Álex de Marcos (Madrid, 1985) es uno de los ilustradores más demandados de nuestro país. Tanto es así, que ha llegado a colaborar con empresas internacionales como Nike, Oysho o Levi ‘s, marcando su camino desde muy joven para liberarse y liberar el arte. Y es que su polivalencia le ha llevado a trabajar en la mayoría de ámbitos de la ilustración, desde la publicación de libros o cuentos infantiles hasta la publicidad; o incluso a adentrarse en la música con la publicación de videoclips propios. Además, una de sus pasiones es la docencia, profesión que también desempeña en la plataforma Domestika

Este artista, que cuenta con casi 100.000 seguidores en Instagram, se ha ganado el corazón de sus seguidores, especialmente durante la pandemia, dibujando cielos azules mientras el gris invadía nuestro mundo. Lo mejor, según él, es conectar con la gente. 

 

Lo primero de todo, ¿cómo estás en este momento de tu vida? 

Pues, en la medida de lo posible, todo muy bien. La verdad es que no me puedo quejar, salvo por la situación que estamos viviendo todos, pero bueno, quedarse en casa es lo que mejor se me da [risas], dibujando yo solo. Mientras que mi familia y gente cercana tenga salud y esté bien, yo estoy bien. 

 

¿Cómo describirías tu estilo artístico? ¿De qué forma ha evolucionado durante los últimos años?

Mi estilo creo que es figurativo y colorista. Me influencia mucho el movimiento de pintores afroamericanos que hay ahora mismo, como Kerry James Marshall, Amy Sherald, o Jordan Casteel. Todos estos nuevos pintores traen una propuesta que yo sentí cercana porque está a caballo entre la ilustración y la pintura, que es donde me siento cómodo.

Y la manera en la que ha evolucionado durante estos últimos años es que, por fin, cuando cumplí 30 años, o un poco antes, empecé a crear obra como me diese la gana, gracias a las redes sociales. Yo me considero ilustrador, ya que vendo obras, estoy en la Gunter Gallery y demás, pero no estoy dentro del mercado del arte elitista, y tampoco es algo que me interese mucho. Nosotros tenemos que hacer colaboraciones con marcas, lo que pasa es que ahora te dan mucha más libertad creativa. Cada día me puedo permitir el lujo de ser más yo mismo y eso es un privilegio.

No concibo la vida sin crear. Esto ha sido mi salvavidas. 

¿Cuándo se despertó tu artista interior? ¿Cuáles fueron tus comienzos?

Todos los que nos dedicamos a esto decimos lo mismo, pero creo que cuando somos pequeños todos dibujamos. En mi caso, tuve una experiencia muy dura, ya que me enfrenté a la muerte de mi hermano. La situación en mi casa fue muy dura y la única manera que tenía de escapar era dibujando, para evadirme de todo ese ambiente denso y triste. Para mí era vital. También pensaba que los lápices de colores tenían poderes, y si el día estaba nublado, sacaba el amarillo y empezaba a pintar un sol, y pensaba que ese sol era de verdad. O dibujaba a mi madre y le ponía una sonrisa. Creía que era un superpoder el poder pintar. Luego ya con la adolescencia, y con la rebeldía que todos pasamos, empecé a pintar graffiti, con toda esa rabia adolescente, donde todo lo que no entiendes lo vuelcas sobre un muro. Luego, ya con 21 o 22 años, empecé a estudiar ilustración, y después he tenido varias etapas donde he pintado de todo: gráfica publicitaria, libros infantiles, cuadros, digital, al óleo, acrílico, etc. Mi vida es esto y lo va a seguir siendo hasta que me muera, supongo [risas]. No concibo la vida sin crear, sin hacer cosas. Esto ha sido mi salvavidas. Y profesionalmente, lo primero grande que hice fue para Milán. Tendría 23 años, y fue una campaña para la red de transportes de Milán, la ATM. Era una campaña enorme y estaba cagado [risas], nunca había hecho algo tan grande, se veía en toda la ciudad. Pero salió muy bien, incluso ganamos premios. Eso me dio muchísima visibilidad, y durante bastantes años estuve trabajando para agencias de Milán desde aquí, desde España.

 

El miedo al lienzo en blanco es un problema que acecha hasta a los más grandes artistas. ¿Cómo gestionas la falta de inspiración, sobre todo ahora?

Realmente, ahí te agotas. Yo he tenido épocas de estar encerrado, y te acabas quedando sin inspiración, porque necesitas tener vivencias para recargar las pilas. Dentro de lo posible he aprovechado para ir a ver exposiciones y, de los pocos conciertos a los que he podido ir, he ido a bastantes este año. Sí que es verdad que te puede mermar la creatividad, o acabas estando apático, pero el primer año me sirvió al saber que a la gente le estaba animando los sorteos y directos que hacía. Como tengo mucha experiencia estando encerrado, por mi trabajo, por cómo me tomaba la vida antes, todo muy en serio, pues ese trato cercano con la gente te hace sentir que no estás solo y que verdaderamente sirves para algo

 

¿Qué es lo más difícil de tu trabajo? Y, al contrario,  ¿qué es lo mejor?

