Las salas Goya y Saura del Paraninfo de la Universidad de Zaragoza acogen hasta el 12 de septiembre la exposición ‘Reincidente’, del artista Enrique Larroy. Estas obras comenzaron a exponerse en febrero de este mismo año, aunque como el resto de salas expositivas, no recibieron visitantes durante los meses de confinamiento. Por ello, se ha alargado esta muestra hasta el mes de septiembre de 2020. 

Se trata de una serie de obras creadas a partir de la equivocación y la corrección de las mismas una y otra vez. El artista cuenta su versión de la exposición y, asegura, es igual de válida que la que puedan experimentar cada uno de los visitantes: “yo lo que hago es una lectura perversa  de la exposición”. Larroy se considera un pintor abstracto pero que, sin embargo, trabaja como si fuera un pintor figurativo. “Yo trabajo mucho con la casualidad, con el azar, con ‘lo encontrado’, me gustaban mucho los ‘sobre sorpresa’ cuando era un niño», explica Larroy. A partir de ahí, la obra ‘Imagen simplificada de la realidad’  está acompañada de una recopilación de fotos que hizo del proceso de creación en el estudio. Tiene 10 años, y hay varias anécdotas de sobre su creación: «Una es que de pronto pueden aparecer en ella frases juntas y es porque en un momento me harté de guardar todos los elementos culturales de los últimos 20 años y decidí utilizarlos para enmascarar”. 

Proceso artístico de Larroy

De esta manera, va construyendo estructuras geométricas de colores sencillos que se superponen unas encima de otras. Con esta técnica el pintor tiene claro su objetivo: “Voy añadiendo y quitando elementos geométricos a la búsqueda de, al final, una estructura que pueda ser por lo menos sorprendente para mí, porque si no me sorprende ni a mí, no tiene sentido pintarla». De su forma de trabajar y de sentir el arte, confiesa que «si algo tiene la pintura es la capacidad de enfrentarte a cosas materiales y descubrir qué te sale, y de ahí llega un momento en el que decides darlo por terminado”. Larroy añade que muchas veces, para él, es difícil decidir el momento en el que la obra está acabada, lo define como un instante “mágico”. 

Una vez la pieza está finalizada y el pintor le ha asignado un nombre, lo enfrenta al público con la curiosidad de saber qué le puede sugerir, como es el caso de la exposición ‘Reincidente’. Plantea, de esta forma, un ejercicio de desciframiento, sin certezas absolutas. Normalmente, tanto el nombre de las obras como la idea y significado que se esconden tras las capas de pintura hacen referencia a anécdotas de su vida cotidiana. “Había unos anuncios que emitían en la televisión en los aparecían unos gráficos que representaban el intestino. Debajo ponía ‘imagen simplificada de la realidad’ y era una cosa que me parecía muy ‘friki’”, relata el artista. 

Obras espontáneas condicionadas por el azar

Muestra otra serie dentro de la exposición ‘Reincidente’, en la que reitera en los deshechos de trabajos anteriores suyos, bajo el título ‘Horizontes basura’. «Voy recogiendo la basura que previamente había arrojado”, apunta el artista. A partir de ese momento, empieza a “jugar” y colocar las piezas desechadas para ver cómo quedan. “Es verdad que durante el proceso se rompen muchos trozos que al final no acabo utilizando, aunque tengo guardados esos pedazos. Seguro que acabarán sirviendo para algo”, señala Larroy. 

Multitud de obras llaman la atención de todo el que se adentra en esta exposición. Se trata, para muchos, de una experiencia visualmente embriagadora. Algunos de los visitantes que acuden a ver las obras destacan los colores vivos y la espontaneidad de las mismas, ya que “parece que hayan sido dejadas al azar en el espacio”. Esto ocurre dado el protagonismo del que dota a la propia sala de exposiciones. Enrique Larroy asegura que sus piezas irán evolucionando y que les añadirá nuevas capas o perspectivas. 

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