Desasosiego en el Mar Menor

Quizá porque nuestra niñez sigue jugando en su playa, la visión de la muerte masiva en diferido del Mar Menor nos causó un enorme desasosiego. Lo aún peor es que la catastrofe era más que evitable. Según El Confidencial, los informes de los expertos habían sido ignorados durante al menos 20 años. Guardados en un cajón por nuestros políticos en favor del desarrollo económico de la región.

El mar menor es una albufera, un trozo del Mediterráneo separado de éste por un cúmulo de arena a la que llamamos Manga del Mar Menor. Esta la convierte en una laguna costera única por sus carácteristicas morfoclimáticas y biológicas.

Lo que vimos el pasado octubre fue la consecuencia de la generación de una serie de desequilibrios en este ecosistema acuático. En primer lugar la instalación de grandes extensiones de cultivos de regadío en el Campo de Cartagena, que han provocado durante años la entrada de nitrógeno y fosforo. Estos elementos son limitantes en el crecimiento de los organismos, lo que generalmente mantiene a las poblaciones raya. En segundo lugar, hay que señalar el enorme desarrollo urbanístico de la zona. Lo que no solo provoca aún más entrada de nutrientes sino que además la facilita gracias al impermeable suelo urbano.

Peces muertos en la orilla del Mar Menor. /EFE

Peces muertos en la orilla del Mar Menor (EFE)

 

Tras estos dos eventos, poca culpa le queda a la gota fría. En 2016 ya podíamos hablar de la transformación de este espacio natural y protegido de aguas cristalinas en una sopa verde. Los primeros en aprovechar el incremento en nutrientes son las algas microscópicas. El crecimiento masivo de estas, que son la base de las cadenas tróficas marinas, genera un aumento de la producción de la materia orgánica. La materia orgánica precipita hacia el fondo, donde sirve de alimento a otros organismos, los heterótrofos. En el fondo de la albufera ya se había detectado que la gran acumulación de materia orgánica había provocado una situación de anoxia (falta de oxígeno) y de acumulación de sustancias tóxicas. A esto, los animales, habían respondido huyendo hacia las capas superficiales.

La gota fría solo fue el puntapié que no necesitaban. Provocó un desplazamiento de aguas superficiales y profundas que acorralaron a los animales en una esquina. Atrapados de tal modo que algunos, desesperados, saltaban del agua a la tierra. Rodeados de aguas tóxicas y sin posibilidad de escapar a un lugar mejor, miles de peces, anguilas y crustáceos acabaron muertos.

Amontonada en la arena, ni amor ni juegos, solo pena.

 

El mediterráneo se calienta

El mismo mes que nos horrorizamos con esta noticia, fue publicado el informe Riesgos asociados al cambio climático y los cambios medioambientales en la región mediterránea de la Unión por el mediterráneo. Sus conclusiones, al igual que las de los informes de hace dos décadas sobre el mar menor, no son halagüeñas. El mar mediterráneo se calienta un 20% más rápido que la media mundial. Ya lo ha hecho 1,5ºC.

En primer lugar, las fuertes precipitaciones. Sí, el calentamiento del mediterráneo está detrás de la generación e incremento de la virulencia de eventos como la DANA que nos dejó hace nada 6 muertos y daños millonarios. También modifica las brisas y favorece las olas de calor. Estos incrementos han sido estudiados por científicos del CEAM (Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo), inicialmente en el intervalo de 1982 a 2016. La actualización de datos a 2018 ya confirmaba la tendencia.

En concordancia con lo que manifiesta el informe del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático), los estudios más recientes señalan que otra de las consecuencias será el incremento del nivel del mar hasta 1,1 metros en 2100. Ese metro dejará en peligro la supervivencia de 3 millones de personas solo en el norte de África. Antes de eso, en unos 30 años, diez ciudades de la región mediterránea estarán entre las 20 con mayores daños anuales por la subida del nivel mar. Otro ranking en los que no es posible enorgullecerse de estar.

La escasez de agua, agudizada los úlimos años continuaría con esa dinámica llegando a afectar a 250 millones de personas si se confirman las previsiones de incremento de temperatura en 2ºC. Estas y muchas otras consecuencias están en el eje de un problema social creciente, los refugiados climáticos, entre los que podemos llegar a encontrarnos . De ellos hablamos en este otro artículo.

 

Anatomía de un asesinato

De los informes mencionados destaca la vulnerabilidad de los ecosistemas marinos. El Mare Nostrum tiene el privilegio de ser considerado uno de los sitios con mayor biodiversidad del mundo, caracterizado además por el alto grado de endemismo de las especies. La contaminación y la acidificación tienen en jaque a toda esa biodiversidad. La acidificación de los oceanos viene provocada por la acumulación de un viejo amigo, el dióxido de carbono. Las aguas marinas y oceánicas captan el dióxido de carbono que, una vez disuelto modifica el equilibrio carbono-carbonato y liberando protones, lo que provoca el aumento de la acidez. Un 41% de los depredadores se ha perdido ya debido a esta acidificación, a esto deben sumarsele las especies con las que acaba la pesca (un 34% hasta el momento). La sobreexplotación pesquera alcanza al 70% de las especies del mediterráneo.

El incremento de las temperaturas ha favorecido ya  la entrada de unas 700 especies invasoras que amenazan la fauna de nuestro mar y sus costas. A esta amenaza hay que añadirle otra: los incendios son cada vez más virulentos: hace más calor y hay más sequedad ambiental y en la flora. El informe de la Unión por el Mediterráneo prevé que el área quemada aumentará un 40% si alcanzamos in calentamiento global de +1,5 ºC. Los gobiernos plantean medidas que nos permitan quedarnos en un incremento del +2 ºC y lo hacen planteando medidas y plazos poco realistas. Debemos asumir entonces que seguiremos viendo incendios como los de este verano en las Islas Canarias, enormes y dificilmente controlables.

 

Actuar

Nuestro vínculo con el mar Mediterráneo sobrepasa nuestra dependencia de los recursos que le extraemos. Nuestros diferentes tipos de clima están influenciados por él, nuestra vegetación, nuestros animales. También nuestra dieta. Esa que es más un estilo de vida que unas pautas de alimentación y que se cree responsable de la calidad de vida de la gozamos en estas costas. Estamos vinculados al mediterráneo emocional y culturalmente, tanto que aquella canción de Serrat es también un himno patrio.

Pero nuestras acciones, y la falta de ellas, tienen consecuencias. Las conclusiones del informe de la Unión por el Mediterráneo son preliminares. Las definitivos serán expuestos el proximo año ante los ministros responsables de medioambiente de los países de la unión. Los definitivos no tienen porqué ser mejores. La catastrofe del Mar Menor llevaba 20 años predicha. Estaba en conocimiento de políticos y empresarios. Esto no impidió que los informes acabasen en un cajón. Que los informes y sus recomendaciones quedasen al margen de la política (sorprendentemente) no impidió el desastre.

Actuar es tomar partido individual para paliar los efectos de esta crisis climática. Pero también es participar colectivamente para evitar que los informes sean ignorados. Los gobiernos regionales y estatales, aún con el lobo en la puerta, no han previsto medidas suficientemente ambiciosas para alcanzar los objetivos mínimos que nos han señalado los expertos. También está en nuestra mano solicitar políticas que primen el bienestar de las generaciones presentes y futuras sobre los beneficios comerciales.

Quizá lleguemos a ver la desaparición de lo que todavía es un paraíso que no sabemos valorar. Quizá, cuando venga a buscarnos la parca, no queden genistas a las que darles amarillo.

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Un comentario en «Matar al mediterráneo»

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