El 3 de agosto de 2017, cuando Mariano Rajoy era todavía Presidente del Gobierno, nacía la plataforma ‘Actúa’. Impulsada por Gaspar Llamazares, Baltasar Garzón, Montserrat Muñoz o Teresa Aranguren entre otros, la plataforma Actúa inició su andadura con el objetivo de tejer espacios comunes en el ámbito político e ideológico de la izquierda, a su juicio fragmentado ante una derecha unida, en alusión a la alianza entre PP y Ciudadanos.

La plataforma ‘Actúa’ nacía en un contexto en el que los dos partidos de izquierda en España, PSOE y Podemos, parecían estar más alejados que unidos y cada uno haciendo la ‘guerra’ por su cuenta. Todo ello cambió cuando Pedro Sánchez regresó a la secretaría general del PSOE, momento que propició un acercamiento entre socialistas y podemitas y que desembocaría, después, en la moción de censura que llevó a Sánchez a La Moncloa.

Volviendo al tema que nos ocupa. No parecía tarea fácil asumir ese papel de pegamento de la izquierda que inicialmente pretendía asumir la plataforma Actúa siendo nada más que eso, una plataforma, muy digna pero sin ningún tipo de fuerza política y mediática más allá de sus rostros populares que no son otros que el de Gaspar Llamazares y Baltasar Garzón. Ante esa imposibilidad de llevar a cabo sus objetivos con la fuerza deseada, Actúa pasó de ser una plataforma de ideas ubicada en el espectro ideológico de la izquierda a convertirse en un partido político con aspiraciones de participar en los procesos electorales que van a producirse en este año 2019.

La trayectoria de Gaspar Llamazares es de sobra conocida por todos nosotros. Histórico dirigente de Izquierda Unida (IU), del que llegó a ser su coordinador general del año 2000 hasta el 2008, y que finalizó su etapa en la coalición de la manera más abrupta posible. Llamazares fue siempre partidario de mantener la autonomía política y organizativa de Izquierda Unida frente a Podemos, una idea que chocaba frontalmente con las tesis de Alberto Garzón, actual coordinador general de IU. Amparándose en los resultados que IU obtuvo en las elecciones autonómicas de Asturias en 2015 concurriendo con su marca y sin Podemos, Llamazares siempre abogó por acentuar las diferencias entre ambas formaciones. Lo cierto es que ese pulso lo perdió con Alberto Garzón y terminó con su salida de IU, expediente disciplinario de por medio, y con el nacimiento de Actúa como partido político.

Recientemente le pregunté a un amigo ubicado en el espacio ideológico de la izquierda progresista y no nacionalista su opinión sobre Actúa y recuerdo que le dije que la trayectoria de las personas, tanto para lo bueno como para lo malo, siempre está ahí. Y son precisamente los hechos los que marcan la credibilidad de cada uno.

Actúa y Llamazares se presentan a las próximas Elecciones Generales del 28 de abril. Lo hacen con optimismo, pues sus propios pronósticos dicen que tienen posibilidades de conseguir escaño tanto por Madrid –el propio Llamazares- como por Asturias. Pero, ¿qué pretende ser Actúa ahora que se ha convertido en un partido político más? ¿Quieren representar una nueva izquierda o por el contrario, pretenden ejercer el papel que representó IU antes de su disolución en Podemos?

Las principales banderas de su programa electoral se basan en la creación de un nuevo Contrato Social, la lucha contra la corrupción y medidas para frenar la precariedad laboral y combatir el desempleo.

Cada día es más evidente que, dados los escarceos del PSOE de Sánchez con los nacionalistas que quieren romper España y dada la situación de Podemos y de lo que representa, hace falta una izquierda española que sea digna de tal nombre. Es decir, que defienda la unidad de España sin ningún tipo de complejos, que se oponga radicalmente a la desigualdad entre españoles y que propugne la justicia social dentro de un marco de respeto al Estado de Derecho y los principios elementales de la democracia.

Desconozco si Actúa viene a representar todo esto, pero he de reconocer que su irrupción en el panorama político español me despierta cierta curiosidad y estoy deseando conocer los resultados de las Elecciones Generales del próximo 28 de abril para saber, entre otras muchas cosas, si la ciudadanía compra el mensaje de Actúa y Llamazares, y ver el sitio en el que los coloca.

Todavía no conozco cuál es la posición de este nuevo partido político sobre, por ejemplo, los mal llamados ‘derechos históricos’, que no son otros que el Concierto Económico vasco y el Convenio navarro. Como he dicho antes, toda izquierda que se precie de tal nombre debe oponerse, sin titubeos y firmemente, a lo que son estos privilegios territoriales que lo que hacen es, precisamente, privilegiar a unos españoles frente al resto en función de la parte de España en la que residen.

Hasta ahora ha habido algún que otro intento por construir esa nueva izquierda, esa izquierda tan necesaria para España, pero sin éxito. Quién sabe si más pronto que tarde llegará el momento en el que los españoles puedan votar una opción política de izquierdas o de centro izquierda que se aleje de los nacionalismos y enarbole los principios que dieron lugar a la Revolución Francesa. Lo cierto y verdad es que hoy esa opción política, para pesar de muchos, no existe.

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