Dos años después, A Chorus Line vuelve a Barcelona.


Es extraño, pero a veces nuestras pasiones se nos desvelan en las situaciones más insospechadas. Muchas veces reflexiono sobre el oficio del periodista y sobre las razones que me han empujado, a mí en concreto, a este mundo, y constato que no tienen nada que ver con los ideales, ni con la verdad, ni con Kapuscinski, ni con Pulitzer, sino con los pequeños detalles.

Me gustan las ruedas de prensa porque son un caos. Una rueda de prensa es lo más parecido a la Guerra de Vietnam que nos podemos encontrar hoy en día. Flashes, cámaras sonando, gente empujándose y berreando, nubes de fotógrafos, “mira aquí, ahora mira allá, ahora haz algo”, más empujones, más flashes. Pero de pronto, en medio de todo este fárrago, aparece Antonio Banderas y el mundo se para. Antonio Banderas no camina, se desliza. Con ritmo pausado, pero sin dejar de moverse, entra en el salón, se sitúa frente a las cámaras y sonríe. Se le nota cómodo, en su salsa. Posa, nos hace unas cuantas muecas y se dispone a ser sometido al tercer grado de la prensa.

Hoy, 23 de abril, día de Sant Jordi, he sido llamado a filas al mítico Teatro Tívoli, en el número 8 de la calle Caspe de Barcelona, donde se estrena el musical A Chorus Line, recién desembarcado de Madrid. Allí estuvo casi seis meses en cartel en el teatro Calderón y fue todo un éxito, resultado que espera repetir con el público barcelonés. “El teatro es impredecible. Nosotros no podemos garantizar éxito, pero sí calidad y compromiso”. Sea cual sea el recibimiento de Barcelona, a él no se le nota la inseguridad en la mirada. Han venido a montar un espectáculo y lo demás importa poco. Le acompañan el que será su sustituto en escena, el actor Manuel Bandera, y la codirectora, Baayork Lee, aunque es evidente que su presencia les eclipsa. Todas las preguntas van dirigidas a él.

Dos años después del comienzo de la pandemia, A Chorus Line vuelve a Barcelona. Ese es el titular, con mayúsculas. Dos años después de que tuviesen que quitar el nombre del espectáculo de la cartelera del Tívoli, porque “todo saltó por los aires”, como dice Banderas, el teatro vuelve a lucir el cartel del musical. “Hemos luchado para mantener esto vivo. Alquilamos un hotel en Málaga y lo precintamos para mantener a la compañía unida. Justo cuando empezó la pandemia nos habían propuesto llevar el musical a Broadway, pero se fue todo al garete”. Precisamente en Nueva York se estrenó la obra, en el año 1975, dirigida por Michael Bennett; en Barna, el público la podrá disfrutar del 23 de abril al 29 de mayo.

Antonio Banderas está listo para el público barcelonés

Una periodista le pregunta que cuándo le podrá disfrutar el público catalán encima de un escenario. “De momento, no quiero actuar fuera de Málaga. Necesitamos poner en valor el teatro allí. Hasta que el Soho no empiece a funcionar solo, yo no voy a actuar fuera de Málaga. Nos ha traído mucho. El 50 por ciento del público que ha venido a ver las obras [Company y A Chorus Line] es de fuera”.

Preguntado por el futuro del musical, nos comenta que la aventura se acaba aquí. “Teníamos ofertas de Londres y Nueva York, pero esto tiene que acabarse en Barcelona. Me hubiera gustado ver a la compañía paseando por Central Park antes de levantar el telón en Broadway, pero no ha podido ser. Se nos quedan cosas en el tintero, pero nos damos con un canto en los dientes teniendo en cuenta el contexto”. La gente del teatro es supersticiosa y qué mejor manera de cerrar el círculo que acabar el musical en el mismo teatro donde dos años atrás pareció que el mundo se acababa.

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