La sociedad civil se ha manifestado, a su vez, en distintas ciudades del mundo contra los abusos sexuales: Riga, Londres, Berlín, Vilna. Cientos de mujeres con manos atadas y prendas pintadas color sangre denuncian las atrocidades sexuales perpetradas por los militares. Mientras, Naciones Unidas ha exigido celeridad en la investigación. “Estamos sumamente preocupadas por las crecientes acusaciones de violencia sexual contra las mujeres y las niñas en el contexto de la guerra en Ucrania”, declararon la Representante Especial del Secretario General sobre la Violencia Sexual en los Conflictos, Pramila Patten, y la Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, Sima Bahous.

Violencia sexual reconocida como arma de guerra

El primer reconocimiento formal de los crímenes de violencia sexual como instrumentos de guerra llegó en Ruanda. La sentencia Akayesu del Tribunal Penal de Ruanda señaló el uso sistemático como instrumento de terror. Este dictamen incide en el “impacto devastador que va más allá de la víctima individual, extendiéndose a las familias, comunidades y la población en general”.

Posteriormente, en 2008 la resolución 1820 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas reconoció la violencia sexual como táctica de guerra. Fuesen los crímenes de forma sistemática con fines militares o excusándose en la impunidad. La resolución identifica la violencia sexual como un problema para la seguridad internacional, siendo constitutivas de crímenes de guerra, de lesa humanidad o de genocidio.

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