Análisis de un hombre del Sur – Por Ciro Gutiérrez Hernández.

 

Una vez más, Robert Eggers nos deja sin palabras con una de sus películas.  Y es que, aunque este sea el tercer largometraje del director y guionista americano, ninguna de estos nos deja indiferentes. El Hombre del Norte es su nueva aventura. Un thriller vikingo realista. Si bien juegan un papel importante en todas sus películas los retorcidos guiones y sus atrevidos argumentos, la principal baza del artista americano es la fotografía. Vamos a desmigar esta última aventura y ver qué hace que sea especial al resto de películas que ocupan en la actualidad la gran pantalla.  

Primero de todo, un poco de contexto. Robert Eggers ha dirigido y escrito tres películas a lo largo de su carrera, mejorando cada cual a la anterior. Debutó en el año 2015 con La Bruja, una película de terror ambientada en los EEUU del colonialismo británico, donde la paciencia es el principal elemento que acompasa la trama y su desarrollo. Continuó en 2019 con El Faro (personalmente, mi favorita), donde una angustiosa relación de aspecto de 1. 19:1 junto con unas imágenes grabadas en blanco y negro. Estos elementos hacen el cóctel perfecto para generar una pérdida del sentido común asícomo de la cordura de los personajes principales y del propio espectador; la realidad se mezcla con la ficción y sólo un destellante plano blanco es capaz de devolver las cosas a su sitio. Y por fin llegamos hasta la tercera y última (por el momento), El Hombre del Norte (2022), donde el estadounidense reúne lo aprendido en las anteriores entregas para crear una película que bascula entre el dinamismo y lo paciente, entre lo sentimental y lo animal, entre la mitología y la historia del hombre. 

(Aviso a navegantes: a partir de estas líneas habrá, inevitablemente, spoilers).

Comencemos por el guión. ¿Cómo hacer que una película que comienza con un alegre retorno del Rey a su casa acabe con su hijo decapitando en bolas en medio de un Volcán a su tío por venganza? Aunque parezca mentira, el guionista nos consigue llevar desde este inicio, un lobo con piel de cordero, hasta un final apoteósico, con Valquirias y demás folklore de la mitología nórdica. El guión nos muestra la evolución del infantil príncipe Amleth hasta convertirse en un hombre con todas las letras, al más puro estilo vikingo. La trama principal se resume en la frase que nuestro protagonista no olvidará y repetirá desde muy pronto: Te vengaré, Padre; Te salvaré, Madre; Te mataré, Fjölnir. Es decir, asistimos a la clásica historia de venganza por parte de un hijo para salvaguardar el honor de su padre y su familia.

Sin embargo, no todo lo que brilla es oro, ni todos son trigo limpio. El transcurso de la historia nos hace ver que no todos los personajes son como aparentan: esto se consigue gracias a que el espectador acompaña a Amleth en todo momento y descubre lo mismo que a este se le revela, nada más.

Si bien todos pensamos al principio (Amleth el primero) que su padre era un gran Rey, más tarde nos enteraremos de su cruel tiranía y su desprecio a su mujer. Aunque esta es otra que tal baila, ya que nos es revelado que esta anima y empuja al hermano del Rey, Fjölnir, a matar a su hermano y hacerse con el trono. Asimismo, este último, Fjölnir, se nos presenta como un traidor y un ser despreciable, cuando descubriremos que es un gobernador bondadoso el cual se preocupa de su familia y de sus siervos. En resumen, un lío que ni un laberinto. Un aspecto que resulta más que interesante es cómo la película consigue mostrar al hombre como un animal más. Desde escenas de rituales con un más que sobresaliente William Dafoe, hasta la última pelea (la Boss Battle) entre Amleth y Fjölnir, ambos desnudos dentro de un Volcán. 

Fotografía: esencial pero no determinante.

Y del Volcán a la linde, tomémonos unos minutos para hablar de la fotografía. Los planos que emplea el joven director son a la par estáticos y dinámicos (como la trama). Desde el primer plano, con unos barcos (plano que se torna en plena secuencia para envolver a estos y situar de fondo el destino, es decir, el reino) hasta los planos más íntimos entre el protagonista y su amante (los cuales parecen cuadros dignos del mismísimo Goya). Esto combinado con violentas escenas, las cuales son desmesuradas pero no excesivas como clama la crítica, e impactantes paisajes nórdicos captan la atención del espectador desde el primer momento. Quizá en esta entrega no destaca tanto la fotografía como la trama o como en otras entregas (El Faro), pero si juega un importante papel para hacer valer al espectador del lugar donde se encuentra el protagonista. Sentir la gélida agua de los mares del norte con fríos planos, o palpar el abrumador calor del Volcán con su negra ceniza. 

Sin embargo, no todo iban a ser flores: la película tiene tramos que aburren.

Si bien mantiene un ritmo muy alto al comienzo, este va perdiendo fuelle mientras que nuestro protagonista disfruta de íntimos momentos con su acompañante femenina. Lo retoma con una creciente tensión a la par que va planeando y consumando su venganza contra su tío. Culmina en una épica batalla en el interior de un Volcán con visita al Valhala como parada final para ambos. 

Como característica a destacar, rescataría la brutalidad. El largometraje consigue, por encima de todo, mostrarnos a los seres humanos tal y como somos. Nos muestra nuestro ingenio, nuestra terrenalidad, nuestro animal y nuestras creencias. Esta película consigue despertar al animal que lleva el espectador y hacerle ver que por muy pulcro o refinado, todos llevamos una bestia dentro. Además, ahora podemos liberarla al completo ya que no es necesario seguir llevando la mascarilla en los cines. Todo el mundo a llenar las salas.

About The Author

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.