Si algún día a Luis Enrique le diera por escribir un manual de cómo debe jugar un equipo, según , seguro que recurriría al primer tiempo de España ante Ucrania. Un ejemplo maravilloso de , de cambios de orientación constantes, de presión alta, de movimientos diagonales de los extremos para que se internasen los laterales, de concentración y de ambición. Todo coronado por el brillante contraste entre un pequeño diablo, Ansu Fati, y la pegada de un gigante, Sergio Ramos, que le dobla la edad. Pasado, presente y futuro de España en esa interesante mezcla entre jóvenes y veteranos que promueve el preparador gijonés.

Se puede decir que esta Ucrania de Shevchenko es poca cosa, pero se clasificó para la Eurocopa como líder de grupo, por delante de Portugal, vigente campeón de esta Liga de Naciones que auspició la UEFA y que no tiene todavía gran tirón, pero desde luego mucho más que esos insulsos amistosos de las noches de verano. Se presentaba en el Alfredo di Stéfano de Valdebebas como líder de grupo tras ganar a Suiza y después de 11 partidos sin perder. Y se marchó tras recibir otro 4-0 de España, como en el Mundial de 2006. Las dos derrotas más abultadas de su historia.

Una exhibición de esta revolucionaria España con el mérito añadido de la cortísima semana de preparación en el reestreno del seleccionador. Ilusiona La Roja y asoma como estrella Ansu Fati, ese niño de origen bisauguineano que está llamado para la gloria si no se tuerce o le vuelven loco quienes, en busca de ídolos que se apagan, ya le apodan el ‘Messi negro’. Las comparaciones son odiosas, más aún tratándose del rosarino. Paciencia, tiempo al tiempo, pero desde luego que este extremo supone un soplo de aire fresco en este fútbol moderno, más táctico y físico que fantasioso.

Pasará a la historia la perla del Barça como el goleador más precoz en la historia de la selección española y, además, en Valdebebas, la fábrica del Real Madrid. Con 17 años y 311 días, firmó el tercero de la noche con un gran disparo desde la frontal, tras recorte previo, pegado al poste. Pero Fati fue mucho más que ese gol. Estuvo en casi todas. Descarado, rápido, zigzagueante, imprevisible porque es capaz de salir del regate por cualquier lado, fue incordio permanente para sus defensores.

Nada más empezar el choque, ya se atrevió con un caño y un par de recortes soberbios que preludiaron el penalti que transformó Sergio Ramos, esta vez con suspense ya que Pyatov le adivinó la intención y llegó a tocar el balón. Fati la pedía siempre, al pie o en carrera. Descargaba, daba amplitud al juego o se inventaba algún pase interior genial como el que le brindó a Gerard Moreno.

Sin duda, le espera un futuro muy prometedor al joven Ansu, que también promete muchas alegrías para nuestra selección y para el Barça.

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