Lo más difícil de mi trabajo es la soledad, porque ahora hay que producir muchísimo y yo trabajo muchas horas al día solo. Por eso ahora quiero explorar más la pintura, que venga gente a posar a casa, tener ese contacto con la gente. Creo que eso es lo que peor llevo. Luego, las redes sociales han hecho que el mundo sea muy pequeñito y tú tienes que estar al nivel. No basta con que seas el mejor de tu ciudad, cada vez hay más competencia, recibimos muchos estímulos, y al final tanta sobreinformación te puede colapsar. Estamos sobreestimulados y el nivel es muy alto también. Pero también eso te motiva a mejorar. Siempre compito conmigo mismo, me gusta meterme en todos los jardines de diferentes disciplinas y hacerlo lo mejor que pueda. 

Lo mejor que tiene mi profesión es conectar con la gente, hacer sentir a la gente lo que tú sientes cuando compras una lámina o cuando vas a una exposición. Para mí es muy especial saber que hago que la gente se compre libros, le lleguen mis láminas, pues la conexión con la gente mola un montón, y cuesta conseguirla. 

 

Portada de 'Kurt Cobain: About a Boy' de Carlos García Miranda, con ilustraciones de Álex de Marcos. / Fuente: Instagram (@alex.demarcos)
Portada de ‘Kurt Cobain: About a Boy’ de Carlos García Miranda, con ilustraciones de Álex de Marcos. / Fuente: Instagram (@alex.demarcos)

En estos últimos años, Instagram se ha convertido en el nuevo portfolio. ¿Cómo gestionas esta red social? ¿Qué te aporta?

La red social como portfolio ha puesto una serie de exigencias altas y puedes hacer dos cosas: o quejarte y no hacerlas, o adaptarte y funcionar. En mi caso siempre he sido muy prolífico, he trabajado mucho, con lo cual he tenido etapas de actualizar muchísimo, entonces la obra no puede ser siempre de la mejor calidad pero, por el contrario, estás trabajando muy rápido, se te ocurren muchas cosas y también es estimulante. La red social nos ha dado una personalidad a los ilustradores. Antes éramos un dibujo, no se sabía quién estaba detrás, éramos una mano ejecutora sin una mente detrás. Esto ya, más que un simple portfolio, es un seguimiento diario. La gente ya no busca solo una ilustración, sino que quieren también al artista que hay detrás.

Instagram me aporta libertad. Ha sido cuando ha nacido Instagram cuando he podido hacer una publi y estar dos semanas pintando lo que me diera la gana. Antes tenía que pintar constantemente para conseguir dinero, pintar lo que no te apetece, lo que no quieres. Sobre todo, Instagram me ha dado esta identidad, trabajar las cosas desde mi estilo y mi criterio, no solamente ser el ilustrador, sino ser el director de arte de tu propio trabajo.

 

Has participado en varias colaboraciones con marcas y empresas como Nike, Levi´s o Cabreiroá. ¿El encargo es una tortura para ti? ¿Cuánto valoras la libertad creativa?

No lo considero una tortura, pero sí un trabajo. Antes, muchas veces te decían: “¿Ves este proyecto? Hazlo igual”. Entonces tú te tenías que comer la cabeza porque tus principios como artista te impedían copiarlo, pero te estaban pidiendo algo parecido, y tenías que apañarte como pudieras. Ahora es mucho más fácil, porque la gente que te contacta ya sabe cómo eres y les gusta tu estilo, por lo que tienes más libertad, con lo cual los encargos son maravillosos, los recibo siempre de buen grado y no tengo problema con ello, siempre que me dejen ser yo mismo. Sí que tendría problema si no comulgo con la filosofía de la marca. La libertad la valoro muchísimo, incluso más que el dinero, pero también soy consciente de que hay que trabajar.

 

¿Estás de acuerdo con la afirmación de que cualquier cosa puede ser una obra de arte y, cualquier persona, un artista?

Sí, por supuesto que lo creo. De hecho, todos lo somos. Todos tenemos la necesidad de expresarnos y de mostrarnos, hasta el más introvertido. El más introvertido, a lo mejor no se quiere mostrar a los demás pero se muestra a sí mismo. Al final vivir es el autoconocimiento, conocerse a uno mismo, y puede ser a través de la pintura o del teatro. Sí que es verdad que la pintura es muy técnica y eso es una barrera. A mí me gusta muchas veces el talento innato, cómo una persona que, por ejemplo, no ha interpretado en su vida, de repente va a un casting y resulta que es capaz de transmitir lo más grande. Es también trabajar desde la intuición, y está muy bien. Y en la pintura, claro, si no tienes técnica, a veces es una barrera. Parece que hay ciertas leyes para dedicarse a ello, pero creo que todos somos artistas porque estamos hechos de la misma pasta. Algunos con más neurosis, otros con menos.

