El 11 de noviembre se celebra el Día de las Librerías y, casualidad o no, la fecha coincide con el nacimiento de uno de los escritores más célebres de la literatura universal: Fiódor Mijáilovich Dostoievski. O simplemente Dostoievski. Por si no fueran suficientes efemérides, este año se celebra también su doscientos cumpleaños. No se necesita más para dedicar unas líneas a este gran autor y hacer un poco de apología de la lectura. A continuación, trataré de convencerte para que dejes de hacer lo que estés haciendo y corras a leer un libro o un cuento de Dostoievski; si es que no lo has hecho ya. Porque vale la pena. 

Empecemos por saber algo más sobre su vida. Dostoievski nació el 11 de enero de 1821 en Moscú, hijo de un médico militar. En 1834 ingresa junto a su hermano Mijaíl en un prestigioso internado moscovita para cursar los estudios secundarios. Tres años más tarde, fallece su madre a causa de la tuberculosis. Poco después, se traslada a San Petersburgo para estudiar en la Escuela Militar de Ingenieros donde se dedicará más bien a leer a los grandes autores rusos como Pushkin o Gógol. En 1843 es ascendido a oficial aunque abandonará la carrera militar para dedicarse a la escritura. No será hasta 1846 cuando, con 25 años, ve la luz su primera obra, Pobres gentes.

Posteriormente, en 1848 es detenido y condenado a pena de muerte debido a su participación en un evento prohibido de ideología socialista. Afortunadamente, la pena le es conmutada por trabajos forzosos. Es enviado a un penal en Omsk, Siberia, donde su salud empeora significativamente (sufrió toda su vida ataques epilépticos) y a Semipalatinsk, actual Kazajistán, donde conoce a su primera esposa María Dmítrievna. Regresa a San Petersburgo en 1859 donde fundará con su hermano Mijaíl varias revistas que fracasan. Muere el 28 de enero de 1881 en la misma ciudad. 

Pequeña guía de lectura

Un buen punto de partida para adentrarnos en el universo literario de este autor es su novela corta El jugador. En poco más de cien páginas, seguimos las peripecias del joven Alekséi Ivánovich en la ciudad ficticia de Roulettenbourg donde da rienda suelta a sus ensoñaciones amorosas y al juego. Se considera que la novela es reflejo de la ludopatía que sufría el propio Dostoievski (nótese el detalle de Rouletten-bourg). Al contrario que otras obras de este autor, que en ocasiones pueden resultar farragosas, El jugador posee una prosa ágil, hasta satírica en algunas ocasiones. Yo tengo la edición de 2014 de Plutón Ediciones que incluye también el relato Un trance difícil pero también podéis encontrarla en la mítica colección Millenium. Las 100 joyas del milenio que sacó El Mundo o en Alianza Editorial (que por cierto, han tenido el detallazo de editar casi toda su obra en español). 

Si El jugador te ha convencido de seguir adentrándote en el imaginario dostoievskiano, bien hecho. Puede que sea el momento de sumergirte en una obra algo más extensa y compleja. ¿Qué tal Los demonios? Quizás sea la menos conocida de las grandes novelas de este autor. Podría situarse junto a Crimen y castigo y Los hermanos Karamazov en importancia pero no se la suele mencionar tan a menudo.

Es muy intensa, muy dramática. Si algo podemos aprender sobre el pueblo ruso a través de sus más grandes autores como Chéjov, Tolstói o Dostoievski, es que viven con gran intensidad. Los demonios a veces tiene el poder de ahogarte en su prosa. Dostoievski lleva a sus personajes hasta el límite emocional y espiritual y tú no puedes evitar sufrir con ellos. Si bien es cierto, también puedes acabar perdido en largas disquisiciones políticas y religiosas sobre lo divino y lo humano. Pero vale la pena correr el riesgo.  

Recuerdos de Siberia: novela autobiográfica

Y mi recomendación especial, la que no puedo dejar de hacer. Apuntes de la casa muerta. Imperdible, imprescindible, inigualable… O como diría un torero “en dos palabras: im-presionante”. Mi fav, vaya. Antes de nada, hay que decir que el título de este libro varía bastante en función de la edición. La mía es de Alianza Editorial también y se decantaron por este. Pero también podéis encontrarla bajo el nombre de Recuerdos de la casa de los muertos o Memorias de la casa muerta. Está basada en la experiencia del autor como reo en una cárcel siberiana donde acabó para cumplir la ya mencionada condena a trabajos forzosos.

Se trata pues de una novela autobiográfica encubierta. Por ella desfilan un sinfín de personajes pintorescos en los que el profundo conocimiento de la naturaleza humana que desprenden todas las novelas de Dostoievski queda más que en evidencia. En serio, léela. Conoce a Petrov, déjate conmover por el joven Mijáilov que se secaba en el penal o asiste a la obra de teatro que preparan los reclusos. 

Sea El jugador, El idiota, Apuntes de la casa muerta o Crimen y castigo no hay que temerle a los autores clásicos. En muchos casos se convierten en tales simplemente porque sus obras traspasan las fronteras culturales y temporales llegando a conmover a personas de todo tipo.

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