Ver el amanecer al despertar o el atardecer con el final del día, mientras se respira aire fresco y limpio. Vislumbrar esos colores pastel mezclándose con las formas del paisaje. Ser “testigo de la fotosíntesis” y del cambio de la naturaleza a lo largo del año. Ver envejecer a tus padres, o disfrutar de los lentos ritmos de la vida del campo, de la vida rural. Estas son algunas de las ventajas que encuentra Sonia Lanuzza (Alcañiz, 1975) en cuanto a la vida de un artista en el medio rural. Ella es directora teatral, antropóloga cultural y trabajadora social. Además, cuenta con un espacio cultural donde va creando espectáculos que aúnan el teatro con las diferentes ramas artísticas. Entre sus obras más conocidas que han salido de dicho local, se encuentran ‘La Noche Roja’, donde homenajea a un antiguo bar alcañizano, y ‘Teatro fácil’. 

Carolina Riveros (Caracas, 1982) también empezó su andadura atraída por el teatro. Tras formarse en la Universidad de Los Andes y licenciarse en Teatro e Historia del Arte, ha continuado su trayectoria además orientándola hacia el cine. Actualmente es una actriz en Calanda -lugar en el que tiene raíces su marido-, tierra con una importante cultura cinematográfica gracias a la figura de Luis Buñuel. “Los pueblos tienen la bondad de ofrecerte la tranquilidad que se necesita para la creación. «Agradezco estar en un sitio con tanta calidad de vida y tantos referentes artísticos”, reconoce Riveros. Y añade que no por ser un pueblo hay menos cultura: “Con quien te topes, o le gusta la fotografía, o es músico, o escribe, etc.”. 

Por su parte, Ángela Pérez (Alcañiz, 1990) es diseñadora gráfica y especialista en gestión cultural, y cuenta con un estudio de imagen corporativa en Alcañiz, ‘Thesseo Estudio Creativo’, en el que trabaja con otros dos profesionales. Ella asegura que a día de hoy con las conexiones a Internet, no ve desventajas de ser artista en el medio rural. “No depende tanto del sitio en el que vivas sino de las ganas y la pasión, y eso se refleja en tu trabajo y encuentras tu sitio en el mercado”, aunque también asegura que la cercanía de la gente conocida en los pueblos es “fundamental”. 

 

Sonia Lanuzza, Carolina Riveros y Ángela Pérez son tres ejemplos de artistas que realizan su labor en el medio rural

Existen muchos tipos de cultura, igual que distintas artes, con sus distintas ramas, y sus distintas corrientes. Sin embargo, la obra de estas tres artistas representa aquella que nace del cariño por su tierra. No se trata solo de sacar la inspiración de lo más profundo de uno mismo, sino de aunarla con el medio. Ser continuación de la naturaleza, como en el caso de Sonia; meterse de lleno en la vida de un pueblo, como ha procedido Carolina, con el que, aunque lejano hasta hace poco, tenían más en común de lo que podía parecer. Y ser consciente de la suerte que es que te conozca “todo el mundo” en el pueblo, como se ha dado cuenta Ángela. 

 

Ángela Pérez, una experimentadora de las distintas posibilidades del arte

Esta es una destreza que, en ocasiones, se distingue de aquella que se ve en las urbes. No hay grandes exposiciones todos los días, ni piezas de teatro por los mejores artistas internacionales, ni conciertos multitudinarios. Sin embargo, las tres bajoaragonesas coinciden en que se trata de un resultado final donde importa mucho el proceso, pero donde la gente es más “fiel”. Hay cierto carácter de conexión y de sentirlo como algo propio, algo del pueblo. “Es mucho más satisfactorio. En las ciudades por lo general se suelen plantear proyectos más efímeros, mientras que en un pueblo buscas conectar con la gente, centras más tu público objetivo, y aunque esto puede suponer más trabajo, también le da un valor añadido a la obra”, explica Ángela Pérez, tras su larga experiencia también en gestión cultural. Ella misma destaca de la vida rural que no se trata de menos oportunidades, sino del planteamiento que cada uno se proponga.  

