El domingo saltó la noticia: la Guardia Civil encontró el cadaver del pequeño Gabriel. El cuerpo sin vida estaba almacenado en el maletero del coche de la única sospechosa del crimen, Ana Julia, actual pareja del padre del niño. Desde entonces, los medios de comunicación se han convertido en el altavoz del odio. Este sentimiento, junto con la rabia, ha sustituido al respeto y al duelo propio de esta situación. Temas como la cadena perpetua o la pena de muerte han retornado al debate a pesar de que su ineficacia desde el punto de vista preventivo. Ambas responden a un ánimo vengativo.

Este sentimiento encuentra su origen en el papel de los medios de comunicación, especialmente, por los principales programas de televisión de la mañana, Espejo Público y el Programa de Ana Rosa, que han convertido los crímenes españoles en un auténticos reality shows producidos desde el escenario del crimen y que abarca, desde una biografía pormenorizada de los protagonistas de los casos y sus trapos sucios hasta la realización de una investigación paralela.

No obstante, este tipo de programa no sería posible si no contaran con el respaldo de la audiencia. Como ya apuntó Kiko Llaneras en un artículo de El País, a los españoles nos fascinan los crímenes. La razón que apunta el autor es que los estímulos negativos son mejor captados por el cerebro humano. Por eso, programas que han dedicado a gran parte o incluso la totalidad del mismo al tratamiento del caso Gabriel. Vive la Vida o Expediente Marlasca han batido sus records de audiencias. Espejo Público y El Programa de Ana Rosa han experimentado un repunte de las mismas.

Esto es la auténtica telebasura. No estamos hablando ante programas del corazón ni reality show rodados en un tono jocoso. Estamos hablando de un seguimiento a personas que sin querer, y por un motivo ajeno a ellos y dramático, se han convertido en el centro de la noticia. No es justo indagar en la vida de estas personas: ni tanto de las víctimas ni de los verdugos.

No solo la televisión se lucra de estos crímenes. Cualquier usuario de la aplicación de móvil de «El País» habrá podido seguir el caso mediante las notificaciones. Algunas de mal gusto como esta: «primeras imágenes de Ana Julia Quezada durante la reconstrucción del crimen del niño Gabriel». ¿Tiene algún interés informativo dicha notificación o simplemente es morbo en estado puro?

Afortunadamente, en medio de tanta indecencia, la madre de Gabriel, la verdadera víctima de este caso nos ha dado una verdadera lección de humanidad. Ha pedido que no se extienda la rabia. Con solo esa frase, ha demostrado una dignidad que todos los buitres que, ante un caso de estas características, se lanzan a obtener el máximo beneficio tanto económico como político.

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