El avance del empoderamiento de la mujer ha hecho del feminismo el día a día de muchas mujeres; y con ello las quejas de actitudes machistas habituales. Las mismas que se clasificaban en el término de «normal» salen a la luz. Pero con ellas, también sale el (no tan) nuevo discurso, ejercido mayoritariamente por el género masculino y algunas mujeres alienadas de “ahora cualquier cosa es machista, ¡es que os quejáis por todo!”.

¿Os resulta familiar? Es un comentario al que nos enfrentamos todas las mujeres, esas que denunciamos a la sociedad por todas las actitudes machistas que sufrimos diariamente.

Por desgracia, muchos de los micromachismos ocurridos a menudo están llevados a cabo por mujeres alienadas. Este término puede definirse como mujeres en una situación de opresión que interiorizan y comparten las creencias del opresor. Con ello, se da la inconsciencia de sufrir la opresión, o incluso negarlo.

Esta situación de sometimiento involuntario es la que deriva a muchas mujeres a negar el movimiento feminista, por su creencia de que no es necesario; ya que realmente ellas piensan que no existe tal ahogo femenino.

El simple hecho de los cuentos que nos contaban de niñas están basados en el estigma del amor romántico. Este se basa en una serie de mitos, aparentemente inocentes para las más pequeñas; pero con un gran mensaje oculto.

Yela (2003) explica los mitos sobre el amor como aquellas creencias sociales que buscan su verdadera esencia, generalmente alejadas de la verdad. Bosch y Ferrer (2002) los resumen en los siguientes:

  • El mito de la media naranja. Quizás el más conocido. Se refiere a la necesidad de encontrar a alguien que complete la existencia; aun cuando la relación con dicha persona sea inviable. Este, como bien hemos dicho, es un mito, y es necesaria esta explicación: Todes nosotres somos uno solo, no necesitamos de nadie para que nos complete; y es este el valor que debería tener todo el mundo antes de iniciar una relación. Cada persona es única y completa en su esencia, y las relaciones nos complementan. 

Otros de los muchos mitos que han poblado los valores de cualquier relación ( la gran mayoría tóxicas):

  • El mito del emparejamiento. Vinculado al mito de la exclusividad y de la fidelidad, impone el concepto de pareja normativa por encima de cualquier otro tipo.
  • El mito de los celos. Símbolo de amor verdadero que justifica comportamientos insanos hacia la pareja y hacia sí mismo; como la violencia de género desde el minuto 1.
  • El mito de la omnipotencia. Junto con el mito del libre albedrío otorgan al amor el poder sobre todo lo demás. Esta situación no condena el dolor infligido. Es más, se inculpa a quien lo sufre, pues no contempla que los acontecimientos dependan del exterior.
  • El mito de la equivalencia. Ligado al mito del matrimonio/convivencia y al mito de la pasión eterna. Cuando la pareja no hace distinción entre el enamoramiento y el amor. Dos etapas diferenciadas que no tienen cabida en estos mitos, en los que permanece la creencia de que los sentimientos no varían a lo largo del tiempo, como las mismas personas.

Todo está englobado en uno, pero existen varios tipos de machismos

Bonino (1991) definió que los micromachismos son acciones cotidianas normalizadas e imperceptibles que atentan contra la autonomía de las mujeres. El prefijo micro- hace referencia a la invisibilidad del mecanismo para llevarlas a cabo, afirmó Miller (1996). Según Bonino, existen 4 tipos de micromachismos cotidianos:

  • Utilitarios: se destacan las características de cuidado y limpieza tradicionalmente atribuidas a las mujeres para que sean ellas las únicas responsables. Lavar la ropa familiar.
  • Encubiertos: mediante el silencio, el paternalismo y el manejo sutil de la situación se elimina la voluntad de las mujeres, estableciendo las “verdades masculinas” como única opción viable. No hablar con tu pareja porque está enfadada.
  • De crisis: cuando las circunstancias ya no son favorables, se hace uso de las promesas y el control para que las mujeres abandonen el enfado. «Prometo cambiar, la culpa la tienen tus amigas por llevarte de fiesta, de ti me fío, de los hombres no». 
  • Coercitivos: ocupación del espacio y el tiempo como símbolo de poder, reforzando la posición de supremacía económica, mental y moral que cree tener. «El domingo, el salón es para mi marido y sus amigos, que ven el fútbol. Yo termino el trabajo y voy a recoger a mi hijo de natación».

