El coronavirus ha llegado para quedarse: en verano también, pues parece no conocer acerca de temporadas bajas o altas, de calor o frío, de hoteles, hostales o pisos residenciales; de aviones, de trenes, de coches o barcos. Está cómodo en cualquier sitio. Aún más en aquellos donde algunas personas le abren la puerta sin siquiera haber tocado el timbre. ¿Alguien creía que el virus se iba a ir con todas las comodidades que le estamos brindando?
Un país repleto de necios sin mascarilla
Cuando consentí mi programación, escribí algunos titulares de asuntos de los que creía que iba a poder hablar durante el verano. Entre ellos, no se encontraba la palabra coronavirus. Es por esa razón por la que empiezo escribiendo esta columna declarando públicamente mi enfado. ¿Por qué? Rebrotes, personas sin mascarilla por las calles, discotecas atiborradas de sujetos y fiestas privadas sin control. En unas semanas, la pregunta será: ¿qué hemos hecho mal? Y respuestas hay muchas.
Verano en la villa
Estaba a punto de aterrizar en lo que había sido el epicentro del coronavirus en España y no me paré a pensar entonces en lo devastador que había sido allí el virus, aunque era más que consciente de ello. La mascarilla en mi cara me recordaba cada segundo el porqué del «tener cuidado». Más de setenta mil infectados y casi ocho mil quinientos muertos en una ciudad que hacía meses que rogaba por volver a pisar. ¿Cómo se está llevando «la nueva normalidad» en la capital de España?
La nueva normalidad más anormal
Para algunos los tiempos de pandemia y confinamiento han quedado lejanos, como si no hubiésemos estado casi tres meses encerrados en casa. En un principio pensaba que de ésta situación saldríamos siendo mejores personas; y no es para menos, la ciudadanía se unió con una solidaridad que jamás había visto en mis diecisiete años de vida. Pero, lejos de esas muestras de respaldo, volvimos a ser lo que éramos. Y supongo que de eso trataba «la nueva normalidad», de volver al egoísmo que reinaba nuestras vidas.
La gota de sangre que colmó el vaso
La gota colmó el vaso: cuando ya no cabía una desgracia más en Estados Unidos, sin fuerzas por una pandemia de coronavirus que ha matado más de 100.000 personas y una recesión económica de dimensiones desconocidas, estalló la ola de protestas más amplia de las últimas décadas tras el asesinato de George Floyd.
Los grandes olvidados del mundo literario
Al pensar en la literatura y en el mundo literario, la mayoría de las personas piensan en esos grandes escritores que llenan con sus fotos los escaparates del Corte Inglés o del Fnac. Los best seller que todo el mundo conoce y que, incluso los que nunca leen, empiezan […]