No es la primera vez que os cuento aquí cómo el fútbol se ha convertido en un negocio. Poco  queda ya dentro del campo y, especialmente, fuera de él, desde que este noble deporte diera sus primeros pasos en tierras británicas. En la última década, hemos asistido a numerosas entradas de manos extranjeras en el capital de clubes de Europa. A raíz de estas operaciones se ha hecho común hablar de «petrodólares» o, en algunos casos, hasta de «clubes-Estado». Ciertas compras tienen una relevancia tal que llegan incluso a alterar el orden del fútbol europeo, desbancando a la alta aristocracia del viejo continente.

Son muchos los casos que nos vienen a la cabeza en un repaso rápido. Manchester City (Mansour) y PSG (Al-Khelaifi) lideran sus países como ya lo hiciera años atrás el Chelsea (Abramovich). También ocurre dentro de nuestras fronteras, desde clubes punteros en Europa (la entrada del grupo Wanda en el Atlético de Madrid o la de Peter Lim en Valencia) a otros con quizás menos vitrinas pero mucha tradición histórica en España –son, o fueron, los casos del Racing de Santander, el Alavés, el Espanyol o el Málaga (Al-Thani)–. Ahora, en el mes de agosto, hemos asistido al último episodio hasta la fecha, con la compra de Turki Al-Sheikh del Almería. Con los bolsillos llenos, de momento el jeque ya se atreve a vacilar a todo un Manchester United:

JEQUES Y OTRAS INVERSIONES: UNA PELIGROSA AMENAZA

Podríamos llenar líneas y líneas hablando de los efectos negativos que la llegada de jeques, grandes empresarios y cualesquiera otras fuentes millonarias de capital extranjero, tienen en el fútbol. Y el ejercicio merecería la pena. Pero aquí viene un breve resumen:

  • Una operación de este tipo puede cargarse la competitividad de una liga. Pensemos en clubes como el Chelsea, el Manchester City o el PSG. Aunque todos ellos han tenido un papel más o menos relevante en sus países, nunca han dominado de forma aplastante la competición doméstica. Ahora sí lo hacen. Y, hoy por hoy, no hay visos de cambio en el corto plazo.
  • Se genera una hiperinflación en el mercado de fichajes, muy perniciosa para todos los demás actores. Cuando el PSG decide pagar 220 millones por Neymar, el Barça se encuentra con mucha liquidez en el bolsillo, con la que apenas sabe qué hacer. Demasiada pasta. Sabe que va a ser “atracado” en sus próximas compras y lo asume. Todos los demás lo saben y, por tanto, venden a jugadores como Dembélé o Coutinho a precio de Messi y Cristiano. Ahora bien, la inflación, por definición, es un aumento generalizado de los precios y, por ello, no solo afectó al Barça. Se extendió al conjunto del mercado, que vio cómo las cifras por traspasos alcanzaban cotas ridículamente altas.

    Fuente: antena3.com
  • Esta burbuja inflacionaria tiene un efecto bola de nieve. Los grandes clubes europeos, que no cuentan con el apoyo de petrodólares u otras fuentes de dinero de sospechosa procedencia, se rebelan contra eso. Les falta cash y reclaman a sus ligas ingresos extraordinarios para competir en igualdad de condiciones con esos nuevos dominadores “ilícitos”. Por ejemplo, vía reparto de derechos televisivos. ¿El resultado? Todavía más desigualdad con el resto de equipos, más modestos, de sus ligas.
  • Pero por encima de estas consecuencias, competitivas y económicas, está el impacto social y al propio club. Y es que en estos años, he podido advertir que la llegada de jeques tiene una serie de factores comunes:
    1. Con un desembolso inicial millonario, se hacen con la propiedad del club, sanean las cuentas, traen fichajes galácticos y, de primeras, se meten al aficionado en el bolsillo.
    2. Generalmente, esta inversión suele traer el éxito deportivo –una clasificación para competición europea, por ejemplo– y, en consecuencia, en lo económico. Todos contentos, aficionados y jeques incluidos.
    3. A veces, a los dueños del capital se les ocurren nuevas estrategias de marketing como el cambio del escudo, del nombre del estadio y otra serie de operaciones que no tienen otro objetivo más que aumentar el valor de marca, sin importar la desafección que pueda suponer para el aficionado. Primera señal de ruptura con la cultura del club.
    4. Si bien en algunos casos el dominio deportivo se perpetúa en el tiempo (Manchester City o PSG son buenos ejemplos), en la mayoría de las ocasiones llegan los problemas. Aparecen las primeras señales de duda: debilitamiento del proyecto deportivo, falta de transparencia, deudas y otros agujeros con los que no se contaba… Y el jeque comienza a desentenderse del monstruo insostenible que ha creado.
    5. El club se convierte en la historia de un juguete roto. Son los casos del Racing, el Alavés o el Málaga y, en menor medida, del Espanyol y el Valencia, donde se vive un tira y afloja continuo entre la dirección deportiva y la afición con el propietario.