También se da el caso de hombres que llevan a cabo micromachismos sin quererlo, ya que de forma involuntaria tienen automatizada esta forma de reaccionar ante determinadas acciones «femeninas». Esto es debido al sistema educacional patriarcal, basado en la superioridad masculina. Estos no tienen ningún tipo de maldad al realizar sus acciones, sin embargo, dañan y denigran a la mujer con ellas.

Del mismo modo, existen una serie de comportamientos fuera del hogar que siguen la misma línea. Ejemplos como: Cuando en un restaurante llevan la cuenta, o la bebida “más fuerte” a los hombres; la iconografía y el lugar de los cambiadores para bebés, etc.

Manspreading

Al igual que la presión social, que juzga tanto la fuerza como la belleza; las responsabilidades e incluso el estado civil. Cuando una vecina le dice a una madre: “tu hija es una marimacho” es el mismo micromachismo que el manspreading, aunque ocupar más de un sitio en el transporte público sea más visible. 

 

 

Del mismo modo, existen una serie de comportamientos fuera del hogar que siguen la misma línea. Ejemplos como: Cuando en un restaurante llevan la cuenta y la bebida “más fuerte” a los hombres, la iconografía y el lugar de los cambiadores para bebés, etc. Al igual que la presión social, que juzga tanto la fuerza como la belleza, las responsabilidades e incluso el estado civil. Cuando una vecina le dice a una madre: “tu hija es una marimacho” es el mismo micromachismo que el manspreading, aunque ocupar más de un sitio en el transporte público sea más visible.

Una escena que todos conocemos es la típica de una mujer pasando por una obra. Piropos, silbidos y gruñidos llegan a nuestros oídos, y varias de nosotras optan por agachar la cabeza y callar. Otras, tal vez más desconstruidas, tal vez con más carácter, contestan; y es el simple hecho de contestar cuando nos vemos criticadas nosotras por hacerlo. ¿Es una sociedad justa la que cuestiona y critica a una mujer por quejarse de estas actitudes?

¿Nuevos tipos? El micromachismo avanza

Es con el surgimiento de las redes sociales cuando ha aparecido una forma nueva de micromachismos: el micromachismo digital. Este alberga casos en los que por derivados chats, surgen fotos de genitales indeseados (las conocidas «fotopene») que algún “machito” ha decidido que nos apetecía ver, y escudándose en dicha foto piden fotos de desnudos nuestras (los tan conocidos nudes) para compensar (algo que no habíamos pedido). Se trata de ciberacoso y sextorsión en otros casos, enfocados hacia las mujeres.

Otra de las formas de esta nueva corriente del machismo son los foros contra la diversidad de la mujer, limitados a despotricar contra el feminismo. O situaciones en las que hombres suelen entrar a juegos de rol con nick femenino por el mero morbo. También en esos mismos juegos, cuando se enteran de que algún personaje en la vida real es una mujer; comienzan con el ciberacoso.

Los micromachismos han llegado a tal punto que pasan desapercibidos hasta que ya no son «micro». Aun así, no hay lugar a duda, pues las instituciones han establecido una serie de recomendaciones y tácticas para detectarlos. Una de ellas es la regla de inversión, en la que se han de cambiar los roles en escena. Si la situación resulta extraña, entonces se está ante un micromachismo.

Así pues, existen evidencias de que el machismo no ha desaparecido, sino que va cambiando de forma. Cada vez más sutil, pero no lo suficiente para desviar la atención de los estudios. Su esencia permanece. Sin embargo, la lucha contra él es cada vez mayor.

Por tanto, este artículo debe dejar algunos conceptos muy claros:

El mimetismo del machismo. ¿Debemos seguir consintiéndolo?

Todas las ejemplificaciones anteriores son micromachismos: llámalos por su nombre.

Y un valor esencial. Micromachismo: ni ternura ni cariño.

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