¿Quién recordará la lluvia?

No sabemos quién va a recordamos cuando ya no estemos. No sabemos qué es lo que quedará de nosotros. Ni quién será capaz de recordar esos momentos capturados bajo la lluvia. Lo que sí podemos confirmar es que el arte es eterno. Que los sentimientos son comunes, que siempre vamos a poder abrazar las palabras que nos definen cuando nosotros no las encontramos. Que podemos dejar que otro hable por nosotros, que le dé vida cuando ni nosotros la tenemos.

Eso es lo que hace Gloria Gervitzs en Migraciones. Esta escritora trata de encontrar una salvación, se ancla a esas palabras, a esos versos para poder seguir viviendo. Intentando encontrarle sentido a todo a través de sus poemas. No hay nada más humanos que expresarnos a través del arte. De intentar comprendernos con palabras. A lo largo de las páginas podemos ir descubriendo como el yo poético se enfrenta a algo tan duro como la pérdida de un ser querido. De un apoyo indispensable para ella, su madre. El poemario está dividido en partes, dónde podemos ver cómo se va enfrentando a esa lucha continua de seguir a flote cuando alguien ya no está con nosotros.

La escritora invita al lector a empaparse con ella bajo la lluvia, a poder experimentar su dolor. Para ello se ayuda de símbolos que crean una ambientación agónica, a veces casi claustrofóbica. Con ese incesante gotear de la lluvia. Con cada gota deja marcado al lector con un recuerdo, desde su infancia a la madurez. Muestras de personalidad arrolladora con cada verso. El descubrimiento personal es algo que al igual que la lluvia está sobre nuestras cabezas. Gervitzs trata de entenderse a sí misma de comprender con ayuda del lenguaje cómo se siente. También encontramos momentos en los que da rienda suelta al erotismo y nos muestra lo sensual de las palabras.

Otro símbolo que se marca con fuerza en nuestra retina es el poder de los sueños. En más de una ocasión el poder onírico le hace cuestionarse si todo lo que estamos viviendo no es más que un sueño. Esto de nuevo hace referencia a la problemática de la existencia humana. Gloria Gervitzs, al igual que los románticos, se apoya con la naturaleza para que exprese su dolor y angustia. La propia naturaleza es la que nos envuelve en cada verso, atacándonos, sin dejarnos indiferentes ante sus palabras. En relación a la naturaleza hay que hacer una mención especial a la delicadeza con la que incluye las flores y sus olores, hasta llegar al punto de poder sentir su fragancia emanar del texto.

La figura de la madre se convierte en un reflejo de en lo que se está convirtiendo ella. Todo lo que odiaba, todo lo que admiraba. En muchas ocasiones se confunden las personalidades, no se sabe dónde empieza ella y dónde su madre. Acaban siendo reflejo y contraposición la una de la otra. Un espejo ante la feminidad y a la forma tan distinta de ser mujer, de enfrentarse al crecimiento y a la vejez.

El estilo de Gloria Gervitzs es impecable, pasando de unos versos largos y cargados de descripciones hasta terminar con pocas palabras cargadas de connotaciones en cada verso. Casi como si hubiese sacado ese desorden de su mente y lo hubiese plasmado en el papel. La autora tiene un tono desgarrador durante toda la obra, descorazonador e inmediatamente sincero. Consigue con sus palabras calar todo aquello que estaba en su mente. De forma catárquica el lector puede empaparse de ello y sacar a flote todos aquellos fantasmas y preguntas que siempre ha tenido dentro de sí. Gervitzs planta en nosotros la semilla de la ansiedad continua de no saber qué somos, en quién nos estamos convirtiendo y qué será de nuestros recuerdos cuando ya no estemos ahí para poder mostrarlos. Esa lluvia constante alimenta la necesidad de seguir avanzando, de absorber cada gota de inseguridad, cada curiosidad, cada ritmo. No sé quién recordará la lluvia, ni quién podrá soñarnos. Pero lo que sé es que Migraciones de Gloria Gervitzs es una experiencia inolvidable.

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