DERBI DE ANDALUCÍA ORIENTAL O ENFRENTAMIENTO EN “JEQUELANDIA”

El sábado pasado se enfrentaban Málaga y Almería, en un choque que parece que se libraba más en el Golfo Pérsico que en la Andalucía oriental. Y es que uno y otro club son propiedad de jeques que los han transformado. Un partido que representaba el enfrentamiento de dos clubes recientemente rediseñados a base de petrodólares, pero que se encuentran en dos momentum bien distintos. Paradojas del fútbol. Unos ríen y otros lloran. Es el riesgo de sumarse al show de “Jequelandia”.

Fuente: elpais.com

El Málaga está sometido a una crisis institucional como nunca en su historia. Un verano muy convulso, con continuas desavenencias entre dirección deportiva, entrenador y afición con su exótico propietario ha dejado al equipo con tan solo 17 fichas profesionales. Esto ha provocado concentraciones contra Al-Thani antes del encuentro y quejas continuas desde una comprometida grada durante el mismo. Pero eh, no se olvide el lector que, de la mano de Al-Thani, el conjunto de la Costa del Sol alcanzó su mayor hito al rozar unas semifinales de Champions. En ese momento, los “boquerones” estaban en la cresta de la ola. Pero ya no… Los deseos caprichosos del jeque han cambiado. De aquellos barros, estos lodos.

Ahora es el Almería quien vive en la abundancia. Innumerables fichajes, dos de ellos con un coste superior a los 8 millones de euros; el presupuesto más alto de la categoría que trae la etiqueta de claro candidato al ascenso; promesas de reforma del estadio y la ciudad deportiva; y hasta sorteos de coches durante los encuentros como locales. Esa es la situación de los almerienses. Pero ojo, porque Al-Sheikh ya ha hecho una encuesta en Twitter para cambiar el escudo, la camiseta y hasta la denominación del club. ¿Será la primera manifestación de la crónica de una muerte anunciada? Si los indálicos quieren oír malos augurios, que pregunten por Málaga…

¿JEQUE BUENO, JEQUE MALO… Y TIRO PORQUE ME TOCA?

Parece entonces que ser comprado por un jeque, empresario o cualquier otra fuente de capital extranjero, es como lanzar una moneda. Si sale cara, no dejan de inyectarnos dinero, ganamos títulos y disfrutamos de años dorados; si sale cruz, sufriremos hasta el riesgo de desaparición. Yo no lo veo así. Aun conociendo los casos de Manchester City y PSG, que parecen representar el éxito del modelo, yo no me lanzaría el órdago. Y es que esos triunfos apenas pueden sentirse como propios, ya que todo lo deben a esa inversión ajena, a costa de una pérdida de identidad y del sentimiento de pertenencia. Y, por supuesto, la incertidumbre nunca termina, pues la voluntad del jeque es caprichosa y puede tornar en demencia económico-deportiva. A mi Real Zaragoza, que me lo dejen como está.

De momento, todo lo que rodea al Almería son sonrisas, resultados positivos y opulencia. Solo espero que nuestro Tebas, el defensor a ultranza de la justicia deportiva y muy crítico con las actuaciones de otros jeques –ya ha denunciado al Manchester City o PSG por hacer trampas con el fair play financiero y amenazar el fútbol europeo–, predique con el ejemplo también en España y cierre el grifo cuando proceda. Aunque no lo tengo tan claro. Supongo que cuando los billetes refuerzan tu propio negocio, no es tan fácil rechazarlos. De momento, el Almería camina firmemente, con diez puntos de los doce posibles, hacia el caprichoso objetivo, al menos a día de hoy, de su reluciente nuevo jeque.

Fuente: elgoldigital.com

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