Hablar de bádminton en España es hablar de Carolina Marín. Pero también lo es ya en todo el mundo, pues la joven onubense de 25 años se ha proclamado este domingo tricampeona mundial de bádminton, un éxito sin parangón en la historia de este deporte. En nuestra bitácora deportiva ya avanzamos que este año 2018 podía ser muy especial para Carolina. Y vaya si lo ha sido. Pese a obtener resultados irregulares en algunas fases de la temporada, dos hitos iluminan con luz propia su palmarés: su cuarto campeonato de Europa y su tercer mundial, que se suman al oro olímpico de Río 2016.

Cuarto Campeonato de Europa

Comencemos por la conquista del viejo continente. En abril, en su casa y en el pabellón que lleva su nombre, se proclamaba campeona de Europa por cuarta vez consecutiva. Un título cargado de emoción, por lo que significaba y especialmente por el escenario. Carolina hizo los deberes y cumplió con esa obligación de dejar el título en casa. Y es que hablamos de obligación porque ya estamos acostumbrados a su superioridad. Tendemos a pensar que ella gana europeos dándose un paseo, barriendo a todos sus rivales, como si fuera un mero trámite. Algo parecido a Rafa Nadal en Roland Garros. Es lo que pasa cuando tienes dos astros de la raqueta abanderando la marca España.

Lo que suele ocurrir en estos casos es que no nos damos cuenta de la magnitud de lo conseguido. Lo ponemos más en valor cuando vemos las estadísticas y contrastamos que nadie antes ha conseguido esos registros. Abrimos los ojos aún más si cabe cuando Nadal arrasa también fuera del confort de la tierra batida parisina de la Philippe Chatrier, y Carolina conquista el mundo en un deporte asiático por excelencia. ¿Parece que ya no solo es dominar en el “patio del colegio”, no?

Triple corona mundial

Y es que echar un vistazo al palmarés histórico de los mundiales de bádminton puede ser un buen ejercicio de geografía. Conoceremos las banderas de numerosos países asiáticos, y seguro que no se nos olvida nunca la de China -especialmente presente con 15 de los 24 mundiales de bádminton individual femenino en su haber-. Es muchísimo más difícil ver europeos triunfar, donde este deporte apenas ha tenido tradición. Pero la bandera española ya tiene un buen puesto asegurado en el medallero histórico gracias a los tres oros de Carolina Marín. Tres oros que le permiten convertirse en un mito del bádminton, al ser la única jugadora capaz de coronarse campeona del mundo por tercera vez.

En esta ocasión, al igual que en Río 2016, lo hizo tras derrotar en la final a la hindú Pusarla Sindhu. La onubense no llegaba como la gran favorita a la cita mundialista, pero fue una apisonadora durante todo el torneo. En las fases previas solamente sufrió en semifinales contra la china He Bingjiao, a la que le tuvo que levantar un set en contra. Por su parte, Sindhu, la número 3 del mundo, no había cedido ni un solo set en la competición. Y por si fuera poco, en el head to head de estas dos excelentes jugadoras el resultado era 6-6 hasta el momento. Todo hacía presagiar una batalla igualadísima.

Y la hindú demostró su fuerza en la final, comenzando dominando la primera manga por parciales abultados, hasta un peligroso 9-14. Ahí llegó el punto de inflexión. Porque Carolina afinó y remontó para que el primer set cayera de su lado por 21-19. En el segundo ya no hubo historia. Tras un demoledor 11-2 en el primer tramo, la española dejó pasar los puntos hasta vencer por 21-10. Como ocurriera durante décadas a los Lakers contra unos Celtics imbatibles hasta la final de 1985, la sombra de la española en las grandes finales continentales fue demasiado para Sindhu. Carolina lo había vuelto a hacer. Había hecho historia una vez más.

Carolina, icono del bádminton

Pero aparte de todos sus triunfos, mención especial merece nuestra heroína por poner el bádminton en el mapa del deporte español. El número de licencias es bajo y queda muy lejos de ser un deporte mayoritario en nuestro país. Sin embargo, estos éxitos contribuyen a su difusión y seguro que a corto-medio plazo muchos más padres optarán por la raqueta y el volante para las extraescolares de sus hijos.

La labor de promoción de Carolina es incalculable. Pero no solo indirectamente a través de sus triunfos. Podemos decir que promociona literalmente su deporte. Sirva de ejemplo el recientemente finalizado campeonato del mundo. Durante los días de competición, en el espacio de deportes del telediario de TVE, podíamos verla emocionada narrando cómo había sido su victoria, las sensaciones que había tenido en pista y animaba a todos los espectadores a seguirla a través de Teledeporte en el siguiente asalto. ¿Se imaginan a Messi o Cristiano diciendo: “¡Hola! La anterior eliminatoria fue muy dura, pero conseguimos pasar. Recuerden que el sábado es la final. No se la pierdan a las 21:00 horas en Movistar”?

Con esta reflexión quiero destacar que es la propia Carolina la que acude a los medios para hacer partícipe al gran público de sus éxitos. Es ella la que va al micrófono para contarnos cómo ha ido el partido, la que nos informa de cuándo es el siguiente y la que nos anima a apoyarla. En cualquier otro evento de mayor repercusión, son las propias televisiones las que nos meten el partido hasta en la sopa: la previa, las apuestas y el post con sus highlihgts y su polémica arbitral. Pero no en bádminton, para ellos no suelen ser las portadas. Aunque tampoco seamos hipócritas, no creo que todos podamos decir que seguimos el bádminton con pasión de toda la vida. Al revés, debe reconocerse y valorarse positivamente que cada vez más los medios dediquen espacios a este deporte. Por ejemplo, Teledeporte ha retransmitido los partidos de este mundial. Pero siempre se puede mejorar, ¿no?

En cualquier caso, lo que es innegable es que Carolina gana minutos de share y contribuye a la difusión de su pasión con cada éxito. Y es que en España, hablar de Carolina Marín es hablar de bádminton y viceversa. Todo un icono de este deporte.

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