Ángela Pérez trabajando en el "Thesseo Estudio Creativo" /Fuente: A.P.
Ángela Pérez, trabajando en el «Thesseo Estudio Creativo» /Fuente: A.P.

La alcañizana explica que todo depende del ámbito en el que un artista quiera trabajar -local, nacional, internacional, etc.-, de qué arte quiere ofrecer, para qué tipo de público… Sin embargo, reconoce que “si un artista se quiere enfocar en el ámbito internacional entonces sí que debería trabajar en grandes ciudades, porque aunque internet esté globalizado, es más complicado que alguien consiga ser famoso trabajando desde el medio rural”. No obstante, también reflexiona y entra en el debate sobre quién sería más artista “el que vive de su obra y lo conoce toda la comarca y toda la provincia, o el que hace exposiciones en Nueva York”. 

Ella, en su empresa de diseño gráfico junto a sus otros dos compañeros, se encarga de dar las soluciones gráficas a empresas locales y provinciales, trabajando sobre todo en Teruel. Han enfocado la tarea de ‘Thesseo Estudio Creativo’ al marketing  y a la publicidad y, tal como expone, también hay trabajo para los artistas si su obra se funde con las necesidades del medio rural. 

 

Carolina Riveros: la venezolana que engrandecerá la huella cinematográfica de Calanda

La artista venezolana afincada en Calanda reconoce que en los espacios rurales, o los alejados de las grandes ciudades en general, “a la hora de disponer los presupuestos, son los que menos porcentaje destinan para el arte. Lo que puede suponer un obstáculo, pero no imposible de superar”. Sin embargo, aclara que a pesar de las dificultades que pueda haber para un artista, después todo este trabajo es muy reconocido. “La gente le da mucho más valor a la posibilidad de tener cultura y de poder educar en estos principios”, explica Riveros. Además, trasladando esta teoría al ámbito local de Calanda, ejemplifica que muchos jóvenes acuden al Conservatorio de música, otros bailan y cantan la Jota – baile regional de Aragón-, o practican otras actividades extraescolares como el teatro.   

En el medio rural, artistas como Carolina Riveros, han encontrado su sitio. La venezolana asegura que esto depende del momento en el que se encuentra cada artista y de lo que busque su espiritualidad. Varias de ellas coinciden en que se necesita un espacio de tranquilidad, reposo e inspiración entre un momento y otro de creación, para “llenarte de información propia de nuevo”, como indica Riveros. La artista reconoce que ella, al ser actriz, necesita ese tiempo para salir de un personaje y entrar en el siguiente, y mientras tanto, seguir en contacto consigo misma. Y asegura que para ello, es ideal el medio rural. “Es necesario también para poder nutrirte de nuevos registros”, concluye. 

Este modo de vida se fusiona con el ritmo de la vida rural. Pero además, las necesidades que exige una gran ciudad -como un gran alquiler- no son posibles con importantes periodos de pausa e inspiración, o el propio momento de escritura de la próxima obra.

Carolina Riveros actuando durante el rodaje de una película /Fuente: C.R.
Carolina Riveros, actuando durante el rodaje de una película /Fuente: C.R.

Actualmente, está sacando adelante el guión de un largometraje en Calanda. Durante este proceso, se ha dado cuenta de que un artista nuevo en el pueblo “tiene que abrirse a las oportunidades”. El gran reto, según Riveros, es generar el espacio, por lo que “te conviertes en un productor también para poder lograr tu objetivo de exponer o enseñar al mundo tu arte”. Para ella ha sido un gran desafío además el hecho de convertirse en una autónoma que no se dedica a la actividad principal del pueblo, como es la agricultura. No obstante, confiesa que lo fundamental bajo su punto de vista es introducirse en la vida de la localidad y verlo “desde dentro, no con ojos de afuera”, para entenderlo y poder plasmar sus historias. 

