El Partido Popular desengrasa su tubo de escape para que corra, como oxígeno, la renovación y regeneración en el partido de Génova 13. Mariano Rajoy se echa a un lado y ya ha fijado la fecha en la que se celebrará el Congreso Extraordinario en el que los militantes del PP deberán elegir a su próximo mesías, a esa persona que logre contrarrestar a Ciudadanos y devuelva a los populares al Gobierno de la Nación. Ese Congreso Extraordinario se celebrará los días 20 y 21 de julio.

Con la maquinaria preparada, ya son varios los nombres que suenan para postularse a liderar el Partido Popular. Desde nombres que han estado siempre en todas las quinielas para suceder a Rajoy, como es el caso de Alberto Núñez Feijóo o Soraya Sáenz de Santamaría, pasando por figuras de un perfil más orgánico como María Dolores de Cospedal hasta llegar a nombres que nunca han estado en esas quinielas, o al menos, no con la misma fuerza que los anteriormente citados, como son los casos de Ana Pastor, José Ramón Bauzá o, incluso, Íñigo de la Serna.

Parece más que evidente que la renovación del Partido Popular y la sustitución de Mariano Rajoy al frente de su dirección tenían que llegar sí o sí. Lo que está en debate es si esa renovación llega tarde o si por el contrario, llega en el momento preciso.

La corrupción ha desalojado al PP de la Moncloa y ha terminado por retirar definitivamente del ruedo político al que hasta hace pocos días era Presidente del Gobierno de España. Eso, unido a la batalla con Ciudadanos en el espectro político de la derecha, ha dejado erosionado al Partido Popular, que ve en este Congreso Extraordinario una oportunidad de oro para regresar con fuerzas renovadas y con un nuevo espíritu.

Pero, ¿producirá el cambio de liderazgo dentro del PP un olvido mediático y social de la corrupción que afecta al todavía partido presidido por Rajoy? Parece que no, pues todavía faltan unas cuantas sentencias por salir y que afectan de lleno al Partido Popular.

Entre todo esto, los futuribles candidatos siguen sin dar pistas sobre qué decisión van a tomar, pero algunos como el expresidente de las Islas Baleares, José Ramón Bauzá, ya dejan claro que el Congreso Extraordinario debe ser algo más que un cambio de caras, en todo caso, un debate sobre las ideas y líneas ideológicas del Partido Popular. Bauzá ha puesto encima de la mesa el rumbo que, según él, debe tomar el PP: asentarse en el liberalismo político.

Ciertamente, tengo varios problemas a la hora de situar al PP en una posición ideológica. Algunos dicen que el PP fue en su día un partido liberal que hoy ha perdido esas señas de identidad, otros, por el contrario, acusan a los populares de seguir la misma acción política que dejó Zapatero y sitúan al PP en el espectro ideológico de socialdemocracia. Pero esto no es lo más curioso que se ha podido oír. Recientemente era la mediática Celia Villalobos la que decía que “ella se sentía de centro izquierda” y por tanto, situaba al PP en ese hueco. Sí, esto lo ha dicho Villalobos en las últimas horas y no me lo estoy inventado yo.

Por su parte, Rajoy quiere morir matando, con las botas puestas que se dice. El presidente del PP sigue sacando pecho de su gestión al frente del Gobierno de España, sin reconocer ni un solo error en todo lo que envuelve a su partido y en esa gestión política, atacando con dureza al nuevo Gobierno de Pedro Sánchez, obviando, por supuesto, la corrupción que rodea la sede de Génova 13 y otras sedes de España, y que él pudo haber evitado, mediante su dimisión tras la sentencia de Gürtel, disolución de las Cortes e inmediata convocatoria electoral, el que Pedro Sánchez y el Partido Socialista dejarán en manos de los separatistas que quieren destruir España, la gobernabilidad del país. Pues eso, que no esperen ningún tipo de autocrítica por parte de don Mariano.

No seré yo quien le diga al Partido Popular qué es lo que tiene que hacer, eso es una decisión que le corresponde estrictamente a los afiliados del PP, pero, en todo caso, les deseo acierto en la decisión que tomen. Acierto y sobre todo, una demostración por parte de sus dirigentes de que han aprendido de los errores cometidos.

Como dijo Rajoy en su despedida, es lo mejor para España. Pues eso, aprender de los errores y volver al ruedo para dignificar la tan maltrecha reputación de la actividad política.

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