Los rumores han sido constantes a lo largo de toda la primavera de este último año. El reencuentro de Operación Triunfo 1, la posterior recuperación del formato y diversas declaraciones del personal de TVE avivaron el fuego de un posible regreso. El programa por excelencia de las noches de verano de finales de los noventa y principios de los dos miles podría regresar a las pequeñas pantallas en pleno 2017. Las redes sociales se volvieron locas con la posibilidad. Lo cierto es que, a 23 de julio, ni está ni se le espera.

Sin embargo, el Grand Prix no debe volver. En primer lugar, los gustos han cambiado mucho desde el año de su estreno. En los años noventa, todavía resultaba gracioso ver a gente caerse. No hay que olvidar que el programa es una adaptación española del, muy mítico, Takeshi’s Castle, más conocido en España como Humor Amarillo en el que un grupo de japoneses tenían que superar una serie de obstáculos para obtener el premio de un millón de yenes. El programa se emitió con notorío éxito en la primera étapa de Telecinco y estaba repleto de caídas, a cada cual más bestia.

En segundo lugar, la nostalgia desvirtúa la realidad. El primer programa del año sería un éxito: todos volveríamos a ver los troncos locos, las manos y las cartas, los bolos, al lobo intentando pillar a Caperucita, los pingüinos o las carreras de bebés gigantes. Pero, a la décima semana estaríamos hartos de ver lo mismo programa tras programa. Y es que uno de los principales problemas que presentaba el Grand Prix era la repetición de pruebas semana tras semana.

Por último, no solo han cambiado los gustos sino también la forma de hacer entretenimiento en televisión. El programa data de unas fechas en las que los programas de telerrealidad no existían. Programas de juegos y variedades como ¿Qué Apostamos? o El Juego de la Oca inundaban la parillas de televisión. Hasta los programas infantiles como el Club Megatrix o el Club Disney se basaban en juegos que combinaban pruebas de todo tipo. De hecho, TVE emitió una adaptación del Grand Prix que se llamaba Peque Prix, presentado por Andrés Caparros, hermano del gran Alonso Caparrós, famoso por presentar otro programa muy recordado: Furor, en la que participaban distintos colegios de España. En una época en la que el consumidor demanda realily shows, tertulias (de todo tipo) y series de calidad – atrás quedan los tiempos de Ala…Dina o Ana y los 7-, parece difícil que un programa como el Grand Prix tenga cabida en la televisión actual.

En definitiva, es precisamente la nostalgia lo que ha mitificado el Grand Prix. Es precisamente, el recuerdo lo que hace grande ese programa. Un regreso completo, más allá de una serie de programas especiales, destruiría ese recuerdo y esa nostalgia tal y como pasó con el remake de Un, dos, tres o como ocurré con los pseudo Noche de Fiesta que, de vez en cuando, produce José Luis Moreno.

 

El Peque Prix

 

PD: El regreso del Grand Prix ya se intentó entre 2007 y 2009 por las televisiones autonómicas. Sin embargo, el renovado Grand Prix no llegó a cuajar entre el público a pesar de estar presentado por uno de esos que nunca defrauda:

 

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