 

Sonia Lanuzza, una artista terremoto enamorada de sus raíces

“El arte es manifestar tu pensamiento creativo en una realidad, que además es algo que tenemos todos, y para mí es desarrollar una manera de estar en el mundo”, expone Sonia Lanuzza. La alcañizana cuenta con numerosas personas que acuden cada semana al local en el que imparte sesiones de teatro unido a la oratoria y a otras ramas diferentes del arte. Tras estudiar arte dramático y antropología en Barcelona, tomó la decisión de regresar a su localidad natal. “Elegí quedarme en la retaguardia y dejar de lado la vida urbana con grandes espectáculos y actuaciones. Esto me da la posibilidad de crear con más tranquilidad y en contacto con la naturaleza”. No obstante, no deja de lado el medio urbano, ya que en ocasiones acude allí para mostrar sus obras y su trabajo. 

Con esta importante decisión, cambió el ritmo frenético de la ciudad y la sensación de “estar encerrada en unos edificios” por respirar aire limpio en espacios abiertos, y el particular ritmo de vida rural. Sin embargo, ha encontrado más trabajo a la hora de desarrollar su vida en este ámbito, ya que ella concretamente vive en el campo y “no es dar a un botón y se enciende la calefacción”.  

Sonia Lanuzza, posando en su local de teatro /Fuente: S.L.
Sonia Lanuzza, posando en su local de teatro /Fuente: S.L.

Actualmente se dedica a las clases de la escuela de teatro y a preparar las respectivas actuaciones. Esta forma de trabajar en su ámbito queda lejos de la realización de grandes producciones, sino que “viene a verlo la gente de mi pueblo y como conocen a muchos de los actores y actrices que aparecen pues les parece bien todo”. No obstante,  reconoce que a veces el “ego artístico” hace reflexionar sobre el valor de estas actuaciones que, tras mucho trabajo, no obtienen la misma repercusión que podrían tener en grandes teatros. Aunque, con las nuevas tecnologías, este inconveniente “se minimiza”. 

A pesar del reducido presupuesto que encuentra que tienen los pueblos a la hora de desarrollar el arte, en comparación con la ciudad -“comprensible porque allí son más personas”-, considera que en su entorno cuentan con una importante oferta cultural: “Las ganas y lo que se proyecta en cultura es equivalente”. Sostiene que la idea de “paletos y paletas” de los habitantes rurales ya ha quedado en el olvido y que, por consiguiente, tanto el medio rural como el urbano dotan de la misma importancia moral al arte en particular y a la cultura en general. 

 

Los futuros rostros del arte estudian en el IES Bajo Aragón 

El instituto de Alcañiz cuenta con el bachillerato de la rama de artes plásticas, imagen y diseño -ya que no todos los institutos aragoneses tienen esta especialidad-. A este centro acuden estudiantes de diversas localidades más o menos cercanas, de forma que acoge a multitud de alumnos. En el curso 2020-2021, han sido 313 los estudiantes que se han matriculado en Bachillerato, contando tanto primero como segundo curso. De todos ellos, 40 han escogido la especialidad de artes (24 de primero y 16 de segundo), lo que supone poco más del 12% de alumnos. Estos estudiantes conforman el grupo de los que posiblemente serán los futuros artistas de la zona, y quién sabe si a escala mucho más amplia.   

Sin embargo, a pesar de que la mayoría de ellos guardan un especial cariño hacia sus raíces, por lo general no ven clara la posibilidad de un futuro como artistas en el medio rural. “Ahora mismo es muy difícil vivir del arte, y quedarse en un pueblo limita aún más tus posibilidades, porque para triunfar necesitas recursos, conocer a gente e intentar hacerte conocido”, asegura Javier Manauta, alumno de esta especialidad en el IES Bajo Aragón. Su compañera Selena Alonso sí que cree que hay lugar para el arte en la España Vaciada, pero no lo contempla para su aspiración: la danza y el mundo del espectáculo. Otra compañera de clase, África Zapater, está de acuerdo, ya que piensa que sí que hay oportunidad, “así como ganas de intentarlo”, aunque se une a que “lo que faltan son medios y recursos”.

