La epidemia del nuevo coronavirus es ya una realidad en España. Junto a ella, como ante cada crisis, viene lo mejor y lo peor de cada uno de nosotros. La crisis sanitaria nos evalúa. Evalúa la capacidad de respuesta de nuestros políticos y de nuestro sistema sanitario. Nos pone a prueba a nivel social y a nivel individual. Toca desde el mundo microscópico a la economía mundial.

El virus de la histeria encuentra su mejor vía de contagio en las redes sociales y en las apps de mensajería instantánea. Por estas vías corren bulos y cálculos poco realistas del futuro avance de la enfermedad. Algunos economistas, sin nociones siquiera básicas de epidemiología, se atreven a plantear hipótesis que los mismos virólogos encargados de investigaciones sobre el SARS-CoV-2 no harían. En la calle se oyen mensajes poco agradables que deshumanizan al grupo de riesgo, nuestros mayores. Como si algunas muertes importasen menos. Otros cuestionan las medidas de prevención difundidas por la OMS al tiempo que desprecian las medidas gubernamentales por insuficientes o duras según la sagrada opinión propia. Los supermercados se vacían, corren formulas caseras para hacer desinfectante y los precios de las mascarillas suben a los cielos.

No todo es malo ni todo es caos histérico pre-apocaliptico. En China, el brote parece controlado. Se desarman los hospitales de campaña improvisados en hoteles y otras instalaciones y los recuperados ya superan el 70%. Si el aumento de casos en China desató el racismo en occidente, ahora ellos responden enviando equipamiento sanitario al país europeo que más preocupa: Italia. Los grupos de investigación avanzan y se plantean vías rápidas para la prueba y comercialización de vacunas y antivirales. Muchos buenos profesionales de la información y la ciencia se afanan en responder a todas las dudas de la sociedad y desmentir bulos.

Es necesario seguir poniendo las cosas en su sitio, reunir información veraz y explicar los matices de las medidas en un país muy acostumbrado a los argumentos del blanco o negro. Es fundamental porque la contención del virus, el desarrollo de la (ya declarada) pandemia y la mayor o menor mortalidad que pueda tener están en manos de todos.

En nuestras manos, literalmente ¿Por qué hay que lavárselas?

En el primer artículo de esta serie se refiere a los virus como trozos de material genético envuelto. Esta envuelta no es anodina. Está compuesta por las proteínas con las que consiguen acceso al interior de nuestras células (las llaves) y, también, de una bicapa lipídica cuya misión es proteger el ARN que es la base del virus. Esa bicapa lipídica es, básicamente, grasa.

El jabón tiene una cabeza hidrofílica y una cola lipofílica. Esto quiere decir que la cabeza se ve atraída hacia el agua y la cola hacia la grasa. La cola de las moléculas de jabón atrae hacía sí la grasa y rompe esa envoltura. En la imagen inferior se refleja lo que ocurre respecto a una gota de grasa, pero es muy ilustrativo sobre lo que le ocurre al virus. Sin la envuelta protectora de lípidos, el virus queda desecho. El jabón, es, por tanto, nuestro mejor aliado frente al virus desde una perspectiva científica.

Mecanismo de acción del Jabón sobre los lípidos. Extraído de un vídeo de VizionaryTeam

Tanto el dónde estornudar o toser, en el anverso del codo, como el qué hay que lavarse frecuentemente, las manos, señalan que estas últimas tienen un interés especial.

Fuera del cuerpo y dependiendo de la superficie, el virus puede permanecer activo (con capacidad de infectar) horas. Tocar esas superficies, incluidas manos ajenas, traslada a nuestras manos el virus. De las manos a la cara solo hay un picorcito. Ni siquiera eso, nos tocamos la cara al menos una vez cada 5 minutos. El contagio puede producirse al tocarnos los ojos, la nariz, o la boca. Además, tanto en las manos como en la cara es fácil que traslademos el contagio a una tercera persona con un abrazo, un beso o un apretón de manos.

Jabón, geles antibacterianos y alcohol

El gel antibacteriano no es ningún caso un sustituto del jabón. Muchos son simplemente jabón caro teniendo en cuenta que el efecto que tienen sobre el virus es similar al de este. Las soluciones hidroalcohólicas (otro nombre de estos geles) solo son recomendables para las manos limpias en periodos cortos entre lavados de mano en los que estos no sean una opción. La efectividad depende de lo limpias que se tengan las manos y de la concentración de que tengan de alcohol y jabón. Las recetas caseras pueden no tener en cuenta estas concentraciones necesarias para acabar con el virus y, por tanto, ser inefectivas.

Un matiz más respecto al jabón: algunos llevan el etiquetado de “jabón desinfectante”, pero tienen exactamente la misma efectividad que el jabón común. También es importante que los lavados de mano superen los 30 segundos de duración y se hagan concienzudamente. Abajo os dejo un video sobre cómo lavarse las manos. Aunque creas que es innecesario la realidad es que pocas veces lo hacemos realmente bien.

Otro inactivador de los virus es el alcohol. Es importante que sea de una concentración superior al 70%. Pero con cuidado porque su uso tópico frecuente deseca la piel. Sobre superficies inanimadas el alcohol al 70% inactiva al nuevo coronavirus en unos 10 minutos. Al 78% de concentración, o superior, lo hace solo en 30 segundos. Aquí se demuestra la importancia de la concentración. Ten en cuenta que en algunas superficies puede pasar hasta unos días, lo que hace indispensable el lavado de manos en cualquier caso.

