Hace ya tiempo que el deporte dejó de ser del aficionado. La Superliga de Florentino materializa la idea de un nuevo fútbol, lejos del espectador y sobre todo del sentimiento. Contrario a pilares como el honor o la humildad que nunca deberían de haber dejado de sostenerlo.

He llegado a escuchar que no tiene ni idea de fútbol el aficionado que no se ve en la necesidad, cada jornada, de sentarse frente al televisor a ver 90 minutos de algún jugador con al menos 7 cifras debajo el brazo. Y friki el que disfruta en segunda de los 0 grados, 10 capas,  bocadillo en mano en el 45 un 8 de enero a las 21:00 de la noche.

El anunció de un proyecto que a mi gusto cojea por todas sus partes, era inminente y necesario, no lo dudo. Florentino, conoce el sector, tiene razón, el fútbol necesitaba un cambio, e igual no, la forma no entraba dentro de sus planes, pero lo cierto es que ha conseguido la movilización por ese cambio. El fútbol ya cambió cunado con un anuncio miles de aficionados, que viven la pasión de una forma tan diferente, salieron a revindicar un juego que les pertenece.

El resto, pan comido, la historia ya la saben. Los clubes, que parecían tener claro el brillante futuro de la liga de los grandes, se bajan del carro sin importar las represalias y frente a las convicciones del presidente de que ni jugadores, ni clubes, ni las propias ligas nacionales, se verían condicionados por el nuevo formato.

¿Cuál es la queja del aficionado entonces? El sentido meritorio del deporte. Para Florentino este sigue existiendo en su nuevo plan. Hasta cinco equipos de las tres o cuatro ligas europeas participantes podrían formar parte de la competición por méritos propios, ojo cinco equipos.

Si nos vamos unos años atrás con el formato y las diferentes propuestas europeas planteadas por la UEFA, la lista de logros la encabezan los tres de siempre, Madrid, Barça, Atleti,  pero a ellos les siguen Sevilla, Valencia, Real Zaragoza, Villareal, Celta de Vigo o Málaga. Que probabilidad hay de que estos equipos, o equipos revelación como pudo llegar a ser el Granada que se enfrentó al Manchester, vuelvan a soñar con una competición europea. Como le explicas a estos aficionados que la Superliga es justa y meritoria.

No lo es, pero mi pregunta es ¿pretende serlo? ¿O pretende crear una supremacía, entre unos pocos que les asegure de por vida un puesto entre los grandes? El claro ejemplo del Tottenham, a día de hoy ni si quiera  ocupa puestos europeos, pero la Superliga meritoria le daría una plaza directa. Mientras tanto el Leicester en tercer lugar tendría que ganársela en base a un sistema que aún el presidente desconoce. Luces y sombras de un proyecto que viene a deslumbrar el panorama.

Las propuestas de cambio siempre tardan en calar entre el acomodo.Opiniones tantas como aficionados. La esencia puede que haya perdido el norte, pero ¿es este el camino? Cuatro meses para el supuesto inicio y un formato aún con dudas, la voz cantante la llevan los reacios al nuevo sistema y las directrices aún sin marcar. El mundo del fútbol en guerra tiene mucho que debatir y en lo que pensar todavía.

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