Al oír hablar de literatura juvenil, a muchas personas se les viene rápidamente a la cabeza novelas para adolescentes e incluso, en algunos casos, niños. Piensan que se trata de un género más, que engloba los libros que van dirigidos a ese público concreto. Alguna gente incluso piensa que no tiene ningún tipo de relación con la literatura «de verdad» (la que se considera de adultos), y la clasifica como si fuese de segunda. Si algo es cierto, es que la literatura juvenil es una de las más criticadas y puestas en duda.
Sin embargo, todas esas creencias se fundamentan en la ignorancia. El primer mito que hay que desmontar es el de que la literatura juvenil compone un género, ya que esto es un pensamiento completamente erróneo. No es un género, sino la etiqueta que se le pone a la literatura que está pensada para personas jóvenes. Los géneros que engloba son muchos: romance, aventura, terror, fantasía, ciencia ficción, drama… Hay tanta variedad como en aquella que se considera adulta.
Además, aunque algunas personas consideren que la literatura juvenil no tiene profundidad o que no toca temas de importancia, eso también es una falsa creencia. Lo cierto es que, en muchas ocasiones, trata temas de gran peso para la sociedad, como la búsqueda de la identidad, los amores tóxicos, los trastornos psicológicos, y la diversidad.
Esto último se refiere a que son muchos los autores y autoras de esta modalidad de la literatura los que se atreven a meter personajes con los que pueda identificarse un público más diverso, rompiendo la tradición de la cisheteronormatividad blanca y capacitista. La inclusión de personajes que no cumplen la norma y que representan algún tipo de opresión también hace que muchos de los libros estén cargados de crítica social.
¿Es solamente para gente joven?
Es preciso añadir que, aunque su nombre quizá sugiera lo contrario, los adultos también pueden y deben consumir este tipo de literatura. En algunas ocasiones es un respiro de los libros más pesados o difíciles de leer, aunque no por eso menos complejos o de menos calidad. Además, en ellos también se reflejan los ideales de las nuevas generaciones y es una buena manera de saber qué tienen que decir las voces más frescas de la sociedad.
No hay que avergonzarse por consumir literatura juvenil, ¡todo lo contrario! Es tan válida como el resto y está llena de enseñanzas trascendentes e ideas innovadoras. Y como dato extra, cada vez hay más autores, en concreto autoras, que están pisando fuerte con historias que llegan al corazón y que también trasmiten mensajes inspiradores. Akgunos de los ejemplos más sonados pueden ser Victoria Álvarez, Clara Cortés o Iria G. Pagente y Selene M. Pascual. Estas dos últimas autoras incluso han conseguido que uno de sus libros, Antihéroes, vaya a ser adaptado a una serie de televisión por Globomedia.
Para concluir, solamente cabe decir que la literatura juvenil está en auge en este momento y que es una de las que más relevancia tiene en el sector editorial. Hay que reiterar que no tiene menos valor que la que se considera de adultos, aunque normalmente se la tenga en menos estima que los libros que se dirigen exclusivamente a ellos.
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