La gravedad del asunto

Respecto al SARS-CoV, el SARS-CoV-2 está demostrando una mayor capacidad de infección pero una mortalidad bastante menor y dentro de lo predicho en los primeros momentos. En el primer caso, el patógeno logró contenerse y, para cuando teníamos vacunas, había desaparecido. De hecho no ha vuelto a ocurrir un caso de esta enfermedad.

Este era el escenario que se buscaba con este nuevo coronavirus que, sin embargo, ha resultado ser más escurridizo y capaz de diseminarse. La última consecuencia de esto ha sido la declaración de pandemia mundial por la OMS. Recuerdo en todo caso que este termino solo hace referencia a la extensión de la epidemia inicial a una amplia cantidad de países. En resumen, contener el virus en origen o a la mínima cantidad de zonas posible ya no es una opción.

En estos momentos los esfuerzos deben centrarse en proteger a los grupos de riesgo. Los primeros, las personas mayores. Los mayores de 60 tienen una mortalidad muy superior a la media y en la mayoría de los casos tienen comorbilidades previas, es decir, otras enfermedades. Hay que extremar las precauciones también obviamente con las personas inmunodeprimidas. Otro grupo al que tenemos que proteger son nuestro personal sanitario, depende de ellos que las personas que enfermen de gravedad puedan superar la enfermedad.

La enfermedad COVID19 puede pasarse con síntomas leves en aproximadamente el 80% de los casos. El 20% restante es el que requiere hospitalización. Entran en estado crítico un 6% de ese 20. En China ya se contabilizan más de un 70% de recuperaciones. Las personas en las que se confirma la infección por nuevo coronavirus suelen desarrollar anticuerpos en unos 3 a 5 días. Las noticias de reinfecciones no están confirmadas y la evidencia del desarrollo de los anticuerpos las desecha. Volver a dar positivo puede significar fallos en el proceso de alta. La OMS descarta las reinfecciones. Al menos, como en todo lo referente al virus, de momento. Una vez adquirida, la inmunidad dura años en otros virus conocidos.

Seriedad y calma para frenar la curva

Tomar unas medidas u otras a nivel gubernamental o intergubernamental no se demostrarán más efectivas hasta que la situación se estabilice. Sabemos lo que ha funcionado en otros sistemas socioeconómicos pero no todo es extrapolable. Occidente, especialemnte países como el nuestro, tienen sistemas sanitarios preparados para afrontar cierto nivel de las crisis sanitaria. Pero no estamos preparados socialmente para el nivel de contención que se ha realizado en China, que ha sido impresionante desde todos los puntos de vista. La cuarentena forzosa en Wuhan, permitió un descenso en el número de nuevos casos diarios pero se realizó mediante una fuerte represión gubernamental que aquí ni se espera ni se desea.

A lo mejor a lo que podemos apelar es a la responsabilidad ciudadana. Es cosa de todos «parar la curva«. Como ya han explicado en numerosas ocasiones los expertos, no es lo mismo 10 casos en 10 dias que 100 en 1. En total, es el mismo número de pacientes, pero la capacidad de atención de estos en nuestro sistema sanitario es limitada. Lo es en todos los sistemas sanitarios. Otra de las cosas que hemos aprendido de China es que la letalidad del virus aumenta cuando se colapsan los servicios sanitarios. Además de por infección de SARS-CoV-2, la gente va a seguir enfermando y no podemos dejarlos sin espacio en nuestros hospitales ni atención sanitaria.

 

La epidemia del nuevo coronavirus es ya una realidad en España

Diferencia entre la falta de adopción de medidas (curva azul) y de la adopción de medidas (curva naranja) respecto a la superación de la crisis sanitaria.

De @SIOUXSEW @XTOTL @THESPINOFFTV adaptado de Thomas Splettsober

 

Responsabilidad social

Para evitar esta saturación hay que, primero, seguir al pie de la letra las indicaciones de prevención y actuación del Ministerio de Sanidad y los organismos competentes. Segundo, que todo aquel que pueda se aisle socialmente. Esto no quiere decir encerrarse, sino mantener las distancias prudentes y no quedar con amigos o familiares. Se cree que el momento de mayor capacidad de contagio es el previo a la aparición de los síntomas. Según los epidemiólogos son más peligrosas aquellas personas que no le estan dando importancia al virus que los que están arrasando los supermercados. El COVID19 no es otra gripe. Aunque tenga sintomas parecidos, la mortalidad es superior, el virus es de otra familia y, ante todo, es nueva. Conocemos cada día más cosas, pero nos aún queda mucho por saber.

Es dificil explicar todos los matices de la situación. Hay que tener mucha seriedad respecto al virus pero es contraproducente entrar en pánico o exagerar las previsiones. Me reitero, NO vamos a morir todos. NO estamos en una situación pre-apocaliptica. Pero está en nuestras manos que se frene el aumento de casos y, con ellos, evitar el contagio y muerte de personas. Puedes ser infectado y puedes infectar. A más infectados, mayor es la probabilidad de que ocurra una muerte que podía no haber ocurrido. Ninguna muerte evitable es menos que otra.

La ciencia está haciendo un trabajo de gigantes y la crisis acabará por remitir. En lo que debemos estar todos a una es en evitar que siga creciendo la curva. Aquí y ahora es cuando se evalúa lo mejor y lo peor de cada uno de nosotros y de nuestra sociedad.

 

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