Inicio de los años 80. El neoliberalismo, los sintetizadores y los calentadores preparan su triunfal entrada. Son tiempos de aparente prosperidad. Y de repente, una alerta.

A mediados de 1981, médicos de EEUU convocan una conferencia de prensa para comentar un caso interesante: la aparición en cinco pacientes jóvenes de un tipo extraño de pneumonía, Pneumocistis Carinii, asociada a un cáncer agresivo, el Sarcoma de Kaposi. Curiosamente, destaca su informe, los afectados son todos varones homosexuales residentes en Los Ángeles.

Estas dos enfermedades son oportunistas, lo que lleva a los científicos a pensar que debe haber un agente infeccioso que baje las defensas de los pacientes. Mientras tanto, gran parte de la sociedad ha empezado a denominar a este síndrome “el cáncer gay” o “la peste rosa” en alusión a las manchas de ese color que aparecen en el cuerpo de los afectados. Antes de que acabe el año, se han contabilizado ya 270 casos en hombres homosexuales y se han confirmado cuadros clínicos similares en usuarios de drogas intravenosas, mujeres heterosexuales, inmigrantes haitianos y receptores de donaciones de sangre.

Ejemplo de Sarcoma de Kaposi en la imagen ganadora del World Press Photo en 1987 (Alon Reininger)

Un año más tarde, las autoridades sanitarias estadounidenses le dan nombre a esta afección: AIDS, en español SIDA (Síndrome de Inmunodeficiencia Humana). En 1983, el francés Luc Montagnier consigue aislar por primera vez lo que tiempo después será conocido como VIH (Virus de Inmunodeficiencia Humana), el causante del SIDA.

Este descubrimiento ayuda a acabar con las diferentes teorías conspiranoicas que circulan sobre el VIH y el SIDA. En plena Guerra Fría, se había empezado a especular con que el virus era un invento de la CIA o del KGB – dependiendo de la versión – para diezmar la población del otro bloque.

Los científicos, en cambio, aseguran que el origen del VIH se encuentra en el VIS (o Virus de Inmunodeficiencia en Simios), que pasó de monos a humanos durante los años 30 en Kinsasa, capital del Congo, por contacto de sangre a causa de heridas de cacerías. En los 60, la ciudad vive un proceso de mejora en el transporte y las comunicaciones, que explica por qué el virus empieza a transmitirse también en los continentes europeo y americano.

Reaccionando al silencio

A medida que la OMS y los organismos nacionales de salud continúan con sus investigaciones, los gobiernos mantienen el silencio; notoriamente, la administración Reagan en EEUU. Para 1984, los informes hablan de unos 7700 casos de SIDA en el país, de los cuales la mitad han resultado en la muerte. Sin embargo, el presidente es reacio a mencionar siquiera este problema de salud pública al considerarlo todavía propio de comunidades marginales. Se hará esperar hasta 1987.

Por ello nacen grupos activistas como ACT UP, que denuncian la situación. Uno de sus creadores, el dramaturgo Larry Kramer, plasma la situación en su preciosa obra “The Normal Heart” llevando de este modo la protesta al mundo de la cultura. Aparte de en Nueva York, el movimiento ACT UP prolifera de manera significativa en París.

Como comentábamos ayer, no es hasta que famosos de la talla de Freddie Mercury, Rock Hudson o Magic Johnson admiten ser seropositivos (y los dos primeros mueren por complicaciones relacionadas con el SIDA) que la sociedad empieza a tratar el tema con la importancia debida. A finales del siglo, se cuentan alrededor de 33 millones de personas viviendo con VIH en el mundo. A ellas hay que sumarles 14 millones de muertes relacionadas con el síndrome desde el inicio de la epidemia.

 

El futuro que nos espera

En los últimos 20 años, los avances en la investigación del VIH y el SIDA han sido enormes, y España es uno de los países a la cabeza. Los tratamientos antirretrovirales se han simplificado en una sola pastilla (los primeros suponían la combinación de varias), y el acceso a ellos está bien regulado. Además, se ha conseguido reducir notablemente el índice de mortalidad del síndrome.

Pero esta situación de mejora solo se ha vivido en los países occidentales desarrollados. En algunas naciones africanas donde no se dispone de los mismos recursos, la tasa de población seropositiva llega a superar el 25% y no hay acceso a tratamientos.

Desde 1989, cada 1 de diciembre se celebra el Día Mundial de la Lucha contra el SIDA. Se sigue trabajando en erradicar el virus y prevenir su transmisión, pero cada vez resulta más importante la labor de concienciación. Hay que hablar de la diferencia entre VIH y SIDA. Hay que hablar de que las prácticas sexuales seguras reducen notablemente la probabilidad de transmisión. Y, sobre todo, hay que tener muy claro que una persona seropositiva con carga vírica indetectable no puede transmitir el virus.

About The Author

3 comentarios en «Breve historia del VIH y el SIDA»

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.