La PED (Post Eurovision Depression) o «Resaca Eurovisiva» en español es muy mala. Ya me voy haciendo a la idea de que hasta enero, nada. Lo bueno es que siempre quedarán dos cosas: curiosear sobre años anteriores y recapitular sobre esta edición.

Me ha resultado imposible definir este festival en pocas palabras. Es por eso por lo que he decidido hacerlo con varios titulares.

Mejor imposible… peor, también.

Me has pillado: voy a hablar de España. Y es que nuestra candidatura se podría reflejar con la expresión «una de cal y otra de arena».

Nuestra selección nacional ha sido la mejor de los últimos años. ¿Las claves? unos candidatos llenos de talento y el 100 % del poder residente en el público entre muchas otras.

Amaia y Alfred han estado sencillamente perfectos en cada actuación, logrando hacer brillar una propuesta muy débil a nivel escénico.

¿Cuál ha sido la parte negativa entonces? Haber elegido una balada en un año en el que se intuía el predominio de este género y una puesta en escena apenas trabajada.

Planos que no han centrado la atención en ambos artistas, una iluminación estática y la falta de elementos para realzar el final de la canción han vuelto a demostrar que España no llega con los deberes hechos, ganándose a pulso el fracaso.

Tres cacareos por Portugal y por la RTP

Organizar Eurovisión con tan poco presupuesto parecía una misión imposible, pero los portugueses han demostrado superarla con creces.

Tres shows impecables, cuatro presentadoras brillantes y una manera perfecta de mostrar la identidad nacional sin eclipsar otras áreas han sido las evidencias de ello.

El día de la marmota (edición espontáneos)

Si de algo ha podido presumir esta edición es de haber añadido un nuevo elemento a la lista de clásicos eurovisivos: los espontáneos.

A la intromisión en la actuación de Daniel Diges en 2010 y el calvo durante la actuación de Jamala el año pasado ha habido que sumar un nuevo incidente.

Este año le ha tocado a Reino Unido, optando el espontáneo por quitarle el micrófono a la cantante. No obstante, la Delegación Inglesa rechazó repetir la actuación.

 

La rotura del «Efecto Sobral» 

Tras la victoria de Salvador Sobral el año pasado todos los fans sacamos las mismas conclusiones: 2018 sería un año lleno de baladas. Lo cierto es que no nos equivocamos.

No obstante, si  hemos cometido el error de obviar que el género triunfaría de nuevo. En efecto, Israel y Chipre se han llevado los dos primeros puestos con canciones totalmente festivaleras.

Pensamos que predominarían escenografías sencillas que centrarían la atención en el artista. Y en lugar de eso nos hemos topado con elementos como un ataúd, un armario de mil puertas y un vestido con proyecciones. De los fuegos artificiales tan poco representativos de la música para Sobral mejor no hablamos…

Por si estas no han sido suficientes evidencias, añadimos una más: el paso de Portugal del primer puesto al último obtenido este año. Definitivamente, ha quedado demostrado que una victoria como la de Sobral no representa la esencia del festival y no va a volver a repetirse hasta dentro de mucho tiempo.

 

El ucraniano Melovin (apodado «el vampiro» por la audiencia) sobre una de las escenografías de su actuación. Fuente: www.rtve.es

 

La representante de Estonia, Elina Nechayeva, con su vestido digital sobre el que se realizaron proyecciones durante el tema. Fuente www.eurovision.tv 

Las apariencias engañan 

El alto nivel de esta edición ha hecho que países que partían como favoritos no hayan obtenido un buen puesto en la final o no se hayan clasificado. Es preciso destacar casos como el de Bulgaria (14º en la final) o Bélgica (12º en su semifinal).

La sorpresa más destacada ha sido la victoria de Netta. Todos hemos estado convencidos de que le iba a suceder lo mismo que a Francesco Gabbani el año pasado, cuyo «hype» prolongado le llevó de liderar las apuestas a quedar en sexta posición en la Gran Final, pero Eurovisión es impredecible…

 

Un nuevo hermano para la política española

Si algo tienen en común esta edición de Eurovisión y el Sistema Político Español es la falta de consenso.

El espectáculo de este año ha dejado momentos tan memorables como los 9 puntos de Australia o los 21 de Suecia en el televoto, obteniendo un duodécimo y un segundo puesto respectivamente en las votaciones de los jurados.

Destacable ha sido también esta fase de la votación. Por primera vez en años no hemos visto  a un solo país llevarse la mayoría de los 12 puntos. Cinco países han recibido un número muy similar de esta puntuación, a saber Chipre, Alemania, Israel, Suecia y Austria.

 

La paciencia y la insistencia son las madres de la ciencia

Voy a cerrar la crónica aclarando el término de «PortuEspaña». Este año en Lisboa ha sido más fácil ver a un fan español que a uno portugués o sueco.

Este hecho tiene otra explicación además de la cercanía entre países. Los españoles hemos invadido Lisboa porque sabemos que no vamos a tener Eurovisión tan cerca en mucho tiempo.

A TVE solo le interesa emitir el festival porque genera audiencia. En consecuencia, no se esfuerza por hacer brillar nuestras candidaturas y deja todo el trabajo para el final, llegando al primer ensayo con todo por hacer e improvisando.

Como eurofan confío en que España resurgirá  algún día de sus cenizas como República Checa o Bulgaria. De momento sin embargo no me queda más remedio que esperar, manifestar mi descontento si es necesario y disfrutar del evento que tan feliz me hace año tras año.

 

Resultados definitivos de Eurovisión 2018 (suma puntos jurados y televoto).
Fuente: www.escdaily.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

About The Author

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.