En los tres casos se tiene en cuenta el debate de la idea del éxito y las posibilidades en función de las aspiraciones de cada uno. En el caso de Javier Manauta, aún no sabe cómo enfocará su carrera artística, pero sí que le gustan muchos de sus ámbitos. No obstante, él cuenta que junto a sus amigos tiene un grupo de música rap. “Ahora hemos conseguido un poco más de repercusión porque hemos contactado con el ayuntamiento de la localidad para realizar algún evento, y eso para mí es triunfar porque es un sueño que siempre he tenido”, reconoce Manauta. En el caso de Selena Alonso, ella afirma que para dedicarse al arte en el medio rural es preciso tener otra profesión que te dé para vivir, ya que los grandes espectáculos o exposiciones tienen lugar en la ciudad debido al número de población. Aunque “dependiendo de la rama quizá hay artistas que pueden crear su obra aquí y exportarla al resto del mundo”. África Zapater, por su parte, todavía sigue indecisa a cerca de su futuro artístico. 

Los alumnos del bachillerato de artes del IES Bajo Aragón, realizando una práctica en el taller /Fuente: E.P.
Los alumnos del bachillerato de artes del IES Bajo Aragón, realizando una práctica en el taller /Fuente: E.P.

En esta línea, una de las formadoras de estos próximos profesionales artistas, Esther Peña, está de acuerdo con ellos. Peña es la encargada de impartirles ‘Fundamentos del arte’ y ‘Técnicas de expresión grafico-plásticas’. “El mundo del arte es muy complejo”, reivindica. A esto añade que las oportunidades en la España despoblada dependen de la rama que elija cada uno: “La especialidad de fotografía sí que da la oportunidad de ser fotógrafo en el mundo rural, si hacen diseño también tienen posibilidades de trabajar en una imprenta local, pero si quieren ser pintores, por ejemplo, es más difícil”. A pesar de esto, la docente reconoce que a raíz de la pandemia algunos artistas han decidido cambiar su puesto de trabajo y desplazarlo a localidades en contacto con la naturaleza, ya que “cada vez más se trabaja por mediación de las redes”. 

Tanto la docente Esther Peña, como algunas de las artistas, defienden que se puede trabajar en el medio rural, sobre todo gracias a las conexiones a Internet. Pero destacan que se echa en falta el hecho de estar en contacto con otros artistas de la misma especialización y estar “en todo el meollo artístico”. 

Teniendo en cuenta los puntos de vista de cada una de estas artistas, de los futuros profesionales del arte y de una de sus formadoras, queda claro que hay oportunidad en el medio rural. Pero para ello deben aunarse las aspiraciones del artista con las necesidades de la zona. A pesar de que algunos jóvenes artistas no contemplen la idea de un futuro trabajo en la España despoblada, Sonia Lanuzza, Carolina Riveros, y Ángela Pérez son tan solo tres ejemplos de éxito en su ámbito. Queda pendiente el debate sobre quién es más o mejor artista, que plantea Pérez: “El que vive del trabajo que hace a nivel local y le conocen en la provincia, o el que hace exposiciones en Nueva York, pero solo le conoce la gente especializada”. O la idea de triunfo que muestra Javier Manauta, contento por haber llegado a más oídos que los de sus propios amigos. 

Lo que sí que está claro es que ya sean de una rama u otra del arte, hayan establecido en el medio rural su lugar definitivo o estén de paso, vivan de ello o no; en la España Vaciada también hay buenos artistas con mucho que mostrar y que ofrecer a sus vecinos y visitantes. 

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