Tras el parón veraniego, la Fórmula 1 regresaba el pasado fin de semana a Spa-Francorchamps, donde Max Verstappen consiguió su novena victoria de la temporada después de partir desde la decimocuarta posición tras su penalización por cambio de motor. Esta es ya la segunda remontada consecutiva para el neerlandés, que ya ganó también en Hungría tras iniciar el domingo desde la décima posición por problemas de potencia. Sin embargo, las sensaciones que nos dejan estos dos últimos Grandes Premios son de una superioridad aplastante por parte del piloto de Red Bull.

La realidad es que, a cada carrera que pasa, menores son las opciones del resto de pilotos de competir el mundial a Max Verstappen. Esta vez, el campeón del mundo ha aumentado su ventaja a 93 puntos respecto a su compañero de equipo, Sergio Pérez, que ocupa el segundo lugar en el campeonato. Con ocho Grandes Premios aún por disputarse, resulta muy difícil imaginar un descalabro mayúsculo del piloto neerlandés que le haga perder su ventaja. Menos aún después de lo ocurrido en Bélgica.

Max Verstappen iniciaba el sábado la sesión de clasificación siendo conocedor de su sanción para el domingo. A pesar de ello, el joven, pero experimentado, piloto de Red Bull, completó una vuelta espectacular en la Q3, donde solo le bastó con un intento para conseguir la pole por más de 6 décimas respecto a Carlos Sainz y Sergio Pérez, su compañero de equipo. Esto ya nos daba pistas de lo que podía ocurrir el domingo.

Y lo que ocurrió el domingo no fue nada más que una victoria insultante de Max Verstappen, quien en el ecuador de la carrera ya lideraba cómodamente el Gran Premio. Se acaban los calificativos para definir la enorme superioridad con la que el piloto neerlandés destella al resto de sus oponentes y los deja sin opciones de ni siquiera soñar, ya no solo con campeonatos, sino con victorias. Ni siquiera su compañero de equipo, que comenzó realmente competitivo el año, fue capaz ayer de mantener un ritmo similar al de Verstappen, terminando la prueba a 18,5 segundos de diferencia, a pesar de comenzar doce puestos por delante de Max.

Esto, sumado a la progresiva decadencia de Ferrari, sirve en bandeja de plata el bicampeonato del mundo al piloto neerlandés. Atrás quedan ya los años de dominio de Mercedes y el poderío de Hamilton. La Fórmula 1 ha entrado en una nueva era, la era del invencible Max Verstappen.

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