Libertad de expresión, objetividad, veracidad, contrastar las fuentes y proteger su identidad, independencia, valores, ética, rigor periodístico… Todos estos conceptos os pueden resultar  más o menos familiares; en especial,  a aquellos que cometisteis la estupidez o la valentía de estudiar Periodismo.

Este artículo constituye una oda al buen hacer periodístico, porque para leer críticas tremendamente negativas  -a veces, injustas- del oficio y/o profesión del periodista disponéis del resto del día.

El inglés Edmund Burke fue quien, hace siglo y medio, popularizó el concepto de “cuarto poder” para referirse a la prensa como institución que ejerce una gran influencia  sobre la opinión pública y la sociedad. Poder y periodismo son dos de los grandes actores que comparten escena  en nuestro mundo desde tiempos inmemorables; en algunas ocasiones, como antagonistas; en muchas otras, como amantes cómplices. Es por eso que muchos cineastas se han visto seducidos por la relación del poder gubernamental y la prensa,  y han decidido llevar a la pantalla algunas de las historias –reales o ficticias- más sorprendentes.

“La única forma de proteger tu derecho a publicar es publicando”, “este periódico estará realmente muerto si no lo publicamos” o “hay que trabajar para los gobernados y no los gobernantes” son algunas de las frases inspiratorias que desprenden los personajes de la última película de Steven Spielberg, Los archivos del Pentágono, estrenada el pasado viernes, 19 de enero, en España.

Parece que un film con la más que galardonada, Meryl Streep, o el tierno actor por excelencia, Tom Hanks, augura un éxito seguro. Puede que sí. Pero es la importancia del tema que trata y sus valores intrínsecos los que hacen que el espectador acabe quitándose el sombrero después de 116 minutos de lucha de intereses más que enfrentados.

Los archivos del Pentágono relata uno de los escándalos políticos de mayor trascendencia en Historia de Estados Unidos. Las grandes cabeceras The New York Times  y The Washington Post deciden publicar unos documentos secretos del gobierno estadounidense sobre la Guerra de Vietnam, librada entre 1955 y 1975. El escándalo del que se hace eco la prensa pone en serios apuros al entonces gobierno de Nixon y a los cuatro presidentes antecesores.

Es en esta película donde Spielberg recupera, a través de una historia del pasado, temas de radiante actualidad: la cada vez más castigada libertad de expresión y la lucha por el empoderamiento de las mujeres. Ah, porque no lo había comentado, pero en la película Meryl Streep da vida a Katherine Graham, la editora de The Washington Post, constantemente juzgada y en el punto de mira de los inversores y hombres de negocios, entre otras cosas, por su condición de mujer.

Pero Los archivos del Pentágono no es la única película que legitima y alaba la práctica periodística. Por eso, en honor a la profesión y a la complicada situación que atraviesa, en aras de que recuperéis la esperanza en los profesionales de la información o, al menos, tengáis plan de “sofá, manta y peli” para unos cuantos días, os recomiendo una serie de filmes donde los periodistas ejercen de investigadores valientes, garantes de la libertad de expresión y luchan por una sociedad, no sé si más justa, pero sí  más y mejor informada:

-Spotlight (Thomas McCarthy, 2015)

-Todos los hombres del presidente (Alan Pakula, 1976)

-El desafío Frost contra Nixon (Ron Howard, 2008)

-Buenas noches y buena suerte (George Clooney, 2005)

-Los gritos del silencio (Roland Joffé, 1984)

-El cuarto poder (‘Deadline’) (Richard Brooks, 1952)

-The Insider (Michael Mann, 1999)

-Zodiac (.David Fincher, 2007)

Espero que algún día esta lista pueda completarse con alguna película basada en escándalos sucedidos en España, porque no será porque no los haya, pero parece que en ese sentido estamos a años luz de los estadounidenses.

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