Es posible que muchos no comprendáis el calado de esta prática que recorre el continente africano. Voy a intentar resolver dudas con este artículo; he aprendido mucho preparándolo.

Esta mutilación acoge cualquier procedimiento que altere o dañe los órganos genitales femeninos por razones ajenas a las médicas. Es más, numerosas veces la realización conlleva la muerte de la mujer. Esta es una manifestación de desigualdad de género muy arraigada, siendo una discriminación extrema que atenta contra diversos derechos humanos.

La OMS establece una clasificación de hasta 4 tipos de mutilación genital dependiendo de las zonas de la anatomía femenina afectadas. Principalmente afecta a clítoris, vagina, labios menores y/o mayores.

Las organizaciones han reaccionado ante esta situacion, el Fondo de Población de la Naciones Unidas (UNFPA), UNICEF, la Unión Africana, la Unión Europea y la Organización de Cooperación Islámica, con un programa a escala mundial. Especialmente concentrada en países africanos junto a iniciativas regionales y globales. Las medidas van dedicadas a formación en salud sexual, educación e igualdad de género. Se confía en erradicarla en el año 2030.

Algunos datos sobre esta práctica que baraja la ONU son: unas 200 millones de niñas y mujeres mutiladas, siendo mutiladas cada año 3 millones. Las víctimas se encuentran principalmente en Somalia, Guinea y Djibouti donde además se llevan a cabo mutilaciones más graves. También se encuentran en Gambia, Mauritania e Indonesia. Está detrás de mortalidad femenina y neonatal siendo causas de enfermedades. Si no se frena la tendencia en el año 2030 se calcula un número de afectadas de 86 millones.

Los países más afectados intentan poner en marcha legislación anti mutilación genital, que quedan en papel mojado debido a la realización clandestina. Son estados fallidos, incapaces de imponerse. Esta mutilación se basa en motivos culturales como la posibilidad de ser considerada una mujer decente para el matrimonio; incluso se llega a decir que se encuentra explicada en la religión. Estos dos factores dificultan su desaparición.

Los países receptores de inmigración de estos países han tenido que buscar respuestas ante casos de mutilación. Se busca evitar los riesgos y castigar en caso de que se produzca. España ha tomado medidas, por supuesto. En el año 2011 se dictó la primera condena a una madre por esta práctica en España. Fue condenada a 2 años de cárcel y a pagar una indemnización de 10.000 euros. Años más tarde, se endurecieron tipos penales de delitos de lesiones para castigar más severamente esta práctica.

Fuera del ámbito penal, en el País Vasco, Médicos del Mundo ha implantado un programa de prevención a través de charlas informativas. Estas charlas suelen estar protagonizadas por mujeres que han sufrido los efectos de la mutilación. También cuenta con el proyecto llamado «Un viaje con compromiso» que consiste en un contrato entre pediatras y familiares de no realizarla. Especialmente si hay viajes de vuelta al país de origen, siendo informados sobre las consecuencias legales en España. El Ayuntamiento de Bilbao impartió cursos de formación sobre el tema de 15 horas de duración.

Hay que destacar que el riesgo de sufrir esta mutilación depende del país y lugar donde se habite. Es más probable en  zonas rurales en países como Nigeria.

Cada vez hay más voces en África contrarias a la mutilación genital que buscan su desaparición. Mujeres anónimas que lo han sufrido que quieren un futuro mejor para las mujeres del futuro. Dentro de estas activistas destaca la modelo somalí Waris Dirie; sobre esta se produjo una película en el año 2009 titulada «Flor del desierto».  Como no todo son datos negativos, Dexeu mujer mediante su fundación ha realizado 89 reconstrucciones del clitorís a mujeres africanas.

Esta es una lucha diaria, no solamente para la foto y el hashtag. Es de toda la vida, como sus consecuencias.

 

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