Madrileño de nacimiento y ahora residente en la capital alemana, Javier de la Blanca (@delablanca_) trabaja como director creativo, fashion stylist y creador de contenido. Fue musa y gran inspiración de John Galliano, director artístico de Maison Margiela, para la colección SS19 ‘Ready to Wear’. Asimismo, ha colaborado con un amplio espectro de firmas con renombre como Gucci, Nike o Maria ke Fisherman. Sus proyectos se alejan deliberadamente de lo ‘mainstream’, rompiendo cualquier barrera preexistente dentro de la cultura de masas. Sus publicaciones en redes sociales, totalmente deshinibidas e inevitablemente provocadoras, proyectan una singular perspectiva que vincula diferentes escenarios como el género y la estética, guiándose principalmente por elementos visuales. 

¿Cómo estás en este punto de tu vida, Javier?

La verdad, no me puedo quejar.

¿De qué forma describirías lo que haces para alguien que no te conoce?

Soy un creativo, trabajo en diferentes sectores de la moda y arte, tanto delante como detrás de la cámara.

Estudiaste moda, estilismo y dirección creativa; ¿cuándo surgió este vínculo con la moda? ¿Cuál ha sido tu relación con ella a lo largo del tiempo hasta la actualidad?

Siempre tuve una cierta fijación por la estética, todo aquello que visualmente se saliera de lo comúnmente ordinario. Al terminar Bachillerato en un colegio católico, de monjas, tuve claro que necesitaba encontrar mi hueco como persona queer y como creativo. Por lo que hice un grado superior de Modelismo de Indumentaria en la Escuela Artediez de Madrid. Al finalizar, fui conociendo a gente nueva creativa que me inspiraba y ayudaba con mi proceso creativo: comencé a publicar vídeos performativos e imágenes en Instagram donde cuestionaba las normas de belleza, género y la estética ‘mainstream’. 

Desde entonces hasta ahora sigo manteniendo esta relación de mi personaje más transgresor en las redes sociales junto con trabajo de estilismo, dirección creativa, fashion consultant, casting… Lo bueno de trabajar en la industria de la moda en la actualidad es que te puedes formar y experimentar en diferentes campos creativos.

Siempre tuve una cierta fijación por la estética, todo aquello que visualmente se saliera de lo comúnmente ordinario

¿Tienes algún imprescindible a la hora de formar tus looks?

Intento buscar un balance entre lo performativo y lo estéticamente complaciente. Es decir, llevar looks llamativos y/o conceptuales (ya sea por la combinación de colores, silueta, forma, composición de capas, etc.) a un entorno real y raw que te transporta a una dimensión donde performance y estética se unen de la mano.

Fotografía de Arne Grugel

¿Por qué decidiste marcharte de Madrid y mudarte a Berlín? ¿Cómo es tu día a día allí?

Soy madrileño, nunca había vivido fuera de España y ya era el momento de salir del nido. Berlín es muy inspirador. Hay un colectivo –y cada vez más grande– de artistas jóvenes que viven fuera de la ‘norma’ y me enseñan nuevas formas de vivir el arte, la moda y de concebir el capitalismo en el que estamos absorbidos. 

Para ti, ¿qué es la creatividad? ¿Cómo consigues impregnarte de la inspiración que requiere cualquier proceso creativo?

La creatividad se va transformando durante mi crecimiento personal. Aunque es cierto que la improvisación siempre ha sido mi gran aliada, desde que comenzó el confinamiento estoy buceando en diferentes plataformas de archivos de moda, libros…

Son muchos quienes se aferran a Instagram y demás plataformas para utilizarlas a modo de herramienta de trabajo. En tu caso, ¿es así? ¿Qué percepción tienes de las redes sociales?

Instagram ha sido la plataforma que me ha catapultado a nivel creativo. Es una herramienta de networking fabulosa para conectar a creativos entre sí, marcas, artistas, etc.

Las redes sociales son una herramienta que ya está instalada en nuestras vidas, en nuestra forma de consumo y de percibir las relaciones sociales. Creo que, como muchas herramientas, puede ser muy beneficiosa: por ejemplo, democratiza las oportunidades en el ámbito creativo, todo el mundo tiene la opción de que su obra sea vista y criticada de forma global. Por otra parte, las redes también traen consigo ciertos aspectos negativos como la ansiedad, las comparaciones con personajes irreales, la necesidad de consumir o de ser gustado.

Fotografía de Arne Grugel

¿Qué piensas acerca del estigma acerca del género que se ha creado como una idea preconcebida en la sociedad en general y, especialmente, en el mundo de la moda?

El género es una percepción subjetiva y performativa. Lo que significa ser hombre o mujer depende del contexto socio-cultural de cada período histórico. Por lo tanto, en diferentes lugares del mundo y etapas históricas, pertenecer a uno de estos roles binarios significa cosas diferentes. Actualmente se ha empezado a dar luz sobre lo tóxico y erróneo que es este sistema binario en el que vivimos, a cuestionar las características arcaicas de estos roles y a presentar nuevas formas de identidad, como el género no-binario.

El mundo de la moda, como parte del megacapitalismo en el que vivimos, se va amoldando a las nuevas generaciones. A las nuevas formas de percibir lo ‘underground’ y lo ‘mainstream’. A las nuevas voces y estéticas.

¿De qué manera te has visto afectado por la situación de pandemia en la que nos encontramos?

Pues si de por sí el colectivo creativo siempre ha vivido de una forma precaria, la pandemia no nos ha tratado mejor… Aun así, soy afortunado porque en Berlín hay mayores oportunidades laborales que en España, así que estoy sobreviviendo como puedo.

¿Cómo te visualizas en un futuro? Cuéntanos algo sobre tus próximos proyectos. 

Si hay algo que esta pandemia me ha reforzado, es que no soy una persona de planes ni a corto ni a largo plazo. Vivo al día, así que mi prioridad es sacarme el B1 de alemán y visitar Madrid en verano (si me dejan).

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