Hace poco me llegó la noticia: en septiembre marcho a hacer un Erasmus en la Sorbonne de París. A la ciudad de las luces, del amor, del arte, de los clichés.

Frecuentemente, nos equivocamos al pensar que, en el mundo global en el que vivimos, debemos «ser de algún sitio»: puedes haber nacido y haber vivido en España y, con 40 años, viajar a Sri Lanka y darte cuenta de que tu personalidad encaja mejor en esa cultura que desconocías. Y, aun teniendo pasaporte español, puedes decir, orgulloso, que eres ceilandés. De hecho, en eso consiste la vida: en viajar y experimentar hasta que encuentras tu lugar en este mundo.

Es muy difícil para un Erasmus no echar alguna raíz allá donde va. Esa es la clave del programa; crear un vínculo con la ciudad y participar en la sociedad en la que se sumerge a través de visitar sus museos, coger el metro todas las mañanas, pasear en bici y mezclarse con la gente. Si hay algo que tienen en común todas las capitales europeas es la capacidad para acoger con los brazos abiertos a personas muy diversas, siempre a cambio de favorecer ese aspecto de multiculturalidad por el cual se identifican. Nosotros sabemos qué podemos ofrecer, pero: ¿Qué tiene París para que lo hayamos elegido?

1. Nos convertiremos en personas cultas

Es prácticamente imposible vivir en París y no involucrarte en su amplia escena cultural. La capital francesa es la cuna de algunos de los movimientos artísticos y sociales más influyentes a nivel internacional. En cada esquina puedes encontrar una galería de arte, un club de lectura o un bar de música jazz. Esto es lo que más marcará tu experiencia: la vasta oferta de actividades que enriquecerán tu conocimiento.

2. Aprenderemos a valorar el tiempo libre

No es un estereotipo que a los franceses no les gusta trabajar. Es decir, su jornada laboral es más reducida que la nuestra y esto se debe a que, como dice Luc en Emily en París, ellos no viven para trabajar, sino que trabajan para vivir. Disfrutan del tiempo libre y una de las formas más sencillas de hacerlo es sentándose en una terraza a tomar un café. Sin duda, una de las actividades de ocio más frecuentes en la cultura parisina.

3. Disfrutaremos de la mejor gastronomía

La comida mediterránea es la mejor del mundo, y no lo digo yo. El puesto siempre está reñido entre Italia, España y Francia, pero lo cierto es que en cualquiera de estos tres países se come de lujo. Los parisinos son los reyes de la buena presentación; pueden convertir un plato sencillo en una obra de arte. Además, en la capital hay tanto restaurantes de gran renombre como Le Dali como también otros más asequibles y de calidad espectacular.

4. Aprenderemos a desenvolvernos

Si bien es cierto que Madrid y Barcelona son grandes ciudades, se quedan pequeñas en comparación a otras urbes del resto de Europa. El Área Metropolitana de París tiene 2.723 km² de extensión y eso implica que la red de transporte público es más amplia y compleja. El metro funciona muy bien en París, pero aun así será habitual perdernos. Aprenderemos a enfrentarnos a situaciones desconocidas y, sobre todo, a enfrentarnos solos.

 

Irse de Erasmus es una de las experiencias más intensas de la vida de un estudiante. Es difícil encontrar a alguien que haya participado en este programa y se haya arrepentido. Por eso, elige bien dónde pasarás esos 4 o 9 meses. París es una enriquecedora ciudad Erasmus.

Y puede cambiarte la vida.

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