Los límites de la cultura tienen unas barreras que, afortunadamente, son muy frágiles. Cada vez hay una mentalidad más abierta y se permite la inclusión de diferentes disciplinas en lo que conocemos como “arte”. ¿Podemos decir que el deporte es cultura? Existen muchas maneras de manifestar ese deporte, esa forma de despejar la mente y buscar una salida espiritual. Quizás aquí está la primera semejanza con la cultura, que ambas actividades nos provocan un sentimiento único y diferente: las sensaciones que se provocan no son las mismas en todas las personas… Puede que aquí esté lo especial de ambas disciplinas, en que en cada persona provocan un efecto distinto.

No hay mejor ejemplo que la música para demostrar que la cultura y el deporte son «dos polos opuestos que se atraen». El Mundial de Fútbol supone una auténtica revolución en el mundo deportivo, y no podemos hablar de esta competición sin hacer mención al himno oficial. Aunque hay algunas canciones que dejan una huella mucho más profunda (absolutamente todas las personas, aficionadas al fútbol o no, conocen Waka Waka), todas nos llevan a un momento único y muy especial. Lo mismo ocurre con las canciones de la Vuelta ciclista a España, convirtiéndose todas ellas en auténticos éxitos escuchados por todos y todas.

Es imposible hablar de una posible vinculación del deporte y la cultura sin hacer mención al patinaje artístico sobre hielo y a Javier Fernández. El campeón del mundo y todos sus compañeros demuestran en cada espectáculo que esa unión es posible. El arte que generan sobre el hielo es una experiencia única que todas las personas deberían disfrutar al menos una vez en su vida. En el Revolution On Ice, que se celebró en Zaragoza en noviembre del 2019, se disfrutó de una magia tan especial y tan única que difícilmente se podrá repetir.

Pero espera, que todavía hay más ejemplos. Remontémonos al año 2016, cuando la Selección de Islandia comenzó a conseguir triunfos deportivos y buscó una manera de agradecer todo el apoyo que estaban recibiendo de la afición. ¿Cómo lo hicieron? Sí, efectivamente, con la cultura. Un baile tan especial como emocionante que todos los aficionados al fútbol, independientemente del equipo, seguro que vibramos al verlo.

Al final cada uno es libre de decidir qué tipo de arte o disciplina consume, pero es evidente que el objetivo de ambos es ayudar a que quien lo consuma, pueda evadirse. La vida está para arriesgarse y disfrutar de todos los placeres que tenemos, y si es posible complementar aficiones… ¿por qué no hacerlo?

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