 

¿A qué elemento le das más importancia dentro de tus obras? 

Me interesa mucho el color. Cuando estoy pintando, normalmente mujeres, tengo una conversación con la persona, e intento transmitir mis sentimientos a través de esa persona. También me he dado cuenta de que no lo hago con pretensión, pero el tipo de mujer que yo dibujo no es una mujer frágil, por ejemplo. Eso me sorprende para bien. Que te diga algo la obra sin mucha pretensión, ni fuegos artificiales, ni discursos sesudos detrás de una obra totalmente vacía. Creo en la honestidad porque al fin y al cabo hay que hacer cosas que no sean perecederas aunque en la red todo muera muy rápido. Para mí se traduce en parar un momento para ser honesto y accesible para todo el mundo, no hay que darle más vueltas ni inventar poesías alrededor de ello. Cuando pinto a mi perra es para mostrar lo bonita que es y ya está. Esa poesía cotidiana te puede decir muchas más cosas que los discursos rígidos, sesudos y elitistas. No creo en ellos, no me gustan.

 

Fragmento de su 'feed' de Instagram. / Fuente: Instagram (@alex.demarcos)
Fragmento de su ‘feed’ en Instagram / Fuente: Instagram (@alex.demarcos)

 

Hace poco compartías en tus stories de Instagram tu última adquisición: una obra original de Keith Haring. Además de este artista, ¿cuáles han sido y son tus mayores referentes?

Keith Haring me inspiró mucho, sobre todo porque forma parte de la historia. Es verdad que ha habido grandes graffiteros, menos famosos que él, que también me encantan, pero él representa el underground que llega a todas partes. Tener un Keith Haring es tener un pedacito de historia en tu cuarto, y eso me gusta mucho. Luego ya me ha influenciado de todo. En mi adolescencia estuve muy influenciado por todo lo que venía de Nueva York, tanto música como ropa, y ahora me siguen inspirando pintores. Lo que me ha pasado es que yo de pequeño tenía referentes muy contraculturales y ahora de mayor estoy descubriendo cosas que pasé por alto, como Sorolla, que estudias en el cole pero como te crees muy rebelde y pasas de todo eso, te fijas en graffiteros [risas]. Todo me inspira y cada vez veo más el lado bueno de todo, mientras que quizás cuando eras pequeño te fijabas en la carencia, en el error. Es quitarte prejuicios.

 

El símbolo por el que te conocemos en Instagram es un ojo sobre una nube rosa que mira fijamente al espectador. ¿Cuál es su significado? 

Con esa nube quiero decir que todos estamos hechos de la misma pasta y que cuando llueve todos nos mojamos. Evidentemente, no es lo mismo mojarse en la calle entre cartones que mojarse en una mansión, pero me refiero, sobre todo, a nivel emocional. Todos al final sentimos lo mismo, y es esa lluvia emocional, que puede ser desde un ataque de pánico hasta nuestros miedos o una sensación agobiante. Todo eso que no se puede describir quería simbolizarlo de una manera sencilla, clara, sin mucho artificio. 

 

La pandemia ha hundido a la inmensa mayoría de sectores y ha provocado graves problemas en cuestión de salud mental. Sobre todo durante sus comienzos, hace casi un año, ¿cómo lo has vivido? ¿Ha supuesto una ventaja el estar encerrado en casa para la creación artística?

En mi caso, no me he visto casi afectado porque ya sabía lo que era tener una ansiedad, un proceso complicado, y esto me ha pillado en un momento en el que estoy bastante tranquilo en mi vida y muy acostumbrado a estar solo en mi casa. Echo de menos tener más contacto y demás, pero todo es un aprendizaje, por muy mal que estén las cosas. También te conoces a ti mismo y yo en mi caso no me puedo quejar. Para mí es el menor de mis problemas tener que quedarme en casa. Un problema es que una persona mayor muera sola, eso me hace creer que el mundo es duro e injusto. Si yo me tengo que quedar cinco años en mi casa, me da igual, lo acepto. Es aceptación, no significa que te guste ni que te disguste, se acepta. Todo lo que hemos vivido, que es muy trágico, te hace desconectar con la vida.

 

Actualmente, Álex se encuentra trabajando, entre otros proyectos, en su próxima serie: ‘Neo costumbrismo’. ¡Ojalá podamos verla pronto en una exposición!

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