Enero es el único mes al que recibimos con nuestras mejores galas, con el pie derecho los supersticiosos, y con un puñado de deseos envueltos en 12 uvas. Es el mes de los propósitos y de las promesas de hacer de este nuevo año uno mejor.
Sin embargo, un enero más, la situación geopolítica sigue demostrando que su llegada no significa una tregua para los conflictos internacionales. 2021 arrancó con el enfrentamiento entre Irán y Estados Unidos, seguido del asalto al Capitolio. 2022 llega también dando guerra, con las tensiones entre Rusia y Ucrania amenazando a Occidente.
Por su parte, la situación sanitaria tampoco parece haber mejorado. Sumidos en una montaña rusa pandémica, llegamos al pico más alto de contagios. Y, con Ómicron liderando los titulares, aumenta el mareo de una atracción de feria que lleva dos años sin parar de girar.
Enero es el mes más esperado del año, aunque también el más largo pues, a pesar de contar con 31 días, parece concentrar en ellos la intensidad de los 12 meses siguientes. A su llegada, escribimos una serie de proyectos, como quien escribe la lista de la compra, y ponemos en ellos las ilusiones que se quedaron por el camino el año anterior. Nos replanteamos nuestra existencia para darle un sentido y nos recrearnos el humano placer de querer cambiar el mundo que nos rodea.
Pero entonces, termina enero y la lista sigue ahí, en esa primera hoja que no hemos vuelto a abrir. Y es que, al final, las promesas no se cumplen solas y los cambios no caen del cielo. Enero no deja de ser otro mes del calendario, engalanado entre fuegos artificiales y las burbujas de champán. Es una oportunidad de empezar de cero, como otra cualquiera, pero los propósitos, una vez más, dependen de nosotros mismos.
A pesar de que el 1 de enero comenzó el año nuevo, esto no deja de ser un invento más del ser humano, pues hasta el 1 de febrero no llega para la cultura china. Por ello, quizás, febrero sea una nueva oportunidad de empezar de 0.
About The Author
